Música tradicional
En Cuba, la música es como el aire: esencial, en todas partes, para todos. Jóvenes y mayores la cantan, tocan y bailan con una vitalidad excepcional. Fruto de la historia del país, es el resultado de una mezcla de culturas española y africana, así como de influencias francesas, haitianas e italianas.
En las raíces de la tradición musical cubana están, por supuesto, las influencias africanas, ligadas a la historia de esclavitud de la isla. La música cubana heredó danzas y cantos religiosos de los grupos étnicos presentes en la época, sobre todo los yorubas, bantúes, calabras (Camerún) y araras, como la santería (que hunde sus raíces en la religión yoruba) y ritmos como la clave (tocada con el instrumento del mismo nombre). Este último tiene sus raíces en la tradición subsahariana y constituye el núcleo de muchos ritmos afrocubanos, así como de gran parte de la música de la diáspora africana.
La habanera fue una de las primeras formas cantadas que surgieron en Cuba. También fue uno de los primeros sonidos nacionales que se exportaron fuera de la isla. Derivada de la contradanza, cuyo ritmo recoge, y mezcla de influencias españolas y africanas, se impuso hacia finales de la primera mitad del siglo XIX. Langorosa y particularmente expresiva (como se puede escuchar en La Paloma , de Sebastián Yradier), la habanera viajó por todas partes, conquistando a compositores clásicos como Debussy, Ravel y Bizet, que la incluyó en su ópera Carmen.
El són cubano, o simplemente són, es uno de los estilos más populares e influyentes de Cuba y de la música latinoamericana. Surgido a principios del siglo XX, es una forma poética, musical y bailable que se remonta a cuatro siglos atrás. Combinando influencias hispánicas (la estructura de la canción española) y africanas (el ritmo y la percusión), enriquecidas por la música francesa, es uno de los pilares de la música cubana. Surgido en el siglo XIX en los campos de Oriente de Cuba, los trovadores ("trovadores", músicos itinerantes que desempeñaron un papel importante en la música cubana) popularizaron el género, utilizando las claves (pequeños palos de madera golpeados entre sí) y la guitarra como instrumentos principales. Los estribillos y las estrofas se estructuran en torno a preguntas y respuestas que van pasando entre el cantante y el coro. Música fundamentalmente popular, se inspira en la vida cotidiana. Ignacio Pineiro, el Sexteto Habanero y el famoso Compay Segundo fueron los nombres que dejaron su impronta en el género y contribuyeron a su despegue internacional en la década de 1930. Compay Segundo era miembro del Buena Vista Social Club, el legendario grupo de són que aparece en el célebre documental homónimo de Wim Wenders de 1998.
¿Predecesor? ¿Heredero? No estamos seguros, pero una cosa es cierta: el són y el sucu-sucu están relacionados. Este género, originario de la Isla de la Juventud, es muy parecido a una variante del són, con la diferencia de que los instrumentos de percusión son muy distintos. El término sucu-sucu se refiere tanto al estilo de música como a la fiesta en la que se interpreta.
Otra variante del són, el changuy, procede de la región de Guantánamo, donde es una especialidad (y motivo de orgullo). Combinando la estructura y los elementos de la canción popular española con ritmos africanos y percusión de origen bantú, el changuy se sigue bailando y cantando en fiestas y peñas guantanameras, acompañado de la marímbula, el lamellófono emblemático del género. La Fiesta a la Guantanamera, que se celebra cada diciembre en Guantánamo, está dedicada al changuy.
Por último, es imposible no mencionar el bolero. Con poca relación con la danza española del mismo nombre, este género sentimental es similar a la habanera o el són y desciende de la poesía popular romántica cultivada por los trovadores de la época. De hecho, se atribuye a José Pepe Sanchéz -el padre de los trovadores- la creación del bolero de título Tristeza, en 1883. A menudo acompañado de textos poéticos que combinan nostalgia, romanticismo y amor frustrado, sintoniza a la perfección con el alma cubana... A finales de junio se celebra en La Habana el Festival Internacional de boleros de oro, creado en 1986 por el compositor y musicólogo José Loyola Fernández, y considerado el más prestigioso evento bolero organizado a este lado del Atlántico.
Para los interesados en el folclore cubano, hay dos lugares muy recomendables: el Teatro Mella de La Habana y el Teatro Heredia de Santiago, donde a menudo se pueden ver notables actuaciones del Conjunto Folclórico, famoso conjunto que promueve el patrimonio folclórico del país.
