Monumentos a visitar Montenegro

Con 4,5 km de largo y 20 m de alto, las murallas que rodean el casco antiguo constituyen la imagen de Kotor. De origen bizantino, estas fortificaciones ayudaron a proteger la ciudad de los asaltos turcos en los siglos XVI y XVII. La fortaleza de San Juan, que domina la ciudad a casi 260 m de altitud, fue abandonada en 1918. Actualmente en ruinas, se accede a ella subiendo más de 1000 escalones. La vista desde lo alto de sus murallas es espléndida, entre la bahía de Kotor y el monte Lovćen.

En el siglo XVII, Perast, con una potente armada, construyó los más bellos palacios de sus emprendedores capitanes. El pueblo cuenta con diecinueve repartidos por el paseo marítimo y las laderas de las colinas. El palacio Bujović alberga un museo: construido en 1694 por los hermanos Ivan y Marko Bujović, se distingue por una balaustrada decorada con dos leones. Una placa indica la casa donde nació el almirante Matija Zmajević (comandante de la flota rusa). Su tío, el arzobispo Andrija Zmajević, hizo construir su palacio en la colina de San Elías, hoy en ruinas.
Las iglesias también son un reflejo de la pujanza económica de la localidad entre los siglos XVII y XVIII.

Situada en la parte baja de la ciudad, esta impresionante fortaleza del siglo XV se alza orgullosa sobre la localidad. Tras haber pasado por las manos de turcos, venecianos y austrohúngaros, es un vestigio de la época de la dominación bosnia. Fundada por el rey bosnio Tvrtko, resultó dañada por el terremoto de 1979, tras el cual fue reconstruida. Se ha utilizado como cine de verano, discoteca y a menudo como escenario de películas.

Al pasear por la ciudadela, se topará con una pequeña y bonita escultura que, con el paso de los años, se ha convertido en el símbolo de la ciudad. Sobre una roca en el recodo de una playa, la joven bailarina realiza un arabesco hacia el mar mientras espera a su amado. En el camino que va de la ciudadela a las playas de Mogren, déjese llevar por el encanto de la Sirena de Budva, aunque no estará solo, pues muchos turistas se acercan para hacerse fotos con ella. Se dice que tocarla trae buena suerte en el amor.

Construida en 1900, la antigua legación rusa es un vestigio vivo de la época imperial zarista y ofrece una vista impresionante de la ciudad y las montañas circundantes. Tras el Tratado de Berlín de 1878, Rusia restableció una representación en la región, esta vez en Cetinje. La embajada se construyó siguiendo la más pura tradición petersburguesa, tanto visual como espiritualmente. Visualmente, porque el edificio es como un elemento desplazado de la hermosa ciudad báltica. Desde los muros, los ornamentos hasta los detalles del interior, tenemos una auténtica embajada de la cultura zarista en Cetinje. Espiritualmente, porque fue el arquitecto Corradini quien diseñó su estructura. Como en muchos edificios de San Petersburgo, los arquitectos italianos fueron bienvenidos. Disfrute del edificio como testigo de la ciudad imperial rusa.
Hoy en día, la legación rusa se ha convertido en un museo que alberga una colección de arte, muebles antiguos y objetos de la vida cotidiana de los diplomáticos rusos. Los visitantes pueden pasear por las salas ricamente decoradas y admirar las pinturas, esculturas y tapices que adornan las paredes. El mobiliario antiguo, que incluye armarios, sillas y mesas de madera tallada, da una impresión auténtica del ambiente que se respiraba en la casa en el siglo XIX. El lugar también es famoso por su biblioteca, que alberga más de 2000 libros en ruso y otros idiomas europeos.

La antigua Embajada de Francia se encuentra en el centro de Cetinje. Se fundó en 1883 y se cerró en 1918. Esta antigua residencia diplomática, situada en la capital histórica de Montenegro, es una joya histórica y arquitectónica que merece la pena explorar. La legación francesa en Cetinje tenía la misión de representar al Imperio francés en la región y mantener relaciones diplomáticas con los países vecinos. Estaba dirigida por un diplomático de carrera, un agregado militar y un secretario. Además, la legación francesa reforzó los lazos entre los dos países, en particular ayudando a la modernización de las instituciones montenegrinas. Francia también proporcionó asistencia financiera y asesoramiento técnico a Montenegro para ayudarle a establecer relaciones diplomáticas con otros países.
Este edificio se construyó en 1908 a raíz de un traslado. Era necesario que estuviera más céntrico. El edificio fue diseñado íntegramente por franceses: el arquitecto fue André Saffrey y la empresa Perret Frères. Hoy en día, el edificio, reconvertido en biblioteca, es desgraciadamente inaccesible; se le denegará la entrada. Al final, la diplomacia francesa tiene otras prioridades que preservar la memoria de este edificio que, junto con la embajada en Belgrado, representa la amistad entre Francia y los Balcanes.
En la entrada encontrará este cartel en serbio: «Француско посланство 1879-1916. Fransusko poslanstvo». En serbio, un cónsul es «un enviado» (poslat significa «enviar»).

