Los mejores chocolateros Canadá

Fundada en 1979 en Lauzon, esta chocolatería no ha dejado de trabajar desde entonces, hasta el punto de haber dejado su impronta en todo Quebec, así como en Ontario y Columbia Británica. Uno de sus primeros grandes éxitos, el helado bañado en chocolate auténtico, sigue siendo uno de los favoritos, pero desde entonces la empresa ha desarrollado toda una gama de deliciosos productos, como fondue de chocolate, cuencos de postre y un sinfín de otras delicias de chocolate. Tenga en cuenta que esta sucursal está cerca del Parc des Chutes-de-la-Chaudière.

Para los amantes del chocolate, es imposible perderse esta dirección gourmet. En su pequeña tienda del distrito histórico de la destilería, podrá ver cómo se elaboran los manjares ante sus ojos. El chocolate caliente es una maravilla, al igual que las galletas, las trufas, los toffees de mantequilla y los gelati Es sencillo, aquí todo está delicioso y hecho con amor. Uno de los mejores lugares de la ciudad para "endulzarse la boca", como dicen los quebequenses. Otras ubicaciones en King Street West (cerca de Spadina) y Brock Avenue (Parkdale).

Ubicada en una residencia de más de 200 años de antigüedad, esta boutique seguro que le encantará con sus fragancias de chocolate. Las materias primas de calidad proceden de Bélgica, y la chocolatería las transforma en excelentes productos que se distribuyen a los comercios locales o se venden en el propio establecimiento. Las trufas son imprescindibles (probamos todos los sabores) y los sorbetes y helados artesanales también merecen una visita. Una visita obligada para los amantes de la gastronomía

El equipo de la Chocolatería La Cabosse d'Or elabora pralinés y chocolates según métodos tradicionales. Además de las numerosas delicias que ofrece la boutique, dispone de un museo con una ventana al taller, un minigolf de chocolate, un mostrador de helados y sorbetes artesanales y una terraza en el jardín. Una parada gastronómica ineludible que promete dulces degustaciones y compras

Esta chocolatería, ubicada en el antiguo almacén general, es un templo para los golosos. Los chocolates son principalmente ganaches, sumergidos con un tenedor, así como trufas, caramelos, pastas para untar y otras delicias caseras. No pueden faltar los postres de chocolate, los helados, las mini tortitas y los tutti quanti, así como los desayunos dulces y salados. Alojamiento disponible (dos pisos de alquiler semanal).

En su día fue una confitería, pero en 1944 los trapenses se convirtieron en propietarios antes de incorporar oficialmente la fábrica de chocolate en 1978. Su reputación se extiende ahora más allá de las fronteras de la región y la gente viene de lejos para conseguir sus delicias, en particular los arándanos cubiertos de chocolate negro, el producto estrella del monasterio. El lugar forma parte de la red Artisans à l'oeuvre, por lo que podrá vivir una auténtica experiencia de interpretación in situ.