Esta agradable ciudad, poco frecuentada por los turistas, debe su nombre al río Strumica, que forma una fértil llanura entre el gran macizo de Beles, al sur, el pequeño monte Elenica, al oeste, y el monte Ograzhden, al noreste. En la frontera entre Grecia y Bulgaria, la región fue un importante centro del monacato ortodoxo en la Edad Media. Aunque varios monasterios dan testimonio de este rico periodo, la población se dividió en varios grupos religiosos. Los agricultores turcos musulmanes fueron los primeros en asentarse aquí. Una proporción significativa de eslavos optó por el catolicismo (rito bizantino) en el siglo XIX y por diversas iglesias protestantes en el siglo XX. Esta diversidad es uno de los rasgos distintivos de Strumica. Alrededor de la gran plaza Goce-Delčev, la ciudad cuenta con diversos lugares de culto, así como casinos, una fortaleza heredada del zar búlgaro Samuel, un pequeño gran museo, un par de bonitas calles y algunos buenos restaurantes. Al recorrer el río Beles en dirección a Bulgaria, también encontrará baños romanos, senderos y cascadas que le harán desear quedarse más tiempo en esta parte poco conocida del norte de Macedonia.

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La ville de Strumica. stoyanh - Shutterstock.com
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