Contra el avance del desierto: un muro vegetal

Mauritania es uno de los 11 países que participan en el ambicioso proyecto de la Gran Muralla Verde. Este muro verde, que atraviesa África de oeste a este, desde Senegal hasta Yibuti, tiene como principal objetivo impedir el avance del Sáhara hacia el Sahel. Se prevé que la muralla tenga una longitud de casi 8.000 km, ¡casi la distancia entre París y Pekín! Aunque por el momento, debido a la falta de recursos, sólo se ha construido el 15% del muro, principalmente en Etiopía, Níger y Eritrea, debería estar terminado para 2030, sobre todo porque los países desarrollados están aportando fondos. Los beneficios de este proyecto, además de la lucha contra la desertificación, son múltiples: protección contra el viento y, por tanto, contra el polvo, causante de numerosas enfermedades, protección contra la erosión, absorción de 250 millones de toneladas deCO2, renovación de los suelos muertos y aumento de las precipitaciones gracias a la transpiración de los árboles. El proyecto también tiene ambiciones sociales, ya que podría alimentar a miles de personas y crear muchos puestos de trabajo.

Para que sus beneficios sean óptimos, el muro vegetal estará formado por especies autóctonas de cada uno de los ecosistemas que atraviese, para adaptarse al clima y al suelo, y albergar una abundante biodiversidad. Mauritania se ha dividido en varias zonas ecológicas. La zona saheliana debería acoger Senegalia senegal, Leptadenia pyrotechnica y Balanites aegyptiaca, todas ellas especies arbóreas locales perfectamente adaptadas a la sequía.

Calor sofocante

Con un clima árido, Mauritania es uno de los países en primera línea del calentamiento global. Sus sequías son cada vez más frecuentes, intensas y prolongadas. Las olas de calor, que a veces superan los 50°C, causan ocasionalmente muertes y cada una de ellas provoca una importante contracción de la economía, ya que más del 60% de los mauritanos dependen de la agricultura para su subsistencia.

Al mismo tiempo, los incendios forestales queman cada año hasta 500.000 hectáreas de valiosa vegetación. En 2021, bastarán cuatro días para que 200.000 hectáreas de vegetación se conviertan en humo.

Si bien el clima natural es la base de esta catastrófica situación, el calentamiento global no es inocente. Aunque Mauritania sólo contribuye en un 0,1% a las emisiones mundiales deCO2, está sufriendo todo su impacto. Quizá por eso comprende la importancia de tomar medidas contra el calentamiento global. Se ha comprometido a reducir sus emisiones deCO2 en un 92% de aquí a 2030, con la ayuda del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). La energía solar se contempla como una solución: un proyecto tanto más vital cuanto que una gran parte de la población sigue sin recibir electricidad, pese a que se considera un factor de desarrollo. Podrían electrificarse hasta 200 pueblos, según el acuerdo firmado en junio de 2022 con el PNUD.

Despilfarro y falta de infraestructuras

Las ciudades son las mayores víctimas de los vertederos, donde los residuos se amontonan sin otra salida. El mayor vertedero del país, al sur de Tivirit, recibe cerca de 1.000 toneladas de basura al día, la mayor parte procedente de la capital, Nuakchot, desde hace quince años. Ante esta creciente montaña de basura, la población local se manifiesta enérgicamente para exigir una solución. Aunque el cierre del vertedero se anunció hace dos años, todavía no se ha llevado a cabo, a falta de otra solución. La situación se está cobrando un alto precio en el medio ambiente, ya que los residuos acaban regularmente en el entorno natural, contaminando los escasos recursos hídricos. También está perjudicando a la salud pública, ya que los casos de cáncer se multiplican como consecuencia de esta contaminación.

Pero existen soluciones. Desde 2021, la ciudad de Atar, en el oeste del país, es el escaparate de una política que podría aplicarse a escala nacional. Con ayuda occidental, se han suministrado dos camiones, una pala cargadora y un vehículo utilitario a esta localidad de casi 30.000 habitantes, se ha impartido formación y se han rehabilitado los equipos existentes para complementar los equipos y comités ya existentes. La gestión de residuos en la ciudad ya se perfila como un éxito.

Agua: una larga lucha

La sequía persistente y la falta de fondos para crear infraestructuras están llevando a Mauritania a una búsqueda permanente del oro azul. Los recursos subterráneos son ya escasos, y las lluvias infrecuentes, e incluso hay comunas situadas en lugares sin una capa freática continua. Y cuando por fin se dispone de agua, ¡está salada por la arena del desierto! Las grandes ciudades, como Nuakchot, se enfrentan sobre todo a la falta de infraestructuras de depuración del agua. Aunque el acceso al agua ha mejorado mucho en los últimos años, el saneamiento tiene dificultades para imponerse, con lo que el agua es fuente de muchas enfermedades (paludismo, diarrea, dengue)..

Las soluciones a estos problemas se enfrentan principalmente a la falta de fondos. Por ejemplo, Nuakchot espera inversiones para una planta desalinizadora que debería tratar 200.000m3 al día: una pequeña revolución para la ciudad de un millón de habitantes. El Banco Mundial y la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD) han aportado cada uno un total de 50 millones de euros para el acceso al agua potable, pero el reto es tal que los avances, aunque presentes, son lentos.

Parques nacionales

Mauritania cuenta con tres parques nacionales y otras zonas protegidas con otros estatus. Entre ellos, el Parque Nacional de Diawling es un verdadero éxito de la protección del medio ambiente Sin embargo, no empezó con buen pie, ya que se abrió tras un desastre medioambiental. El delta del río Senegal era antaño una de las regiones más exuberantes de África Occidental. La flora y la fauna se enriquecían con las crecidas cíclicas del río, que inundaba el valle, hasta que la construcción de dos presas en la década de 1970 interrumpió este ciclo. Esto secó la tierra, dejándola abocada a la desertización. En 1991 se creó el Parque Nacional de Diawling como solución sostenible para restablecer el equilibrio. Treinta años después, la vegetación ha regresado, junto con una rica flora. Cuando se creó, el parque sólo tenía 3 especies de aves. Hoy hay 369, ¡incluidas varias especies amenazadas!

El Parque Nacional del Banc d'Arguin tiene un doble objetivo de conservación, ya que abarca ecosistemas terrestres y marinos. Su interés es tal que en 1989 fue inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Hay que decir que el encuentro de su extensión desértica y las costas atlánticas crea un entorno notable y muy contrastado, donde viven numerosas especies. Es uno de los hábitats más importantes del mundo para las aves nidificantes, ¡con entre 50.000 y 80.000 ejemplares! En el agua prosperan 45 especies de peces y 11 de crustáceos. También hay especies amenazadas, como la tortuga verde(Chelonia mydas), clasificada en peligro, y el delfín jorobado del Atlántico(Sousa teuszii), en peligro crítico.

Por último, el Parque Nacional de Awleigat, creado en 2006, está aún en sus inicios. Su objetivo es conservar la biodiversidad local e incluso reintroducir ciertas especies que han desertado de la zona, como el avestruz africano(Struthio camelus).