Los más bellos edificios religiosos Medio Atlas

Se trata del edificio más colosal de Volubilis, con una superficie de 1.000 m². La basílica no tenía una función religiosa, como se podría pensar, sino judicial, donde la nave central albergaba los patios. Este tipo de lugar público se encuentra en todas las ciudades romanas. Es probable que las diferentes administraciones de Volubilis, incluyendo la Curia, el consejo municipal, estuvieran ubicadas aquí. La basílica y el Arco del Triunfo eran los dos únicos monumentos que quedaban en pie cuando se descubrió el lugar a finales del siglo XIX.

Este tesoro de la arquitectura merínida se encuentra en el barrio de las especias ({1}attarine{/1}), de ahí su nombre. Situada frente a la mezquita al Karaouine, esta madraza de dimensiones bastante modestas, prevista para sesenta estudiantes, fue fundada por los meriníes en el siglo XIV. Es sin duda el monumento más ricamente decorado de la ciudad, con sus azulejos muy trabajados y su yesería y madera esculpida cubriendo la parte superior de todas las paredes. El techo de madera de cedro esculpida del salón de oraciones es una obra maestra de la época.

El mausoleo está situado a unas decenas de metros más arriba de la plaza principal. Vaya por el callejón que pasa bajo un arco. En la entrada, la viga (a 1,50 m del suelo) le recuerda al viajero que no debe aventurarse más lejos si no es musulmán y le obliga a inclinarse como señal de respeto si lo es. El mausoleo fue restaurado en el siglo XIX por Moulay Abd ar-Rahmán. Hasán II donó en 1978 la tela de oro y seda sobre la que se encuentra el ataúd.

El último jueves del mes de agosto comienzan aquí las celebraciones del mayor musem de Marruecos. Durante varias semanas miles de peregrinos acuden a rezar sobre la tumba. Las procesiones se mezclan con celebraciones como veladas musicales, fantasías o lecturas cantadas del Corán. No se lo pierda si está en los alrededores.

Se encuentra a 150 metros de la madraza Cherratine. Este lugar sagrado alberga la tumba de Mulay Idrís II, bajo el reinado del cual Fez se convirtió realmente en una ciudad imperial, la primera de Marruecos. Es lugar de peregrinaje, en el que se invoca a la baraka, a la suerte. Las vigas de madera, a tan solo 1,60 metros de altura, recuerdan que se accede a un lugar en el que está prohibida la entrada de los burros y donde los creyentes deben inclinarse ante el poder divino. Los no musulmanes no pueden aventurarse más allá de las puertas de la mezquita. Sin embargo, se puede ver la tumba de Mulay Idrís, recubierta con una tela de seda dorada que es una ofrenda votiva de la corporación de los tejedores de seda, así como la tumba, más pequeña, de su madre. Los fieles pueden tocar la sepultura de este hombre santo, descendiente de la familia del Profeta, a través de una placa de cobre perforada. El lugar ha sido restaurado varias veces, la última en el siglo XVIII. Observará que aquí las mujeres y los hombres rezan juntos, algo inusual en Marruecos. Antiguamente, el {1}horm{/1}, el recinto sagrado, era un refugio para las personas perseguidas por la ley, puesto que no se podía detener a nadie en la casa de Dios.

Como la mayoría de las madrazas (escuelas coránicas) de Marruecos, fue construida bajo la dinastía de los Meriníes, y finalizada en 1358 por el sultán Abu Inan, de quien tomó el nombre (otra madraza lleva también su nombre en Fez). Se utilizó hasta 1964. El patio interior, de lo más clásico, es quizás uno de los mejor conservados de Marruecos, protegido de los pájaros con finas redes. Un suelo con azulejos verdes, negros y blancos, que rodea un estanque central en forma de concha, permitía a quienes se desplazaban descalzos llegar al agua para lavarse. Alrededor, los paneles de celosías, trabajados en madera de cedro, conectan los pilares adornados con cerámica. Sobresalen los estucos de yeso, perfectamente conservados y que presentan unos acabados muy particulares que recuerdan más bien una rica tela. Al lado se encuentran la sala de oración y la mihrab, rodeada de estucos. Es interesante dar la vuelta al patio para ver las celdas de los estudiantes en la planta baja. En la primera planta hay una escalera que conduce a la terraza, desde donde puede admirarse el magnífico minarete con sus azulejos verdes y coronado por tres bolas de cobre.

