CAFE-BROCANTE DE LA DAME BLANCHE
El bistró del pueblo es la casa de vacaciones de Hervé y Marie-Line. La fantasía y la atípica como ellos, su café-triturante es un lugar lleno de objetos repartidos: antiguos distribuidores de caramelos, viejas reivindicaciones en las paredes, viejas alfombras de juegos, antícas bajas, placas de éxtasis de los años 1950, preciosa fuente de abstención… Se viene a la Señora Blanca para tomar un golpe en una atmósfera deliciosamente retro, por supuesto, pero también para charlar con los propietarios. Hervé, la convivencia que hace hombre, te agradece el origen de expresiones cocaszas como «pilar de bar» o «bebe-sin sed». Marie-Line, apasionada de objetos antiguos, ha puesto una habitación entera a disposición de los potenciales gerores, que pueden comprar un objeto o una prenda que les hayan golpeado en el ojo. Y a los artistas les gusta tanto la señora Blanca que vienen allí gratuitamente, es decir… Por cierto, la Señora Blanca es la esculpida esculpida que reina en la azotea.