Los más bellos parajes naturales por descubrir Costa Egea

El yacimiento es muy extenso y requiere una larga visita. La parte antigua de la ciudad, cerca de Kızıl Avlu, es muy atractiva.

La acrópolis está encaramada en lo alto de una colina rocosa que domina la ciudad moderna de Bergama, a 5 kilómetros del museo. Lo mejor es coger un taxi. Al entrar, a la izquierda se ve el heroon, un templo en honor de los gobernantes de Pérgamo. Un camino conduce al emplazamiento del templo de Zeus, ubicado en un entorno idílico. Eumenes II lo mandó construir en el 180 a.C. para conmemorar la victoria de su padre sobre los gálatas. El edificio fue considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo. Hoy en día, solo es visible la base del santuario, el resto ha sido trasladado a Berlín. Detrás había un templo dedicado a Atenea. Siguiendo hacia el norte, se llega a la biblioteca y al templo de Trajano. Desde el templo de Atenea, unas escaleras conducen al teatro helenístico, especialmente impresionante, aferrado a la ladera de la acrópolis. Con un escenario móvil de madera, podía albergar a 10.000 personas. Al sur del santuario de Zeus se encuentra el templo de Deméter, el edificio más antiguo del emplazamiento (siglo III a.C.), y junto a él, el gimnasio. Desde la colina de la acrópolis se ve claramente el antiguo acueducto.

Asclepeion. Dedicado a Asclepio, dios de la medicina, para llegar hasta el templo hay que tomar un camino al oeste de la ciudad moderna. Tenga en cuenta que no está permitido hacer fotos, ya que el edificio se encuentra cerca de una zona militar. El Asclepeion fue fundado por Arquias, un ciudadano de Bergama que se había curado en el Asclepion de Epidauro. Pero la escuela médica de Pérgamo adquirió notoriedad en el siglo II d.C. gracias a Galeno, que investigó el funcionamiento de los sistemas circulatorio y nervioso. Su obra es fundamental para la historia de la medicina. En Pérgamo se prescribía a los enfermos baños termales, masajes e infusiones de hierbas, así como curas psicológicas. El Asclepeion también era frecuentado por filósofos. La mayoría de los restos actuales datan de la época de Adriano (siglo II). La serpiente que se ve grabada en varios edificios es el símbolo de Asclepio. Siguiendo la Vía Sagrada, se llega al templo de Asclepio, una construcción circular, la biblioteca y un pequeño teatro romano de 3.500 plazas. Tras la fuente sagrada, un pasaje subterráneo conduce al templo de Telesforo.

En el siglo III, siete jóvenes cristianos de Éfeso a los que estaban persiguiendo se refugiaron en esta cueva, cuya salida estaba bloqueada por los soldados romanos. Cayeron en un profundo sueño que duró 192 años según algunos y 309 años según otros. Tras su muerte, fueron enterrados en la cueva y se construyó una capilla sobre sus tumbas. Esta cueva se utilizó como lugar de enterramiento hasta el final de la época bizantina. La ubicación de las tumbas, que se convirtieron en un lugar de peregrinación, se ve claramente.

Esta isla del archipiélago del Dodecaneso está a una hora en transbordador (veinte minutos en hidroplano) y no se diferencia mucho de Bodrum, salvo porque el döner turco se convierte en el gyros griego. La gente suele venir aquí por sus playas o para pasear. Lo mejor es alquilar una escúter para recorrer la isla. Recordemos que Hipócrates (460-357 a.C.), el fundador de la primera escuela de medicina, procedía de Cos. La playa de Tigaki suele estar siempre llena. Al otro lado, se encuentran las playas de Kefalos, las más bonitas de la isla. Son playas tranquilas y de aguas transparentes.

La playa está dentro del propio pueblo, lo que es bastante práctico si viaja con niños pequeños y no quiere caminar kilómetros para ir a nadar. La zona cuenta con algunas calas muy bellas, que es mejor visitar en barco. Además, tendrá la oportunidad de observar focas, especialmente en otoño, porque estas aguas de la costa son el último reducto de las focas monje del Mediterráneo. Una parada imprescindible es Orak, una isla con resonancias mitológicas debido a los famosos cantos de sirena.

Kara Ada («isla negra») tiene aguas termales curativas que brotan de una cueva. El lodo anaranjado resultante es famoso por sus beneficios para la piel. Por eso, muchos turistas no tardan en cubrirse el cuerpo con él. Cuenta la leyenda que la reina Cleopatra utilizaba este barro para preservar su belleza y combatir las enfermedades de la piel. En la isla también se puede practicar senderismo. Muchas agencias de viajes ofrecen excursiones de un día. Kara Ada es una de las paradas obligatorias.

En realidad, esta isla es, desde la construcción de un puente en 1964, una península y podemos ir en autobús, pero es mucho más agradable coger uno de los barcos que salen del puerto varias veces al día. Esta antigua verduga en la que los ricos ayvaliindios pasaban el verano contaba con 15.000 habitantes. Hoy hay cerca del 2.000. Hay que pasear por las callejuelas de las casas degradadas y las iglesias desiertas donde se refugian los pájaros. Cunda dispone de algunas pensiones y la costa está repleta de pequeñas calas donde podrás bañarte, pero la mayoría de los visitantes vienen sobre todo para degustar los mezze y los pescados que sirven los restaurantes del puerto. Es posible alquilar bicicletas para recorrer la isla.

El parque incluye playas de guijarros que dan al agua un magnífico color, puntos de observación de animales, cascadas, circuitos para practicar senderismo o en bicicleta, itinerarios botánicos… El lugar es realmente magnífico y merece mucho el desplazamiento. Es posible pasar varios días sin cansarse. Las numerosas playas suelen estar muy pobladas los fines de semana. Sin embargo, en la semana sólo encontrarán 2 o 3 personas.

El pueblo de Güzelçamlı bordea el parque y es una excelente opción para aquellos que deseen disfrutar de la región, evitando al mismo tiempo la atmósfera recargada de Kuşadı.

A 8 kilómetros y accesible en dolmuş, la playa de Sarmısaklı es la más bella de la zona. Es un gran arenal que se extiende 4 kilómetros al sur de la ciudad. No se asuste por lo que significa el nombre (Sarmısaklı plaj significa «la playa del ajo»). La playa está muy concurrida, ya que es una de las paradas de los operadores turísticos y gran parte está invadida por hoteles y restaurantes. Pero si no le teme a caminar un poco, descubrirá rincones apartados, como la bahía de Badavut, más al oeste, donde hay restaurantes más pequeños y tranquilos.