Construida en 1347 por Abu Hassan, uno de los más grandes sultanes meriníes, cerca de la mezquita Karaouine, esta gran madraza recibe su nombre de Abu Mesbah, sabio de la gran mezquita vecina que impartió por primera vez cursos de Teología. Cuenta con un magnífico estanque íntegramente de mármol importado directamente de al-Ándalus. Forma parte del proyecto de rehabilitación de los edificios de la medina y ha sido restaurada respetando los cánones artísticos.

En la otra orilla del ued Boukhrared se encuentra el barrio Andaluz, cuyos dos tesoros son la mezquita de los Andaluces y, justo al lado, la madraza Sahrij. Un poco relegada a un segundo plano por la vecina al Karaouine, la mezquita de los Andaluces fue fundada por una mujer, Maryam al-Fihrya, la hermana de Fátima (fundadora de Karaouine), en el año 860. El santuario posee siete puertas; la más monumental, Bab Lahfa (puerta de los Pies Desnudos), es absolutamente magnífica. Construida en madera de cedro y hierro forjado, presenta una forma poco habitual para una mezquita. El minarete data del 956. Por último, la existencia de una nutrida biblioteca demuestra su prestigioso pasado. Se puede acceder a ella por la plaza R'cif o por Bab Ftouh.

Anterior a Bou Inania, fue construido en 1325 por el orden del Mérinide Abu Said. En esta madraza de dimensiones más modestas podrá admirar la finura del trabajo de los materiales más nobles de Marruecos, el mármol blanco, el cedro de los bosques del Atlas Medio y el bronce, en la entrada. Un magnífico estanque rectangular ocupa el centro del patio. ¡Qué placer, para los estudiantes, estudiar en un lugar tan hermoso y propicio para la reflexión! Tras largos años de restauración, la madraza abrió sus puertas en 2012, para mayor alegría de los amantes de la calma y frescura.

Más que por su decoración, poco espectacular, resulta interesante visitar esta madraza por su carácter funcional. Es la más grande de Fez, y fue construida por los alauitas en el siglo XVII para albergar y formar a unos 250 estudiantes.

Encaramado en lo alto de un promontorio en el corazón del bosque de cedros, el monasterio de Toumliline ofrece una hermosa vista panorámica sobre el valle. Fundado en 1952 por monjes benedictinos, simboliza el deseo del Papa Pío XII y de Mohamed V de trabajar juntos para acercar el Islam y el Cristianismo. La capilla es también la única del mundo en la que la cruz cherifiana está representada en un monumento religioso cristiano. En 1955, después de que el ejército francés cerrara las colonias de vacaciones, los organizadores pidieron hospitalidad a los monjes. Jóvenes católicos y estudiantes marroquíes organizaron juegos, debates, mesas redondas y veladas musicales, y se conocieron, a pesar de las tensiones entre las comunidades. Un año más tarde, bajo el patrocinio del rey Mohamed V, se celebraron los encuentros de verano para reflexionar y debatir sobre temas sociales. Políticos, intelectuales, clérigos, poetas, psiquiatras, ingenieros y otras personalidades de todos los ámbitos asistieron a estas reuniones, que duraron hasta 1961. La expresión "el espíritu de Toumliline" recuerda estos momentos de diálogo, paz, respeto y puesta en común entre las diferentes comunidades. Cerrado desde 1968 por falta de financiación, el monasterio es el centro de un proyecto de restauración dirigido por la Fundación Mémoires Pour l'Avenir. El proyecto incluye la rehabilitación de la capilla y la biblioteca, la reactivación de los Encuentros Internacionales y la creación de un itinerario espiritual en el Medio Atlas.