Qué ver y hacer Costa Egea

En realidad, esta isla es, desde la construcción de un puente en 1964, una península y podemos ir en autobús, pero es mucho más agradable coger uno de los barcos que salen del puerto varias veces al día. Esta antigua verduga en la que los ricos ayvaliindios pasaban el verano contaba con 15.000 habitantes. Hoy hay cerca del 2.000. Hay que pasear por las callejuelas de las casas degradadas y las iglesias desiertas donde se refugian los pájaros. Cunda dispone de algunas pensiones y la costa está repleta de pequeñas calas donde podrás bañarte, pero la mayoría de los visitantes vienen sobre todo para degustar los mezze y los pescados que sirven los restaurantes del puerto. Es posible alquilar bicicletas para recorrer la isla.

El parque incluye playas de guijarros que dan al agua un magnífico color, puntos de observación de animales, cascadas, circuitos para practicar senderismo o en bicicleta, itinerarios botánicos… El lugar es realmente magnífico y merece mucho el desplazamiento. Es posible pasar varios días sin cansarse. Las numerosas playas suelen estar muy pobladas los fines de semana. Sin embargo, en la semana sólo encontrarán 2 o 3 personas.

El pueblo de Güzelçamlı bordea el parque y es una excelente opción para aquellos que deseen disfrutar de la región, evitando al mismo tiempo la atmósfera recargada de Kuşadı.

A 8 kilómetros y accesible en dolmuş, la playa de Sarmısaklı es la más bella de la zona. Es un gran arenal que se extiende 4 kilómetros al sur de la ciudad. No se asuste por lo que significa el nombre (Sarmısaklı plaj significa «la playa del ajo»). La playa está muy concurrida, ya que es una de las paradas de los operadores turísticos y gran parte está invadida por hoteles y restaurantes. Pero si no le teme a caminar un poco, descubrirá rincones apartados, como la bahía de Badavut, más al oeste, donde hay restaurantes más pequeños y tranquilos.

Si se anima, puede dar un bonito paseo hasta aquí desde el ágora. Aquí se encontraba la antigua acrópolis de Esmirna, construida por Lisímaco durante el reinado de Alejandro. Sin embargo, las actuales murallas de la ciudadela son de la época bizantina. Las vistas del golfo desde la fortaleza son magníficas. Sin embargo, la muralla necesita una restauración en algunas zonas. Cuenta con un pequeño restaurante con unas maravillosas vistas.

Es el edificio más grande de la antigua Esmirna y la residencia del gobernador. Situada en el paseo marítimo, frente al Belediye, se encuentra Saat Kulesi, «la torre del reloj», que data de 1901. Con sus 25 metros de altura y su elaborada decoración, se ha convertido en el emblema de Esmirna. El reloj fue originalmente un regalo del káiser Guillermo II. Fue diseñado siguiendo los planos arquitectónicos de un capataz francés. La torre da a la antigua zona de aduanas.

Después del museo, en la carretera de Éfeso, se encuentra la única columna que atestigua la existencia de una de las siete maravillas del mundo antiguo. Desde finales del siglo VII, se construyeron en este lugar tres templos dedicados a Cibeles, la diosa frigia de la fertilidad. Luego, en el siglo VI, Creso edificó un imponente templo dedicado a Artemisa sostenido por 127 columnas. Pero la misma noche en la que nació Alejandro Magno, en el año 356 a. C., el monumento fue incendiado por Eróstrato, que quiso inmortalizar su nombre destruyendo el templo. El nuevo templo helenístico, construido sobre las ruinas del anterior, fue aún más grande y fue ornamentado por famosos escultores como Praxíteles. Este lugar sagrado de culto a Artemisa se consideró como una de las siete maravillas del mundo. Con la llegada del cristianismo, fue perdiendo su esplendor y, a partir del siglo IV, se utilizó como cantera para la construcción de Santa Sofía en Constantinopla.

En Grecia, la diosa Artemisa combinaba los atributos de varias deidades antiguas que simbolizaban la fertilidad, la naturaleza y la luna. Para los romanos, se convirtió en Diana, diosa de la caza, pero al mismo tiempo protectora de los animales, los árboles, los lagos y los ríos y de las mujeres embarazadas, aunque fuera virgen. Por último, es andrógina, ya que sus estatuas están adornadas a la altura del pecho con una serie de pequeños pechos que, según las teorías más recientes, representan testículos de toro. Sus atributos son el arco, la media luna y el ciervo. Sus sacerdotisas debían ser vírgenes y sus sacerdotes eunucos, pero en su templo se celebraba una fiesta en honor a Dionisio en la que los hombres se convertían en sátiros y las mujeres, en bacantes.

