Familia

La tasa de fecundidad de Bolivia es de 2,45 hijos por mujer. Desde los años ochenta ha descendido considerablemente. Bolivia tiene una población joven: el 30,3% tiene menos de 15 años y el 49,5% menos de 25, mientras que sólo el 6% de los bolivianos tiene más de 65 años (estimaciones para 2024).

Existen grandes disparidades culturales y económicas entre las distintas comunidades del país. Por ejemplo, una familia aymara no funcionará de la misma manera que una familia de una tribu amazónica, o una familia de origen europeo. Del mismo modo, una familia rural tiene preocupaciones diferentes a las de una familia urbana más moderna.

En las familias rurales e indígenas, la unidad familiar es primordial. Los padres suelen vivir bajo el mismo techo que los abuelos, los tíos y sus cuatro o cinco hijos, que a su vez pueden tener uno o dos hijos. Por lo tanto, no es raro ver a cuatro generaciones compartiendo la misma casa. Los padres, y en particular el padre, tienen una autoridad omnipotente. Si una mujer no se ha casado y, por tanto, no se ha "liberado" de sus padres, no es raro que siga totalmente sometida a su autoridad después de treinta años. Sin embargo, la situación es diferente para un hijo: en Bolivia, tener un hijo es más importante para la familia, y el pequeño será más mimado y tendrá más libertad que su hermana.

Los mayores desempeñan un papel muy importante en la unidad familiar. Los hijos mayores cuidarán de sus padres, ya que aquí no existe un sistema de cuidados. Si los abuelos ya no pueden trabajar, serán acogidos por sus hijos. Los mayores siempre tendrán mucho peso a la hora de tomar decisiones que afecten a toda la familia.

En las zonas rurales, se espera que los niños ayuden a sus padres en todas las tareas familiares desde una edad temprana. Las niñas se encargarán de las tareas domésticas y de cuidar a sus hermanos y hermanas menores, y los niños de pastorear el ganado o ir a buscar leña para la casa. En las familias rurales e indígenas, los padres darán más importancia a la educación de los hijos que a la de las hijas, ya que estas últimas se formarán sobre todo para ser madres y esposas.

Educación

Algo menos del 6% de la población es totalmente analfabeta, porcentaje que se eleva al 25% en las zonas rurales. La educación es el pariente pobre del presupuesto nacional, ya que el Estado le dedica poco más del 7% del PIB. Se calcula que al menos un millón de jóvenes no van a la escuela y, lo que es peor, la mitad de la población boliviana no estaría suficientemente escolarizada y sería incapaz de comprender el contenido de un texto. Los niños de las zonas rurales son los más afectados, ya que tienen que proporcionar mano de obra a sus familias, y el absentismo es frecuente. Además, las diferencias lingüísticas y culturales son un obstáculo para el aprendizaje de estos niños de familias indígenas, ya que las clases se imparten en español. Se estima que la duración de los estudios es de poco más de 4 años en las zonas rurales frente a más de 9 años en las zonas urbanas.

El jardín de infancia es nuestro jardín de infancia, a partir de los 3 años. Luego la escuela es obligatoria a partir de los 5 años: es la escuela primaria, que dura 8 años (sin embargo, la UNESCO informa de que el 70% de los niños menores de 9 años no van a la escuela). Le sigue la secundaria (4 años) y después la universidad.

Bolivia cuenta con tres universidades indígenas fundadas tras la promulgación de la Constitución en 2009. El artículo 95 estipula que estas universidades deben hacer todo lo posible para recuperar, preservar, desarrollar y difundir las diferentes lenguas de las naciones y pueblos indígenas: las UniversidadesIndígenasBolivianas Comunitarias Interculturales Productivas. Una en warisata (aymara), otra en chimoré (quechua) y una tercera en kuruyuki (guaraní). Las materias específicas que se imparten no son numerosas: agronomía, agroalimentación o industria textil, veterinaria o piscicultura para las comunidades andinas, hidrocarburos, silvicultura y veterinaria para los guaraníes, pero permiten obtener un diploma de técnico superior, una licenciatura o un máster. El español y una lengua extranjera son obligatorios.

Sin embargo, no nos engañemos: el sistema actual no corresponde realmente a las necesidades de los indígenas, y los planes de estudios nacionales no integran ningún elemento de la cultura indígena. Hay escuelas públicas y muchas escuelas públicas, estas últimas de mucha mejor calidad y que contribuyen a ampliar la brecha social boliviana.

Boda

En este país, el matrimonio debe ser siempre religioso, y la finalidad de la unión es "poblar Bolivia" Una joven pareja aymara o quechua puede vivir junta durante un año sin estar obligada a casarse (concepto de "matrimonio de prueba"). Si la pareja está satisfecha con su vida en común, puede optar por casarse. Si no, pueden separarse sin consecuencias para sus padres o la comunidad.