Música popular
Las décadas de 1940 y 1950 fueron prodigiosamente prolíficas en Cuba. El compositor y violinista Enrique Jorrín firmó el acta de nacimiento del chachachá en 1953 con La engañadora , en la que combinó dos ritmos cubanos, el danzón y el montuno (una variante rural del són), conservando la síncopa del són pero simplificándola para hacerla más bailable. El éxito fue inmediato, tanto en Cuba como en el extranjero. Antonio Arcaño y su grupo Las Maravillas, los hermanos Israël y Cachao López, Antonio Sánchez y Félix Reina se subieron al carro. Brigitte Bardot, en la película Et Dieu créa la femme (1956), baila un chachachá cantado por Darío Moreno. Animado por su éxito, el chachachá inspiró también al neoyorquino Tito Puente, al panameño Rubén Blades y a nuestro Charles Aznavour.
A principios de los años 50, el pianista y director de orquesta Dámaso Pérez Prado creó un nuevo género, el mambo, con sus sucesivos éxitos Mambonº 5, Mambonº 8 y La Chula Linda. Paralelamente al chachachá, y partiendo del mismo núcleo, el mambo también evolucionó a partir del danzón, al que añadió influencias norteamericanas, especialmente del jazz, ya que el género estaba destinado a ser interpretado por orquestas big-band con una rica sección de metales. Grandes de la música cubana como Bebo Valdés y Beny Moré se inspiraron en gran medida en el mambo antes de que el género desapareciera, suplantado por el éxito del chachachá.
A finales de los años 60, junto a la nueva canción en América Latina, nació en Cuba la nueva trova. Canción joven, comprometida y poética, la nueva trova ofrecía una dimensión política inédita al trovador. El trovador es un cantante nómada acompañado únicamente por su guitarra, figura esencial de la cultura cubana. El trovador fue una figura clave de la cultura cubana, que difundió y popularizó ciertas formas de música, como el bolero en el siglo XIX. Algunos trovadores son compositores de gran talento, como Sindo Garay, autor de numerosos standards cubanos y emblema del género. Tras la revolución cubana, la nueva trova marcó el renacimiento del género, liderado por músicos que llegarían a ser importantes como Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, y se centró en temas como el socialismo, la injusticia, el sexismo, el colonialismo y el racismo. Aunque el estilo alcanzó su apogeo en la década de 1970, decayó rápidamente a partir de entonces.
Fue por entonces cuando se popularizó uno de los géneros cubanos más conocidos en el mundo: la salsa. Literalmente "salsa", la salsa es una nueva fusión del són cubano, esta vez con el jazz, el mambo y otros ritmos caribeños como el merengue y la cumbia. Hoy es una de las músicas preferidas de los cubanos. Sin embargo, el término salsa no tiene su origen en la isla, sino en Estados Unidos. El género nació en Nueva York a finales de los años 60, en barrios latinos pobres, con un mensaje social. A partir de entonces, estrellas internacionales como Celia Cruz ayudaron a consolidar el estilo. Aunque se refiere a un género con sus propios códigos específicos, la palabra salsa se ha ido extendiendo hasta convertirse en un término genérico para toda la música latina, desde el danzón al mambo, pasando por el antiguo són e incluso el más reciente latin house. En resumen, salsa es un término genérico de marketing que engloba una amplia gama de música latinoamericana que a menudo tiene poco que ver con... la salsa.
Mientras surgía la salsa en Nueva York, Los Van Van -los "Rolling Stones cubanos"- modernizaban el són con su famoso songo, una versión rockera y eléctrica de la rumba. El songo es importante porque dio origen a la timba, uno de los estilos cubanos más bailados y a menudo confundido con la salsa.
El último género hiperpopular de la isla es la rumba. Asociada en sus orígenes a los barrios pobres de grandes ciudades como La Habana y Matanzas, ha ido abandonando poco a poco su cuna tradicional para invadir todo el país. Existen tres variantes: la lenta columbia, acompañada de percusión; el rápido y erótico guaguancó, acompañado sólo de percusión; y el yambú. La improvisación, los intrincados pasos de baile y los tambores polirrítmicos (reflejo de las tradiciones rítmicas africanas) son los elementos clave de todos los estilos de rumba. Varios grupos locales se han convertido en pilares del estilo, como Los Papines, Clave y Guaguancó y Yoruba Andabo.
