Los mejores museos Azores

Situada a orillas del océano y mirando al Pico, una iglesia totalmente blanca del siglo XVIII (una parte remonta a finales del siglo XV), uno de los mejores ejemplos del arte religioso en las Azores, la iglesia está clasificada como monumento nacional desde 2017. En el interior, los azulejos rebosan la vida de la santa patrona de la iglesia. En el magnífico techo de madera de cedro, se reconoce San Jorge, el Santo Espíritu y Santa Bárbara. Entre los muebles hay un impresionante benítero de madera de cedro magníficamente tallado.

Cerrada desde que finalizó la caza de ballenas, la fábrica alberga un museo que muestra el tratamiento dado a estos gigantes marinos. Todo sigue ahí, incluso los huesos usados para hacer harina. Las enormes calderas, los cuchillos que usaban para cortar el cachalote o el plano inclinado donde descuartizaban a los cetáceos han permanecido como estaban. Es el primer museo industrial público de las Azores. Una visita interesante e imprescindible para conocer las tradiciones de la isla.

Es la antigua fábrica de recolección y procesamiento del aceite de ballena, construida en la década de 1940 y ahora renovada y rehabilitada para convertirse en un apasionante centro de interpretación que depende del Parque Natural de Flores. El lugar está dedicado a la promoción de las áreas naturales notables y protegidas de la isla: desde aves hasta cetáceos, incluyendo especies de plantas endémicas.

En realidad, es la tienda de ultramarinos Central, adquirida por el Ayuntamiento para convertirla en museo. En la planta baja de este antiguo establecimiento comercial, descubrirá testimonios del pasado. Le contarán cómo vivían, qué comían y cómo vestían los azorianos del pasado. Un pequeño museo que solo le llevará unos minutos visitar. Justo al lado hay una taberna donde se puede continuar descubriendo la isla charlando con los habitantes.

El 24 de agosto de 1911, Manuel de Arriaga, nacido en Horta, fue elegido primer presidente de la República Portuguesa. Noble figura de la nación, está enterrado en el Panteón Nacional de Lisboa. Su casa, rehabilitada como casa-museo, incluye una exposición permanente, una sala de exposiciones temporales y una biblioteca; si no conocía a este ilustre personaje, al final de la visita lo conocerá mucho mejor. La Casa Manuel de Arriaga, además de honrar su memoria, promueve sus valores republicanos.