Lejos de las principales rutas turísticas, Soultzbach-les-Bains merece una visita, ya que el pueblo revela un encanto discreto e insólito con sus casas construidas con la técnica del entramado de madera. Desde la Edad Media, este bonito pueblo es famoso por la calidad de su agua de manantial y, a partir de 1600, los señores de Hattstatt transformaron el castillo en balneario. Se dice que el sulfuroso Casanova se alojó aquí hacia 1782 Mucho más tarde, durante la Gran Guerra, Soultzbach se transformó en una base de retaguardia para las tropas alemanas. Desde aquí partía un teleférico que transportaba material pesado hacia el macizo del Petit Ballon, escenario de encarnizados combates. El pueblo fue famoso por el agua bicarbonatada del manantial de Gonzenbach, hoy sin explotar. Una fuente en el corazón del pueblo da una idea de la calidad de esta agua ligeramente gaseosa. La iglesia de Saint-Jean-Baptiste y la capilla de Sainte-Catherine están bellamente decoradas en estilo barroco, con tabernáculos murales que datan del siglo XVI. Soultzbach-les-Bains es también una etapa imprescindible en el camino hacia Wasserbourg, bonito pueblo de montaña que es la puerta de entrada al Petit Ballon. Este macizo, típico de los Vosgos del Alto Rin, ofrece numerosas rutas de senderismo. Desde Soultzbach-les-Bains, también se puede acceder a los valles de Soultzmatt (Vallée Noble) y Guebwiller por los puertos de Firstplan y Boenlesgrab.

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