Parques nacionales y biodiversidad
Kenia presume de una gran variedad de entornos naturales. Entre las 34 reservas naturales y los 27 parques nacionales se encuentran los siguientes:
Parque Nacional del Monte Kenia: declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, protege el Monte Kenia y sus bosques. Antiguo volcán, cuenta con una biodiversidad excepcional y paisajes imponentes.
Parques Nacionales del Lago Turkana (Parque Nacional de Sibiloi, Parque Nacional de la Isla Central, Parque Nacional de la Isla Sur): alberga los ecosistemas del salado Lago Turkana, hábitat de aves migratorias y lugar de cría de numerosas especies. Desde 2018 figura en la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro.
Parque Nacional Amboseli: clasificado como reserva de la biosfera por la UNESCO, alberga parte de la comunidad massai. Es uno de los parques más famosos del país, tanto por su megafauna como por sus vistas del Kilimanjaro. Aquí se puede hacer ecovoluntariado y ecoturismo.
Parques nacionales de Tsavo Oeste y Tsavo Este: los mayores parques nacionales del país, las dos entidades están separadas por infraestructuras de transporte. Protegen una gran variedad de entornos naturales (humedales en Tsavo Oeste, incluidos los manantiales de Mzima, y tierras áridas en Tsavo Este).
Parque Nacional del Lago Nakuru: protege el lago del mismo nombre, donde pueden verse muchas aves, entre ellas flamencos rosas. El lago Nakuru, al igual que sus vecinos Elementeita y Baringo, ha visto aumentar bruscamente su nivel de agua en los últimos años, debido a la deforestación, el aumento de las precipitaciones y la actividad sísmica en el valle del rift.
Parque Nacional de MaasaiMara (Reserva Nacional de Maasai Mara): colindante con el Parque Nacional del Serengeti (Tanzania), es famoso por su megafauna (incluidos los Cinco Grandes) y por la Gran Migración.
Parque Nacional de Nairobi: aunque afectado negativamente por su proximidad a la capital, este parque alberga una gran variedad de especies que pueden observarse.
La biodiversidad del país está amenazada principalmente por la fragmentación y destrucción de los entornos naturales (construcción de infraestructuras), el uso de pesticidas y la caza furtiva. Esta última está relacionada con la demanda -principalmente de fuera de África- de marfil y cuerno de rinoceronte, y con el tráfico de especies vivas. El cambio climático y la pandemia de COVID-19 han exacerbado los conflictos entre el hombre y la fauna salvaje. Las repetidas sequías han provocado que los animales abandonen los parques y se acerquen a las aldeas. La crisis del sector hortícola de Kenia, vinculada a la crisis sanitaria, ha llevado a muchos desempleados a pescar ilegalmente en zonas protegidas.
Enfoques virtuosos de la gestión de residuos
La mala gestión de los residuos es fuente de problemas medioambientales y sanitarios. Los residuos se amontonan en la naturaleza -pero también en los cuerpos del ganado, según estudios realizados en mataderos- o acaban quemados en vertederos. En 2017, Kenia se propuso reducir el plástico en origen. El país prohibió las bolsas de plástico de un solo uso (venta, importación y uso). Esta medida, combinada con fuertes sanciones por incumplimiento (penas de prisión y multas), ha demostrado ser suficientemente disuasoria. Sin embargo, sigue existiendo el problema de sustituirlas, en parte por bolsas de plástico reutilizables importadas y más baratas que otros envases locales (bolsas de la compra de fibra de sisal). La falta de instalaciones de recogida y tratamiento de residuos también sigue siendo un problema. Sin embargo, el ingenio de los residentes locales está floreciendo, como demuestra una empresa creada por una mujer keniana para recoger y utilizar plástico en la fabricación de asfalto para carreteras. En otra iniciativa, los propietarios de restaurantes reutilizan el biogás producido por la fermentación del compost y los excrementos humanos para producir energía. Se trata de un planteamiento de economía circular que aporta una solución a la falta de saneamiento y sus consecuencias sanitarias, y constituye una fuente alternativa de energía.
Preservar los recursos hídricos
Los monocultivos intensivos (té, arroz, flores) requieren el uso de pesticidas, que contribuyen a la contaminación de lagos y ríos, entornos ya afectados por la falta de sistemas de saneamiento. El riego de flores y la ganadería suponen más del 70% del consumo de agua del país. Para satisfacer estas necesidades, el país ha creado embalses artificiales. El cambio climático está exacerbando las sequías y, con el riesgo de escasez de agua, aumenta el espectro de la inseguridad alimentaria. Las sequías de 2015, 2017 y 2019 aumentaron el estrés hídrico del país y causaron importantes pérdidas entre el ganado.
Enfrentarse al cambio climático
Kenia es uno de los países más vulnerables al cambio climático, a pesar de ser uno de los que menos gases de efecto invernadero emite. A nivel local, el calentamiento global está provocando una mayor frecuencia e intensidad de los fenómenos extremos (inundaciones, sequías), que afectan sobre todo a las poblaciones más pobres del país. Los productos exportados también están amenazados: el rendimiento del té ya está disminuyendo y, según algunos estudios, podría reducirse a la mitad de aquí a 2050. En 2018, las inundaciones mataron a un centenar de personas y obligaron a casi 300.000 a desplazarse, en un país que ya había sufrido una sequía varios meses antes. Se cree que esta situación, que ha provocado una caída de los rendimientos y de la inflación, es también la causa de brotes de violencia en el país. Para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, el país ha puesto en marcha una estrategia de desarrollo de la eficacia energética y las energías renovables (solar, geotérmica). La adaptación al clima ya se está aplicando sobre el terreno, donde los residentes locales han introducido soluciones de baja tecnología. Algunos ejemplos son la central hidroeléctrica de Mihuti, fabricada con piezas de bicicletas y ciclomotores, y la plantación de árboles frutales. También se están implantando soluciones de más alta tecnología, como bombas motorizadas para el riego por goteo y la instalación de hornos de bajo consumo, todo ello financiado por el PNUD.