Una economía dependiente del exterior
Si bien hasta mediados del siglo XX los sectores primario y secundario eran los pilares de la economía andorrana, la apertura del Principado y su apertura tanto al turismo como al comercio han cambiado la situación: hoy en día, más de tres cuartas partes de la población activa trabaja en el sector terciario, con el comercio y la hostelería a la cabeza, lo que hace que Andorra dependa en gran medida del resto de Europa. Analicemos la economía andorrana con más detalle.
Para empezar, el sector primario. Debido a la orografía montañosa, en Andorra no existen más recursos agrícolas específicos que el cultivo del tabaco (desde finales del siglo XIX), la patata y la ganadería (principalmente bovina y equina). Estas tierras agrícolas, que sólo ocupan el 2% del territorio, se ven hoy amenazadas por la construcción de alojamientos turísticos, comercios y aparcamientos, y sólo el 0,4% de la población está empleada en este sector poco rentable. Sin embargo, aunque la agricultura desempeña un papel insignificante en la economía andorrana, las superficies dedicadas al cultivo y a la ganadería contribuyen al atractivo turístico del Principado. El sector secundario emplea al 4,7% de la población. Las industrias que dieron fama a Andorra han desaparecido todas o casi todas. La industria textil, ubicada principalmente en Escaldes debido a la presencia de una fuente de agua sulfurosa, cesó toda actividad en los años treinta. El hierro, reputado de buena calidad y trabajado desde el siglo XVII, dejó de explotarse a finales del siglo XIX. Sólo persiste la industria del tabaco, pero de forma casi anecdótica, así como la producción hidroeléctrica, que sin embargo requiere importaciones extranjeras suplementarias para satisfacer las necesidades de Andorra. Esta baja producción, tanto agrícola como industrial, hace que Andorra sea extremadamente dependiente de otras naciones, principalmente España y Francia. Como consecuencia, tiene que importar grandes cantidades. Actualmente, la maquinaria y los equipos electrónicos, los productos agrícolas, el material de transporte y los productos químicos son las principales áreas de importación. Más del 90% de estos productos proceden de Europa, con Francia y España a la cabeza.
A pesar de ello, el Principado tiene una renta per cápita superior a la media europea. Esto se debe a que, como la mayoría de los países desarrollados, Andorra obtiene sus ingresos del sector servicios, que emplea al 94,9% de la población. Tiene el mayor porcentaje de personas que trabajan en el sector servicios (80%) y de empresas (89%) en comparación con los Estados miembros de la UE. El comercio, las finanzas y el turismo son los puestos clave de esta dinámica económica. Más concretamente, el comercio y la hostelería representan las tres cuartas partes de la actividad y más de la mitad de la mano de obra, compuesta principalmente por empleados españoles y franceses, algunos de los cuales son estacionales. Esta concentración en un solo sector de actividad es evidentemente peligrosa: una caída significativa del número de turistas, sobre todo en 2010 y 2011, se lo ha demostrado al país, sin que éste haya sido capaz de remediarlo realmente...
El papel esencial del turismo
El turismo despegó en Andorra en los años sesenta. Su entorno montañoso, hasta entonces inexplotado, lo convirtió en un destino europeo predilecto para los amantes del aire libre y los descensos nevados. La práctica democrática del esquí, ya muy extendida en los Alpes, se extendió a las cumbres pirenaicas andorranas y pronto se convirtió en uno de los principales motivos para visitar el Principado. Gracias a su proximidad, los turistas franceses fueron los primeros en venir a probar las alegrías de las estaciones andorranas de El Pas de la Casa y Grau Roig. Sin embargo, la crisis mundial de 1973 frenó en seco este incipiente turismo deportivo, y los franceses se quedaron en casa debido a la colosal subida de los precios de la gasolina. Los españoles, en cambio, se instalaron rápidamente en Andorra y descubrieron el esquí, una actividad hasta entonces relativamente desconocida. Andorra se puso muy de moda y los españoles pronto adquirieron la costumbre de venir a esquiar y a hacer sus compras.
Hoy en día, los españoles siguen siendo los principales visitantes de Andorra. A continuación vienen los franceses, luego los miembros de otros países europeos, incluidos los rusos. Estos últimos visitan cada vez más el Principado, sobre todo en invierno, cuando pueden disfrutar de las estaciones de esquí del pequeño país pirenaico. Sin embargo, los visitantes no suelen permanecer mucho tiempo en Andorra, ya que rara vez pasan aquí más de una semana de vacaciones. De hecho, dos tercios de los turistas permanecen en Andorra sólo un día, y el motivo principal de su visita es comprar productos libres de impuestos. Debido a la enorme diferencia de precios y a la proximidad geográfica, los franceses representan el mayor porcentaje de este turismo de paso: Pas-de-la-Case, con su formidable oferta de tiendas a precios atractivos, es una ciudad fronteriza con Francia.
