CATEDRAL DE SAN PABLO

Obra maestra del arquitecto Christopher Wren, que se encargó de reconstruirla tras el Gran Incendio de 1666, la catedral actual es de hecho la quinta catedral que se construye en este emplazamiento desde que en 604 se levantara la primera iglesia dedicada a San Pablo. Fue la primera catedral anglicana en 1534, y su presbiterio ha servido de referencia para todas las iglesias anglicanas del país. Poco antes del incendio se decidió restaurar la catedral, pero la reconstrucción comenzó en 1675 y finalizó en 1710. Wren ya había propuesto planes para la restauración y vio terminada la obra cuando tenía casi 80 años, es decir, fue la obra de su vida. De hecho, está enterrado allí. La planta de la iglesia tiene forma de cruz y se accede a ella por la amplia nave que se abre a la cúpula y el coro. La arquitectura se inspira en gran medida en el Renacimiento italiano y el Barroco. Su majestuosa cúpula se alza orgullosa en medio de la ciudad, con su piedra blanca brillando a la luz del sol. Wren tenía en mente una cúpula que pudiera verse desde muy lejos, pero también quería que las pinturas interiores fueran visibles desde el suelo de la catedral. Por eso construyó dos cúpulas, una interior, de la que sólo se ve la parte cóncava, y otra exterior, de la que sólo se ve la parte convexa. A la cúpula se accede por una interminable escalera que conduce a la Galería de los Susurros. Su nombre procede de un fenómeno de resonancia que permite oír un susurro desde el otro lado. Otro tramo de escalones y una escalera más tarde, se llega a la segunda galería, la Galería de Piedra y, por último, a la Galería Dorada, esta vez fuera de la catedral y que ofrece una vista de 360° de la capital. El esfuerzo (530 escalones) merece la pena, sobre todo cuando hace buen tiempo, ya que desde aquí se domina el centro de la ciudad. La catedral se eleva a 110 metros de altura. Por último, descubra el sótano de la catedral, que alberga la cripta, el panteón de los grandes hombres de la nación. En el centro de la cripta se encuentra la tumba del almirante Nelson, adornada con una corona tallada en el mástil de L'Orient, el navío francés destruido en la batalla de Aboukir. En el Rincón de los Pintores se encuentran las tumbas de Turner, Reynolds y Lawrence, así como monumentos a Constable, Van Dyck y William Blake. En el extremo oriental, la Capilla de la Orden del Imperio Británico se construyó para rendir homenaje a los que lucharon en la Primera Guerra Mundial.