Para asegurarse de que las sacerdotisas eran realmente vírgenes, se las llevaba a una cueva detrás del templo. Si sucumbían a los placeres de la carne, la entrada de la cueva se cerraba durante tres días y cuando se abría de nuevo, la pecadora había desaparecido. En el pedestal de la gran estatua de Artemisa hay letras grabadas que forman palabras incomprensibles, consideradas mágicas. Estas letras efímeras se grababan en piezas de madera o cuero y se llevaban en medallones para protegerse de los hechizos malignos. Según Plutarco, los videntes aconsejaban a las víctimas de los hechizos que pronunciaran estas palabras mágicas en voz baja. Sin embargo, es difícil imaginar el antiguo esplendor del lugar al contemplar sus ruinas.

Las calles empedradas detrás del paseo marítimo, frente a los muelles, son encantadoras. El ambiente en el casco viejo es agradable y todo el mundo parece conocerse. En la zona abundan las pensiones, los pequeños comercios y las terrazas de los restaurantes con coloridos diseños. Todo es bonito, por ejemplo, las avenidas Dalkıran Mehmetağa y Fevzi Çakmak. También resulta interesante llegar hasta el final de los muelles, hasta un lugar llamado Çamlık (el mar queda a la derecha), donde todos los jueves se celebra un mercado, una ocasión excelente para observar el ajetreo de los lugareños.

Desde Konak, el ferry navega en veinte minutos hasta Karşıyaka, una tranquila zona residencial que cuenta con varios cafés y restaurantes. Antes de 1922, este suburbio se llamaba Kordelio, nombre inspirado en Ricardo Corazón de León, que pasó por aquí durante la Tercera Cruzada. Las hermosas residencias de la zona estaban habitadas en su mayoría por griegos. Las verá mientras pasea. Son muy características: tienen un techo cubierto con una franja de madera finamente tallada, la indispensable logia y una fachada decorada con ladrillos. Los domingos tiene lugar un animado mercado.

El el museo arqueológico de Esmirna cuenta con tres niveles. En el sótano y en la planta baja, descubrirá algunos sarcófagos, bajorrelieves y hermosas estatuas. También cuenta con algunos bustos romanos y estatuas de mármol de Éfeso. En la primera planta están expuestos los objetos de terracota del período arcaico, joyas, sellos y cristalería. Los amantes de los restos antiguos deberían visitar el museo, ya que concentra elementos arquitectónicos de los antiguos yacimientos de la costa del Egeo, como las famosas Éfeso, Pérgamo o Mileto.

Data del siglo XIX y fue transformada en mezquita tras el cambio de población de 1923. Todavía se pueden ver algunos frescos bizantinos antiguos. El edificio no ha tenido ninguna restauración, para desgracia del patrimonio local. La iglesia está situada en el jardín de una casa del pueblo que antes funcionaba como escuela. Si quiere entrar, puede solicitarlo. El propietario también es viticultor. Dentro, el ambiente invita a la meditación, con una mezcla de música coral y el sonido de las voces de los turistas en el exterior.

Situada al noroeste, la puerta de Myndos formaba parte de las murallas de la ciudad, de 7 kilómetros de longitud en la época de Mausolo, quien ordenó su construcción en el siglo IV a.C. También se pueden ver los restos del foso, así como varias ruinas un poco más adelante, y algunas tumbas y mosaicos. El año 334 a.C. es una fecha importante porque muchos de los soldados de Alejandro Magno se ahogaron en el foso.

Ubicado en un bello y antiguo edificio utilizado originalmente como hospital, el pequeño museo etnográfico ofrece información (desgraciadamente insuficiente) sobre la arquitectura tradicional, la vida cotidiana y las costumbres de Esmirna. Hermosas esculturas. No hay que perderse la farmacia otomana y la cámara nupcial. También es una oportunidad para descubrir a los zeibek, una tribu de los alrededores de Esmirna, a los que Descamps ha representado con altos turbantes cónicos, enormes cinturones y espadas curvas, los famosos yatağan.

La entrada al yacimiento está cerca de los manantiales.

Andrón A (siglo IV), lugar donde se reunían los hombres importantes. Al lado verá las que podían ser las viviendas de los sacerdotes. Este impresionante mausoleo contiene, sin duda, los restos de una poderosa familia.

Andrón B (siglo IV), construido por Mausolo y cuenta con dos habitaciones. La enorme escalera conduce a los propileos junto a las termas romanas y a la iglesia bizantina. El lago y los peces sagrados permitían al oráculo responder a los visitantes.

Andrón C, situado junto al andrón B. Data de la época bizantina.