Aparte de estos pocos géneros, el panteón cubano incluye algunos nombres que es importante conocer o reconocer. El primero de ellos es, por supuesto, Beny Moré. Fabuloso improvisador y tenor virtuoso, ha adornado con su talento todos los géneros musicales cubanos, destacando en el són cubano, el mambo y el bolero. Es un poco como el Frank Sinatra de la isla, y su leyenda perdura gracias a las grandes orquestas de salsa que versionan sus canciones y las hacen imprescindibles. Otro monumento cubano, y no el menos importante, Celia Cruz fue la reina de la salsa. Su éxito contribuyó en gran medida a popularizar el género entre el gran público y a escala internacional. Su carrera despegó en 1950 con el legendario grupo Sonora Matancera, con el que recorrió Latinoamérica durante quince años antes de trasladarse a Estados Unidos en 1960 en oposición a la revolución castrista. Sin embargo, sus letras y entrevistas revelan una profunda nostalgia por su país. Amiga íntima de Tito Puente, grabó ocho discos con él antes de acompañar al célebre flautista Johnny Pacheco. Con varios discos de oro en su haber, ha sido la mayor embajadora de la salsa en todo el mundo. El último icono cubano, Compay Segundo, es inseparable del Buena Vista Social Club. Aunque siempre ha sido un pilar de la escena local, fue el álbum que grabó en 1997 bajo la dirección de Ry Cooder -en el que aparece junto a otras luminarias cubanas como Rubén González, Ibrahim Ferrer y Eliades Ochoa- el que realmente le dio a conocer internacionalmente. Gran exponente del són, acompañaba su canto con un armónico, una especie de guitarra modificada. A él le debemos varias canciones clave en la cultura cubana, como Chan Chan.
Hay dos lugares a los que acudir en La Habana: la Casa De La Trova, visita obligada para los aficionados a la música cubana en directo, donde se puede asistir a conciertos de salsa, són o trova, y el Teatro Karl Marx, un enorme edificio (5.000 localidades) reservado preferentemente a conciertos que atraen a grandes multitudes y a estrellas como Descemer Bueno. Aquí se suele ver a leyendas cubanas.
Los instrumentos
A partir del siglo XVIII, instrumentos de origen africano como el bongó, hasta entonces confinados a los esclavos negros, se hicieron populares entre los blancos.
Anakue. Instrumento formado por dos conos metálicos rellenos de semillas secas o grava, unidos por la parte superior.
Bandurria. Instrumento de cuerda muy utilizado en la música guajira.
Bombo criollo. Tambor de origen europeo, como su nombre indica; se toca en los carnavales.
Bongo. Pequeños tambores que se sujetan de dos en dos entre las rodillas del percusionista, que toca sentado. Este instrumento está omnipresente en todas las orquestas de salseros.
Botija. Una especie de jarra con un sonido profundo, utilizada como bajo para el són.
Campana. En su forma más básica, la campana es una especie de campana, recuperada de las zonas rurales para hacer un instrumento auténtico. Se golpea con un trozo de madera para dar ritmo a la música de un grupo improvisado. La campana utilizada en las orquestas de salsa puede producir varios timbres diferentes, dependiendo de dónde se golpee. Hoy en día es un instrumento de percusión oficial en una orquesta salsera, junto con los timbales.
Clave. Otro instrumento de percusión fabricado con los medios disponibles para satisfacer la necesidad de ritmo. Nacido en el puerto de La Habana, consiste en dos piezas cilíndricas de madera dura que se golpean entre sí. Pero su sencillez no debe ocultar su originalidad e importancia. Se ha convertido en un elemento básico de la música latina y marca el ritmo del grupo de salseros.
Conga. Gran tambor de origen africano que suele tocarse por parejas, con el conguero de pie.
Ekon. Utilizado en la música ritual abakuá, esta campana de metal sin badajo ni asa se golpea con un trozo de madera.
Maracas. Dos pequeñas calabazas cerradas con asas, rellenas de semillas secas. Se agitan al ritmo de un sonajero y producen un crujido característico, suave y discreto. A menudo las toca el cantante o un corista.
Quinto. Tambor africano con una superficie de golpeo más pequeña que la conga, el quinto produce un sonido agudo.