Si es un amante del arte y la historia, no puede perderse el edificio de la «lega di Cettigne», construido en 1905. Esta magnífica residencia diplomática de estilo neoclásico es uno de los centros de la vida diplomática italiana en los Balcanes.
Hoy en día, la legación italiana ha sido restaurada y transformada en museo para permitir a los visitantes descubrir su rico patrimonio cultural. El edificio alberga una colección de objetos de arte y mobiliario que atestiguan la historia de Italia y sus relaciones con Montenegro. Al visitarla, uno queda inmediatamente impresionado por la belleza y el refinamiento de su arquitectura. Los visitantes pueden admirar las grandes columnas de mármol y los balcones decorados con motivos de hierro forjado.
Las salas están decoradas con muebles antiguos, tapices, cuadros y esculturas que reflejan el arte y el gusto de la época. Los visitantes también podrán descubrir objetos de la vida cotidiana, como porcelana de Sèvres, juegos de té de plata y lámparas de cristal de Murano. Como todas las representaciones diplomáticas, la embajada está rodeada de un magnífico jardín donde se jugaba al tenis e incluso al golf. Esta embajada era de gran importancia en vista de las ambiciones coloniales italianas. El objetivo de los italianos era trazar una línea desde Milán hasta Mogadiscio. Los Balcanes debían formar las orillas de un «lago italiano», respaldado por el mar Adriático. En otras palabras, un «lago trampolín» hacia Tripolitania.

Una visita obligada solo por las vistas. Situada al este del casco antiguo de Budva y frente al mar, esta ciudadela ofrece una hermosa panorámica del casco antiguo. Visitará una impresionante biblioteca de libros y mapas antiguos, entre los cuales se encuentra un libro publicado en 1576 en París sobre la historia de Jorge Castriota Skanderbeg, y tendrá la oportunidad de tomar una copa o comer en una terraza con vistas de 360 grados.

Construida en 1602 por orden del gobernador de Venecia Antonio Grimaldi, es el primer monumento que se ve al entrar en el casco antiguo por la entrada principal. La torre, con cuatro pisos y un sótano, se erigió con enormes bloques de piedra extraídos de las rocas del monte Lovćen.

El reloj se añadió en 1810. Y si se fija bien, se tuerce como la de Pisa, una inclinación causada por el terremoto de 1979.

La riqueza arquitectónica de Kotor se debe principalmente a los numerosos palacios barrocos construidos a lo largo de los siglos por la aristocracia local. Como estos edificios no están abiertos al público, solo se pueden admirar desde el exterior. La mejor manera de descubrirlos es paseando por las callejuelas del casco antiguo; así podrá contemplar muchas de las esculturas que adornan las fachadas de estos palacios de aspecto romántico.
El palacio de los Pima, reconocible por su larga balaustrada barroca, data del siglo XVII. El escudo de armas de la familia, sostenido por dos ángeles, puede verse sobre el portal.
El palacio Drago, junto a la catedral, data del siglo XVI. La villa original del siglo XII fue destruida cuando parte de la catedral se derrumbó durante el terremoto de 1667. El palacio alberga ahora el Instituto Regional de Protección de Monumentos Culturales.
El palacio Grgurina, que alberga el Museo Marítimo, data del siglo XVIII. Otros palacios dignos de mención son el palacio Besuća, también del siglo XVIII, y, frente a él, el de Bizanti, del siglo XVII, ambos situados al sur de la plaza de Armas. La historia de la familia Bizanti comienza con Nikola Bizanti, un respetado juez de la ciudad de Kotor. Tras el terremoto de 1667, fue él quien reconstruyó el palacio tal y como se conserva hoy. No se pierda la escalera de piedra, los balcones y el antiguo pozo de agua de este notable palacio.

