BASÍLICA DE NOTRE-DAME-DE-MARCEILLE

Poco conocida, esta iglesia fue construida en la cima de una colina que domina Limoux, en el lugar de una capilla mencionada por primera vez en 1137. Rodeada de todo tipo de creencias y leyendas, se accede a ella por un camino sagrado pavimentado. La leyenda cuenta que un labrador, al ver que sus bueyes se negaban a avanzar en su campo, comenzó a cavar la tierra en este mismo lugar hasta descubrir una imagen de la Virgen María con el Niño Jesús en el suelo. Se la llevó hasta tres veces a su casa, las veces que la imagen regresó, sin explicación, al lugar donde la habían encontrado. Según la leyenda, esto se explica por el expreso deseo de la Virgen de ser venerada y rezada en este mismo lugar, lo que dio origen a la construcción de una primera capilla románica, sustituida en el siglo XIV por una gran iglesia. También se dice que la basílica está estrechamente vinculada a la misteriosa historia de Rennesle Château y Rennes les Bains. Un manantial milagroso a los pies del edificio que, se dice, cura las enfermedades oculares, y una Virgen negra atraen a un gran número de peregrinos, especialmente el 8 de septiembre. La nave de cinco tramos mide 29 metros de largo y 17 de ancho, y puede albergar hasta 2000 fieles. En 2007, la imagen de la Virgen Negra fue salvajemente decapitada; ahora, en el coro de la capilla se puede observar una réplica de la imagen rodeada de una multitud de exvotos. El lugar, parada de los peregrinos en su camino a Santiago de Compostela, fue clasificado como Monumento Histórico en la década de 1940.