Reja. Instrumento de percusión rudimentario formado por una pieza de metal y un gran clavo que se utiliza para golpear el metal. La reja se utiliza principalmente en los carnavales callejeros.
Tahona. Pequeño tambor tradicional muy tocado en Oriente.
Timbales. Tambores montados en pares, montados sobre un soporte y realzados con cascabeles u otros accesorios, incluyendo a veces un bombo accionado por un pedal. El timbalero toca de pie, golpeando la piel con baquetas largas y ligeras.
Tres. Instrumento típicamente cubano, muy presente en la música guajira y en las orquestas de són, tiene forma de pequeña guitarra con tres cuerdas dobladas; produce un sonido pequeño y agudo y aún hoy se utiliza principalmente en las orquestas tradicionales.
Tumba. Tambor (aunque el término también hace referencia a la danza asociada a él) utilizado en Cuba, sobre todo en su región oriental.
Música clásica
En Cuba se olvida con demasiada frecuencia, pero la música culta (o llamada "clásica") también es importante. Uno de los primeros compositores notables de la isla fue Manuel Saumell (1818-1870), a quien a veces se considera el padre del nacionalismo musical cubano, porque creolizó la música culta de su época con la música tradicional local. Además, y esto es menos conocido, Saumell fue profético en sus composiciones, inventando ciertos ritmos adelantados a su tiempo que no verían realmente la luz hasta después de él. Contradanza, habanera, danzón, guajira, criolla, clave... todos ritmos que aparecieron por primera vez en manos de este visionario.
Le siguió Ignacio Cervantes (1847-1905), el "Chopin cubano". Este pianista y compositor sigue siendo famoso por sus 41 danzas, el equivalente cubano de las Danzas eslavas de Dvořák.
Por la misma época, el compositor y violinista José White (1836-1918), de padre español y madre afrocubana, adquirió fama internacional (vivió en París, entre otros lugares). Su obra más famosa es La Bella Cubana, una habanera.
A principios del siglo XX, los impulsores de la composición cubana fueron Gonzalo Roig (1890-1970), uno de los fundadores de la Orquesta Sinfónica Nacional y pionero del movimiento sinfónico cubano, y Ernesto Lecuona (1895-1963). Este último está ampliamente considerado como uno de los más grandes pianistas y compositores cubanos de su siglo, autor de más de 600 piezas, entre zarzuelas y suites, la mayoría de vena cubana. Inspiró al mundo de la música latinoamericana del mismo modo que Gershwin lo hizo en Estados Unidos.
Su contemporáneo fue Joaquín Nin (1879-1949), compositor conocido por sus arreglos de música popular española y, sobre todo, por ser el padre de la escritora Anaïs Nin.
Tras la revolución cubana, una nueva generación de músicos clásicos apareció en escena a principios de los años sesenta. El más importante de ellos fue el virtuoso de la guitarra y director Leo Brouwer, que hizo una enorme contribución a la música nacional, así como al repertorio moderno de guitarra clásica. Pero la influencia e importancia de Leo Brouwer van mucho más allá de la guitarra. Su producción incluye más de 300 piezas para todos los instrumentos, y ha dirigido algunos de los conjuntos más prestigiosos del mundo, entre ellos el Ensemble de París en 1981. Diez años antes, a principios de la década de 1970, fue director de la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, que sigue siendo la más prestigiosa (y casi la única) del país. El conjunto actúa regularmente en el Gran Teatro de La Habana. Construido en 1833, por él han pasado algunos de los más grandes nombres de la historia del espectáculo, como Caruso y Sarah Bernhardt. Excelente acústica y arquitectura original.
Jazz
El jazz se introdujo en la isla en los años veinte e influyó en la música cubana, pero pronto ocurrió lo contrario. Algunas de las composiciones para big band de Dizzy Gillespie así lo atestiguan. Músicos cubanos como el percusionista Chano Pozo, el saxofonista y trompetista Marío Bauza, el trompetista Arturo Sandoval, el saxofonista Paquito de Rivera y el fabuloso pianista Chucho Valdés contribuyeron a establecer y propagar el jazz afrocubano. El último de ellos, Chucho Valdés, es un caso especialmente interesante. Hijo y discípulo del músico cubano Bebo Valdés, creció en un ambiente impregnado de las últimas tendencias de la música cubana. Mezclando influencias del piano clásico y la tradición folclórica, se familiarizó con los sonidos de Ernesto Lecuona y Beny Moré. Su carrera comenzó en 1957, cuando se unió al grupo Sabor de Cuba, dirigido por su padre. A partir de 1963, además de sus actividades como músico de jazz, tocó el piano en la orquesta del Teatro Musical de La Habana. En 1973, formó el conjunto Irakere con otros cuatro músicos y se estableció rápidamente como grupo clave. Irakere se ha convertido en un grupo legendario de la música cubana, alternando con éxito el repertorio popular cubano con el jazz latino durante varias décadas.