Situada en el corazón del casco antiguo, esta pequeña torre del reloj coronada con matacanes es el símbolo visual de Herceg Novi y su edificio más famoso. Fue erigida a mediados del siglo XIX en el emplazamiento de una torre más antigua construida en 1667, veinte años antes de que se marcharan los turcos.
La Sat Kula es un monumento de la época turca. No dude en pasarse para descubrir la plaza de la iglesia y algunas cafeterías agradables. Una buena idea para dar un paseo.

Símbolo sobre todo del «barrio antiguo», y situada en la orilla izquierda del Ribnica, esta torre del reloj de piedra fue erigida en 1667. Con sus dieciséis metros de altura, es uno de los pocos vestigios de la época otomana que quedan en Podgorica tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. El mecanismo se sustituyó por completo en 2012. Situada en el corazón de la antigua ciudad otomana, será el punto de partida para visitar las mezquitas y tiendas de los alrededores.

Montenegro se independizó tras el Tratado de Berlín de 1878. La ciudad de Cetinje acogió entonces once representaciones diplomáticas, cuya arquitectura modernista y vivos colores se pueden admirar hoy. El juego consiste en perderse entre las embajadas y adivinar el país al que hacen referencia. Podrá apreciar la obra del arquitecto Corradini, que diseñó la embajada italiana, así como las embajadas rusa, austrohúngara y británica.

Fortaleza de nombre evocador, la «torre sangrienta» fue construida por los turcos. Tenía una doble función, ya que servía tanto de fortaleza defensiva como de prisión para los que se oponían a los turcos. Todavía se pueden ver los dibujos y mensajes de sus antiguos prisioneros. El paseo por las callejuelas del casco antiguo con un paisaje precioso es un verdadero descubrimiento histórico. En verano, se celebran conciertos y representaciones teatrales.

Situada en una colina sobre Sutomore con magníficas vistas al mar y al macizo de Rumija, fue fundada por los venecianos en el siglo XV. Mencionada en 1542 como la Fortezza de Spizi, fue diseñada para resistir a las armas de fuego. En el punto más alto de la ciudadela, a 225 metros de altitud, se encuentra la pequeña iglesia de San Dimitri, del siglo XIII. En su pequeño cementerio, se enterró tanto a ortodoxos como a católicos hasta 1868.

Este modesto palacio, conocido como el palacio Azul por el color de sus fachadas, fue construido en 1896, cuando Cetinje era la capital de Montenegro. Entonces era la residencia del príncipe heredero Danilo, el hijo mayor del rey Nikola. Desde 2010, el edificio es la residencia del presidente de la República. De proporciones modestas y con su fachada equilibrada por una sucesión de columnas corintias, es muy bonito de ver.

Situado después del puente Milenijum sobre el río Morača, de espaldas al centro de la ciudad, el Vezirov most es el puente más antiguo de la ciudad. Construido en el siglo XVI por el gran visir otomano Mehmed Pasha Sokolovič, fue durante mucho tiempo el único puente de Podgorica. Construido en piedra, es reconocible por sus arcadas abovedadas. Cuenta la leyenda que el arquitecto lo construyó con un mortero de arena y huevo, lo que lo hacía indestructible. En agosto se celebran aquí competiciones de salto.

La casa natal del héroe nacional, el príncipe poeta Pedro II Petrović-Njegoš, sigue en pie y ahora alberga su museo conmemorativo. Situada en el centro del pueblo, en la carretera de Kotor, fue construida hacia el año 1780 por el vladika Pedro I, tío de Njegoš, para él y sus tres hermanos. Es una casa sencilla de forma rectangular, compuesta de tres partes idénticas y construida en piedra. Aquí nació también el rey montenegrino Nicolás I.

Construido en el siglo XVII por una influyente familia musulmana, este imponente edificio sirvió tanto de edificio público como de torre de defensa. Su arquitectura recuerda a las casas otomanas de los Balcanes.
Cerca de aquí se encuentran dos antiguas mezquitas que datan de la época otomana de la ciudad, ambas reconocibles por sus minaretes y entradas de madera. La más grande, situada junto a la oficina de correos y conocida como Mezquita Imperial (Careva Džamija), data del siglo XVIII.

Construida en 1885, esta residencia frente al mar originalmente se destinaba a alojar a los invitados oficiales de la corte real que llegaban en barco. Actualmente alberga el Museo Municipal de Bar, donde se exponen cerámicas italianas de los siglos XV y XVI, objetos de una necrópolis eslava del siglo VII, trajes tradicionales y una tumba paleobizantina del siglo VI, la pieza más importante del museo. De visita obligada.