Guía de viaje Poperinge

Pupurninga villa, "la residencia de la familia Pupurn", era el antiguo nombre de Poperinge. La primera mención escrita de la ciudad data del siglo IX, pero sabemos que ya estaba habitada en el Neolítico.Hasta el siglo XV, Poperinge basó su prosperidad en la industria textil. De hecho, cuando el Conde de Flandes decidió prohibir a la ciudad la producción de la tela por la que era famosa, los habitantes mostraron una feroz determinación para defender sus derechos. Esta determinación les valió el apodo de Keikoppen - ¡los testarudos! Sin embargo, la guerra económica que enfrentó a Poperinge con Ypres provocó el declive de su industria textil e impulsó a la ciudad a dedicarse al cultivo del lúpulo. Una rica idea que sigue proporcionando a la ciudad un verdadero tejido económico en la actualidad, ya que el 80% del lúpulo belga se sigue produciendo aquí.Poperinge también desempeñó un papel importante en la Primera Guerra Mundial. Situada justo detrás del frente, en la ciudad se instalaron campamentos y hospitales, y muchos soldados acudieron a Poperinge para recibir tratamiento y, sobre todo, para descansar. Como la ciudad era una de las pocas que no habían sido ocupadas por los alemanes, sus restaurantes, hoteles, cines y cabarets estaban llenos de soldados aliados, hasta el punto de que rápidamente se ganó el apodo de "Pop", un sobrenombre cariñoso para la ciudad que servía de cámara de descompresión para estos jóvenes soldados. Sin embargo, la ciudad no se libró de la destrucción y, como muchos otros lugares, Poperinge tuvo que reconstruirse. Sin embargo, no ha olvidado este doloroso pasado, y numerosos museos, cementerios y monumentos conmemorativos permitirán a los visitantes profundizar y conocer mejor a los hombres y mujeres que se sacrificaron por su país.Hoy en día, Poperinge es conocida como la capital del bienestar. Las numerosas terrazas y restaurantes, el ambiente tranquilo combinado con los monumentos y las tiendas le conquistarán. Y no olvidemos las fiestas populares, que son un punto culminante en la vida de los lugareños. Cada tres años, en septiembre, la Triennale du Houblon atrae a miles de visitantes que acuden a presenciar el desfile. Y cada octubre, los amantes de la cerveza acuden a la Fête de la Bière para degustar las últimas novedades de los productores locales.