Qué ver y hacer Constantia

El legendario Vin de Constance vuelve a producirse desde 1986, gracias al talento del enólogo Ross Gower y a un doble milagro de la naturaleza: las vides de Muscat de Frontignan utilizadas son clones de las importadas de Francia en 1656 por el gobernador Jan van Riebeeck. Cada año, antes de la vendimia, los aguiluchos abandonan las llanuras siberianas y vienen a pasar unos meses en el valle de Constantia, protegiendo las vides de las aves saqueadoras. La resistencia de las vides y la amenaza de las aves de rapiña han permitido revivir el vino que acompañó a Napoleón en su exilio de Santa Elena. Un suntuoso licor solicitado en el siglo XIX por todas las cortes de Europa. A diferencia de Sauternes, no hay podredumbre noble pero las uvas maduran durante mucho tiempo en la vid, de ahí la concentración de azúcar y los aromas afrutados. Un mes antes de la vendimia, se retiran todas las hojas para que las uvas respiren y se expongan al sol. En algunos años, se sacrifica hasta la mitad de las uvas para que las vides tengan más reservas que extraer del suelo. Una vez cosechada, la Muscat de Frontignan, extremadamente madura, es una uva delicada de prensar y requiere una larga fermentación. Aquí es donde entra en juego todo el saber hacer del bodeguero. A continuación, el vino envejece durante cuatro años en barricas de roble francés. A la entrada de la finca, la tumba del jeque Abdurahman Matebe shah, el último sultán de Malaca, que vivió en Constantia hasta su muerte alrededor de 1681.

Detrás de la historia de este viñedo se esconde la de una mujer extraordinaria e insólita, la alemana Catharina Ustings Ras, que llegó a Ciudad del Cabo en 1662 disfrazada de hombre. Ya viuda, contrajo tres matrimonios en Sudáfrica, todos los cuales acabaron trágicamente: su primer marido, tras escapar de la muerte por daga el día de su boda, fue asesinado por un león algún tiempo después. Su segundo marido es asesinado. Su tercer marido muere pisoteado por elefantes. Se casó por última vez, pero traumatizada y feminista antes de tiempo, decidió que la institución del matrimonio no le permitiría asegurar su situación y la de sus hijos. Por ello, trabajó duro para adquirir tierras a su nombre y convertirse en terrateniente. Su proyecto dio fruto en 1682, cuando el Gobernador del Cabo le ofreció el estado de Steenberg. Éste fue uno de los primeros títulos de propiedad otorgados por la ciudad de Ciudad del Cabo, y hoy es uno de sus viñedos más antiguos. La "viuda Ras" administró esta propiedad con autonomía, independencia y ferocidad hasta su muerte. Su azarosa vida, en "cinco capítulos", inspiró el nombre de una de las mejores añadas del viñedo, Steenberg Five Lives Red Blend. Además de este vino simbólico, la finca Steenberg ofrece otras cosechas, grandes y no tan grandes, desde vino espumoso hasta blanco, rosado y tinto, para degustar y comprar. La finca es también un hotel de 5 estrellas con spa y campo de golf. Lujo y tranquilidad son las señas de identidad de este lugar divino.

Aquí, las variedades de uva se cultivan en terrazas empinadas de granito y arcilla, entre 100 y 400 m de altitud. El resultado en boca es sorprendentemente afrutado y fino, para deleite de las papilas gustativas, con mención especial para los vinos tintos. La finca recibe a los visitantes para ofrecerles refinadas degustaciones, ya sean sencillas o acompañadas de embutidos y/o quesos. A la sombra de los árboles, el lugar es fresco, lo que resulta muy agradable en verano. El servicio es de alto nivel, con una explicación para cada vino degustado.