La importancia de la mahalla

Todas las ciudades y pueblos están divididos en mahalla, o barrios. Cada mahalla tiene su consejo de sabios, su otin (el equivalente del mullah para las mujeres). Todo el mundo tiene el sentimiento de pertenencia a una «gran familia». Los consejos de barrio se reúnen varias veces al mes en las tchaikhanas (posadas donde se sirve té) para discutir problemas cotidianos, intercambiar noticias o simplemente charlar. Estas reuniones contribuyen a forjar un vínculo especialmente fuerte entre los vecinos de un mismo barrio, donde la ayuda mutua y los servicios refuerzan el sentimiento de pertenencia social. Fue precisamente este sistema el que permitió a la sociedad uzbeka sobrevivir a la era Karimov. En esa época, sin el apoyo del clan, la familia o el vecindario, la gente habría tenido dificultades para salir adelante sin acabar en la calle. Sin embargo, todo servicio prestado exige un favor a cambio.

El legado soviético

Uzbekistán, y Taskent en particular, siempre fue el hijo predilecto de Moscú durante la época de las Repúblicas Socialistas Soviéticas. En el momento de la independencia, el país estaba especialmente bien equipado con aeropuertos, hospitales, escuelas y universidades, en comparación con sus vecinos mucho más rurales. Por desgracia, el regreso masivo de los expatriados rusos dejó al país en crisis, con uzbekos sin formación y un rápido declive de las instalaciones debido a la falta de una política constructiva en este ámbito. Este era uno de los retos a los que se enfrentaba el presidente Mirziyoyev: modernizar o sustituir los equipos obsoletos de las estructuras públicas y formar ingenieros y técnicos competentes.

Educación a dos velocidades

La educación para todos fue uno de los grandes logros del período soviético. Niños y niñas, sentados en las mismas clases, se beneficiaban de un buen nivel educativo. Aunque los tiempos han cambiado y el nivel educativo desciende (las mejores escuelas, de pago, no están al alcance de todos), la tasa de alfabetización del país sigue siendo alta (99 %). En la escuela, los alumnos se dividen en varios grupos: rusos, uzbekos y mixtos. Además, hay algunas escuelas locales que acogen a niños de grupos étnicos minoritarios, en particular tayikos, pero también kazajos y coreanos. Aunque oficialmente existe igualdad entre estos grupos, la realidad es bien distinta: las escuelas mixtas uzbeko-rusas son las mejor valoradas.
La enseñanza secundaria es gratuita y obligatoria de los 6 a los 15 años, momento en que los alumnos obtienen un diploma equivalente a nuestra ESO. A continuación, tres años de bachillerato completan el plan de estudios de secundaria. Posteriormente, los alumnos eligen entre la escuela profesional y la universidad.

Un Estado implicado

Hay ayudas estatales para financiar los estudios. Todos los estudiantes reciben material escolar y tienen derecho a una beca estatal, que es igual para todos al inicio del curso. Después, la cuantía varía en función de los resultados académicos.
En las zonas remotas, montañosas o desérticas, el acceso a la educación es obviamente más limitado. Aunque hay escuelas, las necesidades laborales de los padres que trabajan en las granjas les obligan a menudo a sacrificar la educación de sus hijos. Las universidades de Taskent y Samarcanda, y en menor medida Ferganá, ofrecen a sus estudiantes una amplia oferta de cursos. Aunque los edificios datan a menudo de la época soviética, en general, se han repintado los pasillos con los colores de la bandera nacional.

