Qué ver y hacer Costa Septentrional

Esta playa situada al oeste saliendo de la laguna de Río San Juan era un antiguo cementerio. Se puede llegar a pie pasando por el hotel Bahía Blanca.

Se extiende detrás del pueblo. Con un poco de suerte y mucha tenacidad, se pueden observar muchas especies de aves. La pesca y la caza están prohibidas.

La laguna se compone de una serie de canales que forman laberintos entre los manglares. Acogen numerosas especies de aves. Se puede llegar en barco, contratando los servicios de un pescador.

Este promontorio rocoso fue bautizado así en honor del almirante que reconoció en él la forma de un dromedario recostado. Declarado recientemente Parque Nacional, está siendo objeto de un proyecto de reforestación. Después de tomar un camino pedregoso, debe continuar por el sendero que lleva a la cima en unos treinta minutos de caminata. El espectáculo es grandioso desde el principio. Alrededor del Morro hay diez cruces blancas clavadas que simbolizan los Diez Mandamientos. Lleve consigo un buen repelente de mosquitos.

El 1 de abril de 1895, Máximo Gómez Báez y José Martí, el héroe de la independencia de Cuba, firmaron el Manifiesto de Montecristi por el cual el dominicano prometía su ayuda en la lucha por la independencia de Cuba. La vieja casa de madera gris ha sido transformada en un interesante museo. Algunos documentos y objetos de la época le permiten imaginar la vida cotidiana de una familia dominicana pequeñoburguesa del siglo XIX. También se muestran fotografías de la familia Gómez y facsímiles del tratado.

El reloj, orgullo de la ciudad, se encuentra en medio del parque central de San Fernando, frente a la iglesia. Fue comprado a Francia en 1895 con las contribuciones de la burguesía local.

Esta vieja casa colonial de madera fue diseñada en Francia y construida aquí en 1895. Fue la residencia de la familia Rodríguez Jiménez. Posteriormente, el estado dominicano la adquirió para convertirla en la sede del Palacio de Justicia de Montecristi. Villa Doña Emilia cumplió esta función hasta 1990. Abandonada durante muchos años, ha sido objeto de un profundo trabajo de restauración. El proyecto final persigue convertirla en una Casa de Cultura que podría albergar una escuela de Bellas Artes.

Por desgracia, no se trata de una visita a una destilería, sino a una planta de embotellamiento especialmente creada para este fin. Una galería da a la sala donde unos pocos empleados supervisan el embotellado automático del ron y su embalaje en cajas de cartón. La visita no tiene ningún interés particular, excepto por la copa de daiquiri que le ofrecen antes de sus compras.

El faro es un icono de la región. Robert Hills and Sons fabricó este imponente monumento de hierro fundido a petición del gobierno provisional de Gregorio Luperón. Fue encendido por primera vez el 9 de septiembre de 1879. Mide 24 m de altura y se eleva unos 50 m sobre el nivel del mar. Dentro hay una escalera de caracol. La oficina del patrimonio cultural nacional ha decidido restaurarlo en breve. Su visita es de poco interés, excepto por el bellísimo panorama que se aprecia desde lo alto. A sus pies se encuentra el nuevo Anfiteatro de Puerto Plata, un teatro al aire libre inaugurado en el verano de 2016.

El museo ocupa el segundo piso de la mansión colonial más bella de Puerto Plata, que data de principios del siglo XX. Esta colección de ámbar dominicano es magnífica. Contiene numerosas inclusiones de mariposas e insectos de varias decenas de millones de años de antigüedad. Por desgracia, el lugar es muy turístico. En el primer piso hay una tienda dedicada al ámbar en todos sus estados y a la artesanía local.