Sexualidad

La vida sexual de los bolivianos es bastante paradójica: los padres son muy cuidadosos con la sexualidad de sus hijos, pero no es raro que una adolescente sea madre a los 16 años. De hecho, el uso de la píldora y del preservativo es todavía muy poco conocido y poco aceptado por la población.

En un país todavía bastante machista, la homosexualidad sigue estando mal vista. Bolivia es un país muy conservador en ciertas prácticas y orientaciones, y la Iglesia sigue jugando un papel muy importante. A mediados de 2016, el país se distinguió por ser el primero de Sudamérica en permitir oficialmente el cambio de sexo. Las desigualdades que sufre la comunidad LGBTQI+ siguen presentes. Algunas parejas homosexuales se exhiben por la noche en las calles de La Paz o Santa Cruz, pero con mucha precaución.

Lugar para las mujeres

Como ocurre a menudo en América Latina, la sociedad boliviana se adhiere a un sistema patriarcal. La agresión masculina no siempre es física, sino a menudo verbal. Sin embargo, Bolivia apoya la Declaración Universal de los Derechos de la Mujer y fue el primer país latinoamericano en firmar la Convención Interamericana para Prevenir y Erradicar la Violencia. Las leyes protegen a las mujeres contra la violencia doméstica. Pero, como dice el refrán, "entre dicho y hecho hay mucho trecho". Uno de los principales obstáculos para la emancipación de la mujer en Bolivia es la falta de educación (sobre todo en las zonas rurales).

En Bolivia, las mujeres han desempeñado un papel importante en la historia social y política del país. A pesar de esta participación activa en la vida nacional, las reivindicaciones de las mujeres han sido a menudo ignoradas por la sociedad. El mantenimiento del hogar sigue considerándose la principal tarea de la mujer, aunque siempre haya participado en la economía familiar.

El feminicidio es un problema importante en el país (se registraron 91 casos en 2023), y el tema ha sido objeto de un amplio debate nacional en los últimos años. El Gobierno ha lanzado una campaña de sensibilización sobre el tema en 2019, que incluye grandes carteles en La Paz. Además, desde 2024 se exhibe en el Museo Nacional de Arte de La Paz una exposición permanente sobre la lucha de las mujeres contra la violencia y el feminicidio.

La sociedad boliviana es quizá menos machista que los tópicos que podamos tener de los países latinoamericanos: una mujer ocupó en su día la presidencia del país (Lydia Gueiler Tejada, fallecida en mayo de 2011) y poco a poco vemos a mujeres ocupando puestos de relativa importancia dentro de la administración. Fue la senadora Jeanine Añez quien asumió el poder de forma interina en el caótico periodo postelectoral de 2019.

Por supuesto, aún estamos lejos de la igualdad, y el poder de las mujeres se ejerce de forma más discreta en la familia: son ellas las que gestionan el presupuesto familiar, ya que sus maridos no son considerados lo suficientemente fiables para tales tareas.

En cuanto a los derechos de la mujer, el aborto sigue estando prohibido en el país, salvo en caso de violación, incesto o peligro para la madre. Sin embargo, en 2017, la Asamblea estudió la posibilidad de ampliar las condiciones en las que se puede abortar, una medida que suscitó un gran debate y tensión entre conservadores y feministas. En 2018, se ampliaron las condiciones de acceso para incluir el riesgo de malformaciones en niños y adolescentes. En la actualidad, el movimiento feminista en Bolivia sigue presionando para que el aborto se legalice más ampliamente, ya que en la práctica el acceso es más que limitado, incluso incluyendo las nuevas condiciones teóricas de acceso.

Derechos humanos

La Constitución aprobada por referéndum en 2009 ha supuesto importantes avances en la protección de los derechos humanos, especialmente de los pueblos indígenas y campesinos. En la Conferencia Mundial de los Pueblos contra el Cambio Climático de 2010, impulsada por Evo Morales, se elaboró una Declaración de los Derechos de la Madre Tierra (Pachamama) en la que se declaraba que "el respeto a los derechos de la Madre Tierra es más importante que el respeto a los derechos humanos".

Salud

Más del 35% de los bolivianos no tiene acceso a una atención sanitaria moderna en las zonas rurales, y casi el 50% de las personas no ha visto nunca a un médico en su vida. Esto es relativamente normal, dado que en Bolivia sólo hay 1,61 médicos y 1,1 camas de hospital por cada 1.000 habitantes. El gasto en salud representará menos del 6,3% del PIB del Estado en 2023. Por varias razones, los bolivianos son más propensos a acudir a un curandero tradicional que a un médico alópata. Hay sobre todo una razón económica para esta elección, pero no hay que olvidar una razón cultural: el médico alópata será a menudo una persona blanca y no hablará la lengua de su paciente, ya sea de origen quechua, aymara o guaraní. Por ello, los pacientes suelen tener miedo de acudir a un q'ara, un "blanco con dinero".