Para un país de superficie y población microscópicas, el turismo representa un vector financiero incomparable del que extrae su riqueza. Permite a los andorranos mantener un alto nivel de vida, con un PIB per cápita y una esperanza de vida entre los más altos de Europa. Solo en 2018 (últimas cifras disponibles), el número de visitantes superó por primera vez la barrera de los 3 millones (9 millones de pernoctaciones), principalmente procedentes de Francia y España, lo que confirma el aumento del turismo desde 2012. También hay que señalar que el número de visitantes al Principado aumentó considerablemente durante la temporada de verano, lo que demuestra que Andorra atrae a visitantes por algo más que sus pistas de esquí. Sin embargo, como en el resto del mundo, el año 2020 supuso un serio freno para las cifras de turistas. Y 2021 no fue mucho mejor. En el verano de 2022, sin embargo, las cifras de turismo aumentaron con respecto a los dos años anteriores.
Fiscalidad y soberanía
Andorra tiene un estatus político único en el mundo, creado por la firma de los Paréages en el siglo XIII: es un principado bajo la soberanía conjunta de dos copríncipes. El Obispo de Urgell y el Presidente de la República Francesa comparten la función de Jefe de Estado. El poder ejecutivo lo ostenta el Gobierno, mientras que el legislativo está en manos de los 28 miembros del Consejo General. Los importantes cambios económicos, demográficos y culturales que experimentó el Principado a finales de los años sesenta le llevaron gradualmente a embarcarse en un proceso de reforma institucional. En marzo de 1993 se aprobó la Constitución andorrana actualmente en vigor. Desde hace casi treinta años, la modernización de las estructuras jurídicas y económicas se lleva a cabo por vía legislativa. Aunque profundamente apegada a su independencia, Andorra ha seguido la tendencia general europea y ha promulgado numerosas leyes relativas al sistema educativo, la protección del patrimonio, la inmigración, la protección social y las finanzas públicas.
A raíz de la crisis de 2008, Andorra se vio obligada a revisar muchas de sus leyes fiscales para ajustarse a la legislación europea y a la política de Bruselas de guerra contra los paraísos fiscales. Francia desempeñó un papel destacado en este proceso: en 2010, el Presidente Sarkozy amenazó con renunciar a sus prerrogativas como copríncipe si no se firmaban acuerdos internacionales con mayor celeridad. En febrero de ese mismo año, Andorra aceptó firmar acuerdos con otros 17 países y salió de la lista oficial de paraísos fiscales de la OCDE. En 2013, también se introdujeron un impuesto de sociedades y un tipo de imposición directa. En la actualidad, el IGI (el equivalente al IVA) sigue teniendo un tope del 4,5%.
El 10 de marzo de 2015, mientras Andorra se encontraba en pleno proceso de rehabilitación y lograba ganar credibilidad ante sus vecinos europeos, un gran escándalo de blanqueo de capitales multimillonarios (pertenecientes a mafias rusas y chinas, pero también procedentes de la petrolera nacional venezolana PDVSA) en el que estaba implicada la Banca Privada d'Andorra (BPA), revelado por una agencia estadounidense contra la delincuencia financiera, socavó estos esfuerzos. De nuevo bajo presión, y queriendo mostrar buena fe en materia de transparencia fiscal, el principado acordó con la UE en 2016 levantar su secreto bancario a partirdel 1 de enero de 2018: desde esa fecha, los nombres, direcciones y datos fiscales de los ciudadanos europeos con cuenta bancaria en Andorra se transmitirán a los gobiernos de sus países de origen. Sin embargo, esta medida se ve matizada por los acuerdos firmados entre el Principado y varios países europeos (entre ellos Francia) para evitar la doble imposición de las empresas, dejando vía libre a las empresas que deseen optimizar su situación fiscal en un país donde las normas son, en conjunto, más favorables que en el resto de Europa. A raíz del escándalo del BPA, Andorra también aceptó negociar con sus vecinos europeos una armonización fiscal sobre el comercio del tabaco, que representa una parte importante de los ingresos andorranos.
En este contexto de tensión social se desarrolla la campaña de las elecciones generales de 2019: frente a la presión fiscal europea, surgen partidos soberanistas. Además del creciente euroescepticismo, la cuestión del aborto, estrictamente prohibido en el país -independientemente del origen del embarazo-, divide a la población. El proyecto de la oposición de legalizar el aborto llevó al arzobispo de Urgell - copríncipe de Andorra - a amenazar con dimitir si se aprobaba dicha ley. El partido en el poder, presintiendo una posible debacle institucional si el arzobispo cumplía sus amenazas, calmó los ánimos sugiriendo proporcionar ayuda a los aspirantes a abortistas, que tendrían que seguir practicando abortos fuera del país. Pese al descontento social y las ansias de cambio, el partido en el poder Demòcrates per Andorra retuvo el poder en las elecciones legislativas de abril de 2019, esta vez sin mayoría absoluta, y Xavier Espot Zamora sucedió a Antoni Martí al frente del Gobierno. La primera medida emblemática de Zamora llegó en marzo de 2020, cuando su Gobierno legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo. En abril de 2023, el mismo Xavier Espot Zamora fue reelegido, al haber obtenido su partido la mayoría absoluta en las elecciones legislativas.