Este edificio cuadrado e imponente está compuesto por una muralla que enmarca una torre central almenada de planta circular. Su posición estratégica le permitió defender eficazmente la entrada del puerto de los ataques de los piratas. Es el único edificio de Puerto Plata que data del siglo XVI. Carlos I de España ordenó su construcción en 1541, aunque la fortaleza no se terminó hasta 1577. Sirvió como tribunal de justicia y luego como prisión militar en varias ocasiones, en particular de 1930 a 1961, durante la dictadura de Trujillo. En el interior hay un pequeño museo militar donde se puede ver la celda de Juan Pablo Duarte, padre de la patria, que fue encarcelado allí en agosto de 1844. Hoy en día es un monumento nacional.

Cerca se encuentra la estatua ecuestre de Gregorio Luperón (1839-1897), el líder de la Restauración.

Frente al parque central, sus torres blancas y la simplicidad de su arquitectura le dan un aire un poco provinciano. Está fechada en 1934 y reemplazó a la iglesia original construida en 1870. Este edificio religioso flanqueado por dos torres es de inspiración art déco.

El templo de Las Américas de La Isabela, también conocido como santuario de Jesucristo Evangelizador, es una de las primeras iglesias católicas que se construyeron en el Nuevo Mundo. De tamaño modesto, la iglesia que podemos ver hoy es una reconstrucción realizada sobre las ruinas del templo original. Su valor histórico y las hermosas reliquias que se exhiben justifican la visita.

La iniciativa comenzó en 2013 cuando Ben-Yam Barshi y su equipo viajaron a la zona fronteriza sur entre Haití y República Dominicana para participar en un proyecto de reforestación. Se dieron cuenta de que la moringa (Moringa oleifera) crecía profusamente. Pensaron que su cultivo podría convertirse en un activo valioso en la lucha contra la desnutrición y las enfermedades de la piel, e incluso convertirse en una oportunidad de desarrollo económico, además de participar en la reforestación de la zona. En efecto, el aceite extraído de las semillas de la moringa es muy rico en Omega 9 y vitamina E y tiene muchas propiedades, principalmente en términos de tratamiento de los trastornos de la piel (cicatrización de heridas, reducción de cicatrices, cuidado de diversas infecciones, cortes, quemaduras, erupciones cutáneas y problemas fúngicos, etc.). Trabajaron mano a mano con los productores locales y establecieron una pequeña fábrica de extracción de aceite. En 2015 se creó Moringaia, que desarrolló una gama de productos a base de moringa de alta calidad en forma de bálsamos, aceites y jabones. Es posible visitar los campos de moringa, pero también la fábrica de aceite y terminar con un breve recorrido por la tienda (cuyos productos se pueden encontrar en muchas otras tiendas de lujo de la isla). Si está interesado, no dude en ponerse en contacto con Ben-Yam. La visita es muy instructiva.

Un kilómetro antes de llegar al pueblo, la playa de La Ensenada despliega su magnífica bahía con su laguna de aguas turquesas transparentes y poco profundas gracias a la presencia de un arrecife de coral. La playa es enorme. Uno puede aislarse y bañarse sin temor a ser molestado por otros bañistas. Si se lo pide amablemente, los pescadores le prepararán pescado asado por unas docenas de pesos. Los fines de semana, la playa cobra vida. Las familias vienen de pícnic con sus camionetas al son del merengue y la salsa.

Montecristi es la primera zona de salinas de la isla, incluso antes que Baní y Azua. Los estanques que se extienden hacia el mar a la salida de la ciudad son particularmente bonitos al atardecer, cuando adquieren un hermoso color rosado bajo los últimos rayos del sol que se oculta. Casi toda la sal que se consume en el país se produce aquí por evaporación del agua de mar.

En la carretera de Samaná a Cabarete/Puerto Plata, se encuentra este punto, ideal para hacer una pausa de una hora y disfrutar de las aguas cristalinas a 25°C de las dos lagunas unidas por un cauce subterráneo de 20 metros (¡no hace falta que te diga que no tiene sentido intentar hacer la travesía!) Hay una tirolina para los que quieran un poco más de emoción También se puede saltar al agua desde uno de los puntos que rodean la charca. ¡Un verdadero descanso refrescante!

Accesorios de cuero de calidad con un trabajo muy fino: bolsas y carteras, portafolios, sandalias, chancletas, cinturones y mucho más.