Restaurantes cocina del mundo LE CAMINO DEL NORTE

Aquí no hay pintxos en el mostrador: hay que elegir sobre la pizarra y pedir a los camareros (¡si es que puede abrirse paso hasta la barra!). Esta pequeña taberna, una de las mejores de la ciudad, es una visita obligada por sus pintxos guisados, verdaderos platillos hervidos en salsa, como su famosa carrillera con vino tinto. El risotto de queso  idiazábal también es excelente, al igual que el kebabde costilla de cerdo y los raviolis rellenos de langostinos o chipirones (según la temporada).

El mejor lugar para comer en el puerto, en un entorno pintoresco, a un paso del Aquarium. Cuando sale el sol, es el lugar perfecto para compartir, en la terraza, unas sardinas, unas anchoas o unos txopitos asados, todo ello acompañado de una botella de txakoli. Si el tiempo ya es fresco, puede optar por la muy sabrosa sopa de pescado. También ofrecen pescado y marisco, pero la cuenta será, obviamente, un poco más elevada.

Un pequeño restaurante de los que nos gustan, con un ambiente cálido, una decoración marinera y platos vigorizantes: sopa de marisco o la fabada, acompañada de un buen vino blanco de la región. Está situado en el puerto y debe su nombre al antiguo barómetro que verá en la fachada.

A un paso del Kursaal, esta taberna de 1928 no se vacía nunca. Durante el festival de cine, es uno de los lugares favoritos de los periodistas. Además de su excelente menú diario y de las especialidades a la brasa (brochetas de pulpo, morcilla con pimientos, merluza), el lugar es famoso por sus excelentes pintxos. Deguste la clásica Gilda o el pulpo con vinagreta. Sobre todo, no se vaya sin probar la excelente tortilla (preparada al momento) y el sándwich kompleto hecho con atún, pimientos de Ibarra y anchoas.

Fundada en 1938, esta bodega presenta una decoración muy bella, con vigas vistas y barriles cuyas tapas pintadas por artistas de paso por el lugar constituyen el curioso Museo Redondo. En la carta combinan recetas tradicionales, como los caracoles a la riojana, con platos más contemporáneos, como los raviolis con salsa bechamel de foie, el cerdo ibérico con salsa chimichurri o el tataki de atún. También hay buenas tapas para compartir, incluyendo las de tortilla, las anchoas de Santoña y las típicas rabas.

Toda una institución de la Parte Vieja desde 1980. Esta pequeña taberna solo tiene una mesa, la famosa mesa 19, que debe ser reservada con antelación para poder comer allí. Si no, como el resto, tendrá que apoyarse en la barra para probar sus especialidades. La tortilla, divina, se sirve invariablemente a las 13 y a las 20 h (tendrá que reservar su parte antes del mediodía, ya que hay mucha demanda). Luego puede continuar con una excelente ensalada de tomate, pimientos asados y la mejor txuleta de la ciudad. Siempre lleno de gente, con un ambiente muy cálido, es un clásico del barrio.

Parada imprescindible en la ruta de los pintxos de San Sebastián. Situado en el barrio del Gros, no lejos del Kursaal, el bar Bergara ofrece una cocina en miniatura en un entorno moderno. No se pierda los pintxos emblemáticos de la casa, como el txalupa (gratinado de setas y cigalas), el bacalao ajoarriero, el itxaso (rape con crema de puerro), los huevos revueltos con anchoas y pimientos... ¡Todo está delicioso y bien explicado!

Dirigido por el chef Ander González, este renombrado restaurante ocupa un antiguo almacén de plátanos admirablemente restaurado. Además de su bella decoración, el restaurante ofrece una cocina tradicional de calidad, heredada de una larga tradición familiar (los abuelos de Ander poseían un bar en la plaza de la Constitución). En el menú encontrará, por ejemplo, excelentes vieiras a la plancha, pequeños embutidos de Orio con pimientos asados, o una carrillera hervida a fuego lento en vino tinto. Para el postre, pruebe la torrijacaramelizada.

Aquí la sencillez y la calidad van de la mano y se combinan en todo momento. En primer lugar, cabe mencionar la gran sala con mesas simplemente cubiertas de blanco y sillas de bistró de otra época. El trato es cálido y cortés. Y, por último, la cocina, donde el chef Daniel López (una estrella Michelin) trabaja con una precisión excepcional, utilizando buenos productos locales, sin propuestas ditirámbicas, con acento vasco y con un toque que muestra su personalidad. Algunos ejemplos para convencerle: terrina de perdiz, pluma de cerdo ibérico con cerezas y albahaca, paloma de Bresse en su jugo.... ¡Muy original! Un restaurante que nos encanta.