CATEDRAL DE CUSCO
Iniciada en 1564, la catedral se completó un siglo después. Las piedras volcánicas rosas de su fachada fueron extraídas de la ciudadela de Saqsayhuamán. La sobria fachada renacentista contrasta con el bullicioso estilo plateresco del interior. Con forma de cruz latina, el edificio cuenta con una sala capitular, tres naves, una sacristía y no menos de diez capillas laterales, todas ellas adornadas con objetos de cedro tallado (dorado con pan de oro o plata repujada) y casi 400 lienzos pintados. Las capillas laterales incluyen un altar de piedra y la nave donde está enterrado el Inca Garcilaso de la Vega. El nombre de una de las capillas (triunfo) proviene de la Virgen del Triunfo, de quien se dice que salvó la vida de 200 españoles durante el asedio de Cusco por Manco II.
La catedral cuenta con un coro del siglo XVII, cuyos asientos de cedro son verdaderas obras de arte. Aquí los estilos chocan pero deslumbran: altar central rococó de la Santísima Trinidad, retablos churriguerescos, púlpitos barrocos... En las capillas, la profusión de pinturas de la escuela cusqueña (Sinchi Roca, Marcos Zapata y Diego Quispe Tito) transforma la catedral en un museo (nótese el cuadro titulado la Última Cena, donde aparece un cuy, símbolo del sincretismo). El Señor de los Temblores muestra a un Cristo cuyo rostro está ennegrecido por el humo de las velas que arden constantemente cerca. La pieza central de la iglesia es una custodia de oro de 22 quilates, de 1,20 m de altura, cargada con más de 2.000 piedras preciosas y que pesa 27 kg.