Creencias y fe
Los restos arqueológicos sardos más antiguos atestiguan la presencia de cultos paganos. Estatuillas de divinidades, círculos funerarios, estelas de culto y fuentes sagradas salpican la isla, atestiguando la fuerza de unas creencias populares muy arraigadas. Tras el Concilio de Nicea en 325, Roma concedió la libertad de culto. Cerdeña se convirtió al cristianismo sin abandonar ciertas creencias. Sus vestigios han sido objeto de numerosos estudios científicos, sobre todo en el siglo XX, en la inmediata posguerra. La Italia comunista se fijó en las tradiciones populares de sus regiones más pobres, donde el dogma de la Iglesia no parecía haberse apoderado completamente del control de las almas. El filósofo sardo Antonio Gramsci, cofundador del Partido Comunista, teorizó que las clases bajas escapaban a las "concepciones sistemáticamente elaboradas y políticamente organizadas" de la Iglesia, dirigidas a las clases altas. El resultado fue una carta de creencias que combinaba magia, paganismo y cristianismo, más adaptada a sus necesidades que la doctrina oficial. En su novela Le Christ s'est arrêté à Eboli (1948), el escritor antifascista Carlo Levi describe a estas clases rurales empobrecidas, que combinaban la magia y las relaciones mercantiles con la expresión de su fe: "Delante de todas las puertas, los campesinos esperaban la procesión, con un cesto de trigo en la mano, y lo arrojaban a puñados al paso de la Virgen, para que pensara en las cosechas y les trajera buena suerte [...]. [...] Delante de las puertas de algunas casas, a medida que se ensanchaba el camino, se colocaban mesas cubiertas con manteles blancos, como pequeños altares rústicos. La procesión se detenía ante ellas [...] y los campesinos y las mujeres se acercaban para llevar las ofrendas".
Fiestas largas
Fiestas patronales, romerías y festivales tradicionales siguen desempeñando un papel importante en el calendario sardo. Se trata de dar las gracias al santo patrón, conmemorar un milagro e implorar buenos augurios para una buena cosecha y una vida mejor. También se trata de romper el círculo de la miseria y traer la abundancia, como con ocasión de las "largas fiestas". Durante nueve días, se suprime la jerarquía social y los habitantes se reúnen en una sala reservada a tal efecto, trayendo una gran cantidad de provisiones que luego se disponen a consumir. Estas singulares peregrinaciones fueron estudiadas por la antropóloga Carla Gallini en su libro La Consommation du sacré. Fêtes longues en Sardaigne. Sin embargo, la antropóloga constata que "la emigración, el paso de muchos campesinos al sector terciario y el crecimiento de las clases medias están en proceso, si no de desarraigo, al menos de transformación radical de los contenidos religiosos y las fiestas tradicionales". Confirma que la mejora económica está provocando la desaparición de tradiciones paganas, como fue el caso de la danza argia, una forma de exorcismo que se extinguió en los años setenta.