Sea cual sea el lugar donde te encuentres, sea cual sea tu hambre -pequeña o grande- este cartel es tan ineludible como bienvenido. En el corazón del centro o frente al Zénith, la calidad es la misma. Por nuestra parte, se alza la calle Saint-Pierre en la que la elección es un poco más variada y el marco más cálido. El edificio acoge pananques-pasteleros desde hace unos cien años y ha conservado casi los olores. Piedra vista, lámparas de araña, revestimiento, una gran chimenea, embaldosado a la antigua, la tienda es del más bonito efecto. Allí encontrarás toda la gama: panes (varios cuatritos durante el día, que permiten tener gastos todo el tiempo), los azotes, los benoitones, los sándwiches (se puede consumir in situ con la fórmula de comer-pie), la bollería (la tarta de azúcar-miam), los pequeños hornos salados o dulces y otras bollería (el modo de azúcar-miam). crema de chocolate, muy mullida. Frente al Zénith, si el tiempo lo permite, puedes disfrutar de la terraza. Siempre se cruza y se sirve para la creria, especialidad del norte y Bélgica (el con azúcar…) y el cuadrado con crema, una mil hoja, sin tele en el medio, pero con mucho más crema. Todo para apaciguar los mejores deseos gastronómicos inmediatos o futuros. " La gastronomía empieza cuando ya no se tiene hambre ", decía Alfonse Daudet. ¡Una sabia palabra que meditar al ponerse de acuerdo! ¿Otra bocadilla?