La vida de un clan

La pertenencia a un clan es un factor determinante en Asia Central. En Uzbekistán, el clan es familiar y religioso. Las cofradías sufíes siempre han sido muy poderosas. El sentido de la familia no es una idea vacía. Como no hay centros de asistencia para los ancianos, estos suelen envejecer y morir en casa, en compañía de sus hijos. Según la tradición, el hijo menor es el responsable de quedarse con sus padres, vivir con ellos y cuidarlos, y suele hacerse cargo del trabajo de su padre, siempre que sea posible. El hijo mayor es el responsable de recibir una educación y una carrera que permita al clan familiar ascender en la sociedad, a menudo a través del matrimonio.
Los miembros más mayores de la familia son queridos y sus opiniones, escuchadas. Este respeto por los mayores se refleja en la vida cotidiana, en la organización de la vida de barrio a través de los consejos de aksakals (literalmente «barbas blancas»), que constituyen un eslabón esencial de la vida social en toda Asia Central. Aunque los soviéticos intentaron acabar con ellos a través de la administración y el nombramiento de alcaldes, las opiniones de los aksakals se siguen teniendo en cuenta.

Un matrimonio codificado

Sin duda verá a muchas parejas de recién casados fotografiándose en parques, delante de monumentos históricos o edificios emblemáticos de una ciudad... El matrimonio sigue siendo una práctica muy extendida, y muy pocas personas optan por permanecer solteras. Aún persiste la tradición del matrimonio concertado, aunque las costumbres empiezan a cambiar en Taskent. Este permite estrechar las alianzas familiares de años, en las que el estatus social y la pertenencia a un clan son factores decisivos. A veces la historia acaba en separación, pues el divorcio es legal.
La madre del prometido se encarga de buscar una prometida. Antes de la ceremonia tienen lugar varias visitas entre los suegros y los futuros prometidos. La boda da lugar a las fiestas llamadas toï, el vínculo social más intenso de la comunidad. Toda la mahalla está invitada a compartir el esplendor de la comida, los cantos y los bailes. Y los invitados extranjeros son siempre bienvenidos. La familia del novio se encarga de la comida festiva, mientras que los padres de la novia amueblan la nueva casa. Las bodas son caras, así que tienen que empezar a ahorrar en cuanto nacen los hijos.
La boda se celebra en presencia del mahalla y el otin local. Es habitual que los novios se casen vestidos al modo tradicional. A continuación se celebra una boda civil, donde la novia lleva un vestido blanco de estilo occidental. Es frecuente ver al séquito de los novios pasar por delante de las estatuas de Tamerlán para fotografiarse. Durante el día, la gente come, ríe y baila. Solo los novios no participan en los festejos: la novia está obligada a no sonreír durante toda la boda y su marido, aunque tiene un poco más de libertad, debe permanecer comedido. Comen poco y rara vez bailan, o solo al final de la fiesta.
Durante los días siguientes, la novia expondrá su ajuar en una habitación de la casa, mostrando los vestidos que le han confeccionado o regalado, y los suzani (parte importante de la dote de la novia), que atestiguan su habilidad en la costura y el bordado, y la riqueza de su familia según los tejidos utilizados. A continuación, los novios deben respetar la regla de la chilla: durante cuarenta días, la mujer no debe salir de casa y el hombre debe estar de vuelta antes del anochecer.

El lugar de la mujer

Como en muchos países, la posición de la mujer tiende a deteriorarse. En Uzbekistán, el comunismo garantizó durante mucho tiempo algo de igualdad de género como parte de su lucha contra el islam. Si le reciben en un hogar uzbeko, puede que las mujeres se queden en la cocina y le sirvan sin ni siquiera presentarse. Pero en muchas familias estarán presentes durante toda la comida, sentadas alrededor de la mesa charlando con los invitados.
Desde la caída de la URSS, y sobre todo con el regreso del islam, que podría radicalizarse, los cambios han sido significativos. Sobre todo para los que han vivido en grandes ciudades y han recibido una educación superior. Para ellas, el matrimonio supone a veces un cambio completo de estilo de vida:

La mujer casada no sale sola, y menos aún con amigos varones.

Solo trabaja si su marido está de acuerdo.

Vive con sus suegros incluso en ausencia de su marido.
No obstante, se les consulta como parte del otin del barrio, y como son muy respetadas, no es raro que los hombres pidan su consejo.