Música y danza tradicional
El Carnaval es una parte esencial de la cultura y el alma cariocas, y el acontecimiento más famoso de la ciudad. En 2024 atrajo a más de 7 millones de personas. Descendiente del entrudo, histórico desfile portugués, al que se han añadido influencias africanas, esta fiesta de singular importancia es una auténtica galería de estéticas y prácticas tradicionales. Empezando por el frevo. Nacido a finales del siglo XIX en Pernambuco, este ritmo febril, todo metales y percusión, se asemeja en sus movimientos a un primo de la capoeira, también lleno de agilidad y colorido.
También del Nordeste son el forró, música famosa en todo el país, tocada con acordeón y basada en danzas europeas africanizadas, y el maracatu, expresión afrobrasileña practicada desde el principio de la colonización.
Entre la galería de instrumentos tradicionales brasileños, los más comunes son el berimbau, un arco sujeto a una calabaza que suele utilizarse para acompañar las luchas de capoeira; el cavaquinho, una pequeña guitarra de cuatro cuerdas; y la cuíca, un tambor que se frota desde dentro con un palo, emitiendo la "risa" típica de la música brasileña.
Además del carnaval, en Paraty se celebran actos folclóricos como la Festa Do Divino, diez días de procesiones, y el Festival Da Pinga, que celebra la cachaça local. Durante todo el año, el Club Finlândia de Rio ofrece bailes folclóricos tradicionales disfrazados.
Música popular
Música emblemática de la ciudad, la samba, en Brasil, es una palabra masculina. Género carioca por excelencia, la samba nació a principios del siglo XX en el puerto de Río, entre los esclavos liberados del Nordeste que habían llegado a la capital en busca de trabajo. Caracterizada por su percusión incesantemente abundante, sus cantos corales y su radiante alegría de vivir, la samba es también un baile tan pegadizo como contagioso, y forma parte esencial de todos los carnavales del país. Muy popular, y por tanto muy tocado, el género ha vivido su apogeo de la mano de mestre Cartola, fundador de Mangueira, la más famosa de las escuelas de samba, Beth Carvalho, Paulinho da Viola y Zeca Pagodinho.
Un lugar excelente para escuchar samba en Río es la Carioca da Gema, un local muy típico en el que actúan muchos grupos locales. También está la Cachaçaria Mangue Seco, un club de samba tan famoso por su increíble bar como por la calidad de sus conciertos.
Descendiente inmediata de la samba, la bossa nova se ha convertido con los años en uno de los rostros del país. Nacida a finales de los años 50, la bossa nova es, a grandes rasgos, una forma más íntima y lánguida de la samba, impregnada de jazz. El nacimiento del género suele estar marcado por Chega de Saudade, el primer álbum del bahiano João Gilberto (1931-2019), uno de los colosos de la música brasileña con su voz angelical y su ligereza agridulce. Si este álbum es tan importante, es sin duda también porque en él se cruzan varias grandes mentes de la música brasileña, entre ellas los dos cadores cariocas Antonio Carlos Jobim y Vinícius de Moraes.
El primero, más conocido como Tom Jobim (1927-1994), fue compositor, pianista y flautista, y sigue siendo considerado uno de los padres de la bossa nova. Autor de unas 500 canciones, a Jobim se le asocia para siempre con La chica de Ipanema, escrita en 1964, una auténtica joya que exportó la bossa nova a todo el mundo. La letra fue escrita por... Vinicius de Moraes (no es casualidad). Si la música brasileña ha alcanzado tal popularidad, es en gran parte gracias a esta generosa personalidad tan poética como radiante. Prolífico compositor y letrista de bossa nova, Vinicius de Moraes (1913-1980) está asociado de un modo u otro a muchos de los grandes éxitos del país. Un artista legendario donde los haya. No en vano, la institución carioca del género lleva su nombre: el Bar Vinicius. Situado en la calle del mismo nombre, es con diferencia uno de los mejores lugares de la ciudad para asistir a un concierto de bossa, ya que por su mítico escenario han pasado los más grandes del género: Baden Powell, Wanda Sa, Dori Caymmi... En la misma calle, un poco más allá, se encuentra la Toca Do Vinicius, librería y, sobre todo, auténtico centro cultural de la bossa nova.
