Cementerios y monumentos conmemorativos para visitar Egipto

Esta es la única tumba nubia que sobrevivió a la inundación. Se realizó para Penout, un alto funcionario de Ramsés VI. Se encontraba a 40 kilómetros al sur de su ubicación actual, no muy lejos de Kasr Ibrim.

La tumba consiste en una capilla y la propia tumba, excavada en un nicho. El pozo funerario, que se abrió en el centro de la sala, permaneció en su lugar cuando el monumento fue trasladado. El friso que representa al difunto y a sus hijos es particularmente hermoso, ya que los velos de lino de la ropa son muy refinados.

Las tumbas fatimíes cuyas cúpulas aún se pueden ver se encuentran detrás del Museo de Nubia y a pocos metros del Obelisco inacabado, el mayor monolito tallado que yace en el suelo. Las placas de mármol que adornaban las tumbas están en su mayoría en El Cairo, llevan los nombres de los fallecidos. Las autoridades no parecen haber marcado los lugares. Las tumbas están coronadas por una cúpula y pequeños muros de cemento que delimitan sus contornos rectangulares. Algunas tablas de mármol tienen caligrafía.

Ay es el duodécimo y penúltimo faraón. Ascendió al trono a través de su matrimonio con la viuda de Tutankamón, la Reina Ankhesenamun. La tumba de Ay no está completamente terminada. Ay había hecho cavar una tumba, y cuando la ciudad y el culto de Aten cayó, tuvo que cavar una nueva tumba apresuradamente en Tebas. Su corto reinado no le permitió completar más que la decoración de la cámara funeraria. Muestra a Ay cazando al hipopótamo macho, y a doce babuinos que dieron el nombre al valle. El sarcófago de piedra sigue in situ.

La construcción de esta pequeña capilla, dedicada a las diosas Nekhbet y Hathor, se atribuye al rey Amenofis III y a su padre Thutmes IV. La capilla, casi cuadrada, está sostenida por cuatro columnas con capiteles de Hathor. El interior está decorado con pinturas que han conservado su tono original. Esta pequeña capilla se usaba como lugar de descanso para la estatua de Nekhbet durante ciertas procesiones. La diosa protegió los importantes recursos minerales de esta parte de Egipto. Frente a la entrada había un pequeño salón hipóstilo con cuatro columnas.

Ahmes hijo de Abana, nacido de un padre soldado y una madre llamada Abana, es un soldado que jugó un papel importante bajo las órdenes de tres faraones. Su biografía, en dos paredes de su tumba, relata todas sus hazañas de armas, especialmente cuando el norte de Egipto fue anexado por los hicsos. Nació bajo el reinado de Seqenenrê Taâ y murió bajo el de Thutmes I: participó en las diversas guerras de reunificación dirigidas por los faraones. Recibió siete veces la suprema condecoración honorífica, la condecoración de oro, de manos de tres reyes diferentes.

Pahéry es un pintor y jefe de obras en la tumba de su abuelo, Ahmnose, hijo de Abana, un héroe de guerra. Se convierte en gobernador de Elkab y Esna. Su estatus como nómada le permitió construir su propia tumba. El tema de las copias artísticas sirvió como documentación básica, para expresar su talento artístico. La tumba que ocupa con su esposa tiene pinturas bien conservadas de escenas de la vida agrícola y el rito funerario rendido al difunto. En la parte de atrás hay un nicho que alberga una estatua de Pahery, su esposa y su madre.

Unas cien tumbas, incluyendo cuatro subterráneas, de gran belleza arquitectónica conforman este sitio funerario. Algunas de las tumbas exteriores han conservado sus elegantes pilares, permitiendo a los arqueólogos aprender más sobre los ritos funerarios de Alejandría. También se sabe que la elección del entierro estaba vinculada a la condición social del difunto y que niños y adultos recibían el mismo tratamiento funerario (entierro, momificación, etc.)

Si sigue recto por el camino pavimentado que atraviesa la arena, llegará a un pequeño templo de época ptolemaica, en realidad una tumba del siglo ^IV a.C., la de Petosiris y su familia. Petosiris, sumo sacerdote de Toth, fue un gran reformador religioso. A su muerte, él mismo se convirtió en objeto de culto.

Su tumba está muy bien conservada y merece la pena visitarla, aunque sólo sea por los relieves de estilo helenístico (a la derecha al entrar en el vestíbulo). Los guardias no dejarán de sugerirle que visite a Isadora, una joven momificada de la que se dice que se ahogó en el Nilo. No es una visión muy agradable.

Al volver sobre sus pasos, gire a la izquierda y diríjase hacia una especie de mastaba semienterrada, para descender a unas criptas excavadas en la roca.

Recorrerá en penumbra vastos pasillos perfectamente ventilados, bordeados de nichos en los que se han encontrado miles de momias de babuinos e ibis. No es de extrañar, ya que Hermópolis veneraba a Thot bajo estas dos formas.

En 2018, nuevas excavaciones sacaron a la luz más de 40 momias en buen estado de conservación en cuatro cámaras funerarias ptolemaicas (323 a 30 a.C.). 12 de ellas eran de niños, seis de animales y el resto de hombres y mujeres adultos. Al parecer, pertenecían a una familia de clase media de la última dinastía faraónica.