Otro fenómeno del jazz cubano que debe conocer: Roberto Fonseca. Cuando Rubén González tuvo que ser sustituido al piano en el famoso Buena Vista Social Club, el gran cantante Ibrahim Ferrer impuso a un pianista muy joven de cuyo talento estaba seguro. Roberto Fonseca sólo tenía entonces 26 años, y su carrera estaba a punto de despegar como un cohete. Ahora es conocido en todo el mundo, y en particular en Francia, donde es muy apreciado por los aficionados al jazz y considerado uno de los mejores pianistas del planeta. Sus conciertos son impresionantes, no sólo por su perfección técnica, sino también por su escenografía.
El último gran talento es Harold López Nussa, considerado por muchos uno de los músicos con más talento de su generación. Tras una sólida formación clásica en el conservatorio Amadeo Roldán de La Habana, Harold completó sus estudios musicales en el Instituto Superior de Arte. Rápidamente se apasionó por el jazz y, tras acompañar a algunos de los grandes nombres de la música cubana, forjó su propia firma en la encrucijada del jazz y la música popular cubana.
Un talento cubano a tener en cuenta: el trompetista Yelfris Valdés, con una sorprendente mezcla de jazz, músicas del mundo y electrónica. Como ya saben los aficionados al jazz, desde 1978 el Festival Internacional de Jazz de La Habana es uno de los mayores acontecimientos de su género en la región, tanto por su nivel técnico como por su programación. En La Habana, el Jazz Café es un buen lugar para ver un concierto. El grupo Irakere y su líder Chucho Valdés han actuado allí a menudo.
Música actual
En Cuba conviven muchas músicas y géneros. Bastantes. Pero si hay uno que acapara la mayor parte de la atención de los jóvenes, ése es el reggaetón (como en toda Latinoamérica). El género incluso se ha rebautizado aquí como "cubatón" (contracción de Cuba y reggaeton). El grupo líder en este campo es, con diferencia, Gente de Zona. Tienen un éxito tras otro, y se les escucha absolutamente en toda Cuba, con las mayores estrellas latinas llamando a su puerta: Enrique Iglesias, Marc Anthony y Pitbull... El Chacal, Joker, Jacob Forever y su famoso éxito Hasta que se seque el Malecón y Srta Dayana en el lado femenino son las estrellas emergentes a tener en cuenta.
En cuanto a la música electrónica, el recopilatorio Havana Cultura: ¡Súbelo, Cuba!, comisariado por el infatigable DJ londinense Gilles Peterson, es un buen ejemplo de la vitalidad del underground cubano actual, que mezcla la estética tradicional y la electrónica. DJ Jigüe, uno de los pioneros más respetados de la isla, lleva años mezclando house y techno con ritmos afrocubanos y otros sonidos caribeños. Esta firma musical, bautizada como "afrofuturismo tropical", ha inspirado a muchos jóvenes productores de la nueva escena.
Otras artistas de origen cubano son las hermanas gemelas Ibeyi (gemelas en yoruba), que se han convertido en una sensación en Francia en los últimos años. Nacidas en París en 1994, Lisa-Kaindé y Naomi tienen raíces venezolanas por parte de madre y cubanas por parte de padre, el percusionista Anga Díaz, miembro del grupo Buena Vista Social Club fallecido en 2006. Inmersas en el mundo de la música cubana desde muy pequeñas, en 2015 publicaron su primer álbum, Ibeyi, que fue un gran éxito, al que siguió Ash en 2017, en el que cantan en inglés y español.
Para disfrutar de lo mejor de la música actual, dirígete al Centro Bertolt Brecht de La Habana, con sus conciertos, sesiones de DJ y una clientela (muy) de moda, así como, en la misma ciudad, a la Fábrica De Arte Cubano, un local de moda muy centrado en el diseño y la creación contemporánea.