Prolongación de la bossa nova, la música popular brasileña (MPB) marca un punto de inflexión en la música nacional. Sin ser una estética codificada en sí misma, la MPB es más bien un movimiento de protesta que combina melodías sofisticadas, influencias tradicionales, letras de protesta y samba, bossa, jazz y rock en un solo movimiento.El género cobró vida bajo el impulso de dos de los más grandes músicos de Río: Chico Buarque (1944), compositor, cantante y escritor, autor de numerosos standards brasileños, y Baden Powell (1937-2000), virtuoso de la guitarra y compositor de una música instintiva, luminosa, a veces sorprendente, siempre cálida y tierna. Su álbum Os Afro, escrito en colaboración con Vinicius, está ampliamente considerado como un pilar del género.
Menos popular ahora, la MPB vivió sin embargo una segunda juventud en los años 2000 con un grupo de artistas que, en su mayoría, llevaban apellidos ya familiares para el gran público: Moreno Veloso (hijo de Caetano), Leo Maia (hijo de Tim Maia), Maria Rita (hija de Elis Regina) o Jairzinho y Luciana Mello (hijos de Jair Rodrigues).
Música clásica
En la segunda mitad del siglo XVIII, la región de Minas Gerais atrajo a un gran número de mineros coloniales de oro y diamantes, lo que trajo consigo una gran población. Fueron muchos los compositores activos en la época, algunos de los cuales han pasado a la historia, como Lobo de Mesquita, Francisco Gomes da Rocha y Marcos Coelho Neto, que escribieron principalmente música sacra. Con el empobrecimiento de las minas a finales de siglo, la actividad musical se trasladó a Río, ciudad que se convirtió en lugar de residencia de la familia real portuguesa a partir de 1808, y ésta ordenó a compositores y músicos portugueses que se unieran a ellos. En esta época surgieron importantes compositores brasileños: José Maurício Nunes Garcia (1767-1830), muy influido por Mozart y Haydn, y Antônio Carlos Gomes (1836-1896), compositor de óperas basadas en los códigos italianos pero impregnadas de temas nacionales brasileños. Es el caso, en particular, de Il Guarany y Lo Schiavo, dos de sus grandes obras, ambas representadas en La Scala. También en Brasil la ópera vivía una época dorada, y fue durante este periodo cuando se construyeron muchos edificios importantes, como el impresionante Theatro Municipal do Rio De Janeiro, inspiración directa de Garnier y sede de la orquesta sinfónica brasileña (una de las principales orquestas del país).
Como en muchas otras partes del mundo, el deseo de establecer un sistema nacional de música surgió aquí a principios del siglo XX. Genuinamente brasileña, debía liberarse de las influencias europeas e impregnarse del folclore del país. Aunque se considera a Alberto Nepomuceno (1864-1920) el iniciador de este nacionalismo musical, fue el carioca Heitor Villa-Lobos (1887-1959) su gran heraldo. El compositor más célebre de Brasil combinó con brillantez el clasicismo de sus maestros (Bach en primer lugar) con los sonidos tradicionales del país. Tras ocho años de investigación etnomusical en las regiones más remotas del país, logró crear una obra única y profundamente brasileña. Su obra maestra son las Bachianas Brasileiras, verdadera apoteosis de la fusión entre el folclore y las influencias de Bach.
Los amantes de su música no deben perderse el Museu Villa-Lobos, en el barrio de Botafogo. Esta pequeña casa de finales del siglo XIX alberga una colección de objetos personales del célebre compositor brasileño, como partituras, correspondencia, fotografías, vídeos y algunos instrumentos, entre ellos su piano de cola Gaveau.
Y hablando de pianos, es imposible no mencionar a uno de los más grandes pianistas de la segunda mitad del siglo XX: Nelson Freire (1944-2021). Natural de Boa Esperança, en Minas Gerais, este amigo íntimo de Martha Argerich será siempre recordado como un intérprete de una sensibilidad y expresividad poco comunes.
Música electrónica
En los últimos años, un estilo originario de Río ha puesto a Brasil en el mapa mundial de la música electrónica: el baile funk. Aunque fuera del país se le conoce como baile funk, en Brasil se le suele llamar carioca funk, o simplemente funk en Río. Pero no se deje engañar por el nombre, esta música puramente electrónica tiene poco que ver con James Brown, Stevie Wonder o George Clinton. El funk carioca, que se remonta a los años 80 y se inspira en el Miami Bass (una variante bailable y muy licenciosa del hip-hop), se diferencia del rap por su frialdad minimalista y mecánica, su dureza y su salvajismo. Generación tras generación, se ha convertido en la música más popular entre la juventud del país, impulsada por estrellas como la cantante Anitta, apodada la "Beyoncé do Brasil", MC Kevinho y MC Fioti (que ha tenido cierto éxito en Francia).