La ciudad de Artemisa y Apolo fue fundada por colonos procedentes de la ciudad de Mileto. Con el tiempo, la isla se unió a tierra y se convirtió en una península. No queda mucho de ella, primero, por las sucesivas guerras a partir del siglo II y, segundo, porque los turcos trasladaron parte de las ruinas para la construcción de diversos edificios en Estambul. Los restos de las murallas, la boulé (el consejo), el ágora y los mosaicos de una villa romana son las principales zonas que aún pueden verse.

Hay que echarle mucha imaginación para reconstruir el bouleuterión, los baños y el teatro romanos, pero es fácil reconocer el pequeño templo helenístico de Atenea. En la península encontramos las ruinas del palacio del obispado y algunas tumbas casi cubiertas por el agua del lago. Un poco más al oeste, se encuentra un edificio helenístico con cuatro columnas: el santuario de Endimión. Las gruesas murallas que rodeaban la ciudad están muy bien conservadas.

Situada frente a las islas de la península, Ildırı es una aldea de pescadores famosa también por el yacimiento arqueológico de Erythrai, que la convierte en un espacio protegido.

La cafetería de Ildırı es un lugar de encuentro para los pescadores. Para probar repostería turca, vaya a la cafetería Manzara, famosa por sus lokma.

Para el pescado, uno de los lugares típicos es Chez Ali, que solo sirve pescado que ha pescado él mismo (Ali'nin Yeri, teléfono 0232 725 13 22; junto al mar antes de llegar a Ildırı). Otra opción es el restaurante Mutlu, que sirve pescado a la brasa (teléfono 0232 725 14 11).

La ciudad de Afrodisias fue destruida en el siglo IV. El museo incluye el propio yacimiento antiguo (del siglo III a.C.) y las canteras de mármol situadas al noreste de la ciudad. Fueron estas canteras las que le dieron a la ciudad de Afrodisias su prosperidad. El yacimiento resulta interesante, sobre todo, por sus antiguas estatuas. De hecho, la famosa escuela de la ciudad produjo durante mucho tiempo efigies de calidad para muchas ciudades romanas. También se exponen estelas, tumbas, monedas y muchos otros objetos encontrados en el yacimiento.

El castillo de San Pedro es la sede del Instituto de Arqueología Submarina, fundado por G. Bass en 1973. Aquí se exponen los hallazgos de los buzos durante sus exploraciones de los pecios, entre los que destaca uno de 3400 años de antigüedad situado al este de Kaş. Todo el castillo sirve como lugar de exposición para dichos objetos, además de ofrecer representaciones escénicas. La capilla gótica de los Hospitalarios alberga un fragmento del friso del mausoleo. La visita del castillo incluye todo el recinto amurallado, un paseo magnífico.

Queda poco de la ciudad jónica de Focea. El castillo, que cuenta con cinco puertas (Beskapilar Kalesi), junto con el acueducto, las ruinas del antiguo teatro y las del templo de Atenea, es uno de los únicos restos dignos de interés en Foça. Se trata de un edificio genovés; de hecho, era un desembarcadero que fue restaurado por los otomanos, que construyeron torres en las murallas en el siglo XVI. El antiguo abrigo para barcos, varias veces restaurado parcialmente, se utiliza ahora como un teatro al aire libre. Lo encontrará después de pasar el santuario y las murallas de la ciudad.

La iglesia de san Juan Bautista se alza sobre el pueblo. Data del siglo XIX y destacan las cúpulas y la inscripción griega sobre la puerta. Se está llevando a cabo un proyecto de restauración con la colaboración de una fundación estadounidense. Por desgracia, las autoridades parece que descuidan un poco la conservación de la iglesia. Los grafitis estropean algunos lugares, como el altar, y es una pena. En la entrada hay un pozo de los deseos donde puede echar unas monedas.

El Museo Arqueológico expone una maqueta del templo de Zeus tal y como fue construido originalmente. Merece la pena ver esta reproducción a tamaño natural del original, que se encuentra en el Museo de Pérgamo de Berlín. También hay una buena colección de arquitectura romana y bizantina, y estelas funerarias. Se recomienda venir antes de la visita a la acrópolis. Interesante colección de estatuas. Por último, hay una galería etnográfica, que muestra las costumbres y la artesanía de la época otomana. Cuenta con un salón de té junto al museo.

La mezquita se encuentra en el pueblo, junto a las ruinas. Data del siglo XIV y probablemente se construyó sobre una iglesia bizantina del siglo VI aprovechando sus piedras. El edificio es bastante modesto. Sobre la entrada hay cruces e inscripciones griegas. La mezquita de Hüdavendigâr (que significa «Divino») es una de las dos mezquitas de este tipo que quedan en toda Turquía. La otra está en Bursa.