Un lago que desaparece
En el suroeste del país, en la frontera con Albania y Grecia, el lago Prespa es un tesoro para los macedonios, los turistas y la biodiversidad. La ONG BirdLife International ha clasificado la orilla macedonia del lago como una importante zona de conservación de aves. Acoge algunas aves amenazadas, como el pelícano ceñudo (Pelecanus crispus). Sus aguas albergan varias especies de peces, nueve de las cuales son endémicas. Sin embargo, muchos de estos peces, como la trucha asalmonada (Salmo peristericus), se hallan actualmente en peligro de extinción. El lago Prespa, su único hábitat, está desapareciendo como consecuencia del cambio climático: las precipitaciones son cada vez menores, lo que hace que el lago se reduzca considerablemente. En algunos lugares, las orillas de uno de los lagos más antiguos de Europa ya han retrocedido tres kilómetros. Se calcula que entre 1984 y 2020 el lago ha perdido un 7 % de su superficie.
Además, el agua del lago está especialmente contaminada, no solo por el uso de pesticidas en las zonas agrícolas circundantes, sino también por los residuos plásticos transportados por los ríos que lo alimentan. El lago Ohrid, que depende de los flujos de agua subterránea del Prespa, es una víctima colateral de esta situación. De hecho, estuvo a punto de perder su inclusión en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco por este motivo. Sin embargo, más allá de su atractivo turístico, el lago Ohrid tiene una importancia crucial para la comunidad científica. Como uno de los tres lagos más antiguos del mundo, es una fuente de información sin parangón, sobre todo para estudiar la teoría de la evolución.
La naturaleza como vertedero
Hay una grave carencia de infraestructuras de recogida, almacenamiento y tratamiento de residuos. Casi una cuarta parte de la población no dispone de ningún servicio de tratamiento de residuos, y se calcula que hay al menos doscientos centros de recogida de basuras no autorizados en el país. Además, las buenas costumbres tardan en arraigar, por lo que tirar la basura por la ventanilla del coche sigue siendo un gesto muy arriesgado.
Por otro lado, los vertederos al aire libre contaminan la capa freática a través de las precipitaciones. Y, a veces, es el aire el que sufre el mismo destino, cuando se prende fuego a los residuos en un intento de reducir el montón. Si el sistema de recogida de basuras aún está en pañales, el reciclaje lo está aún más. Todavía no está organizado a escala nacional, aunque existen iniciativas aisladas. La empresa encargada de la gestión de residuos, Pakomak, ha intentado recientemente introducir un sistema de máquinas de autoservicio para la recogida de envases de plástico y latas. Hasta la fecha, sin embargo, los esfuerzos han sido demasiado pobres para ser significativos.
Normas europeas: de la teoría a la práctica
Skopje queda asfixiada regularmente por una espesa niebla amarillenta de contaminación. Según el instituto suizo de análisis de la calidad del aire IQAir, en 2022 Macedonia del Norte fue el segundo país más contaminado de Europa. La concentración de partículas finas es cinco veces superior a los niveles máximos recomendados por la OMS. La causa: las emisiones de gases de los automóviles, un arsenal industrial envejecido, y las calefacciones de gasóleo, que siguen siendo muy comunes.
Según el Banco Mundial, en este pequeño país de apenas dos millones de habitantes se atribuyen cada año mil cien muertes a la mala calidad del aire. Además, fue el quinto país del mundo con mayor tasa de mortalidad por coronavirus. Para los expertos, la relación es obvia: si la gente moría más fácilmente de coronavirus en Macedonia del Norte es porque el aire, demasiado contaminado, debilita el sistema respiratorio.
Macedonia del Norte, candidata a la adhesión a la Unión Europea, ha adaptado gran parte de su legislación en este ámbito a las normas europeas. Sin embargo, siguen faltando recursos para garantizar la correcta aplicación de estas nuevas normas, con el resultado de que muchos fabricantes utilizan equipos de alto consumo energético y anticuados, o incluso combustibles prohibidos. De momento, el gobierno está buscando formas de hacer cumplir la legislación vigente. También está haciendo grandes esfuerzos para introducir las energías renovables: el consumo energético del país ha pasado de apenas el 2 % en la década de 1990 a representar el 20 %.
Naturaleza virgen
A pesar de todo, el patrimonio natural de Macedonia del Norte está bastante bien conservado. En parte porque las montañas cubren un 70 % del territorio, lo que lo hace inaccesible y escasamente urbanizado. Además, estos paisajes están protegidos por cuatro parques nacionales.
El mayor de ellos es el Parque Nacional de Mavrovo. Con una superficie de 730 km2, presenta espectaculares paisajes montañosos formados por varios macizos: los montes Šar, el monte Korab y Bistra. Toda la zona está regada por una red hidrográfica muy compleja, alimentada en particular por el río Radika. Este parque cuenta con no menos de diecisiete lagos glaciares, así como con numerosas cascadas, entre ellas la de Korab, la más alta de los Balcanes.
Más al sur, el Parque Nacional de Galichica se extiende por las montañas del mismo nombre. Abarca los lagos de Prespa y Ohrid, y alberga una fauna y flora especialmente ricas, que incluye el lince balcánico (Lynx lynx balcanicus), símbolo del país, que se encuentra en peligro crítico de extinción. Antaño abundante, se calcula que solo quedan unas decenas de ejemplares de este animal, debido sobre todo a la caza furtiva. Macedonia y sus parques nacionales ofrecen sus últimos refugios, especialmente importantes para la conservación de la subespecie.
El Parque Nacional de Pelister es el más antiguo del país. Se creó para proteger otra especie muy local, en este caso una planta, el pino macedonio (Pinus peuce). Esta conífera, símbolo nacional, rara vez se ve, ya que crece sobre todo en altitudes comprendidas entre los 1000 y los 2200 metros. Macedonia cuenta también con otros bosques magníficos, como el de Dlaboka Reka, inscrito en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco bajo el epígrafe de Bosques primarios y antiguos de hayas de los Cárpatos y otras regiones de Europa, que abarca dieciocho países.
Por último, el parque nacional más reciente es el Parque Nacional de los montes Šar, creado en 2021. Abarca una superficie de 621 km2 y se extiende a lo largo de la frontera con Kosovo. Presenta paisajes alpinos, altas cumbres y una treintena de lagos glaciares.