LE COIN SAVOYARD * * *
En las primeras alturas del pueblo, con unas vistas panorámicas, más allá del espléndido campanario de Combloux, en la cadena del Mont Blanc, una auténtica granja del siglo XIX ha sido totalmente reformada en las reglas del arte. Se ha transformado con el tiempo -todavía encontraremos la fuente a la entrada de esta bella cabaña- ya que en 1819 fue un relax para los caballos. En 1969, la granja se convirtió en el chalet-hotel Le Coin Savoyard. En 1985, la tercera generación se centró en los trabajos de ampliación. Desde entonces, ha mejorado las prestaciones y la comodidad del lugar. Madera profunda, un ambiente acogedor y habitaciones de inspiración montañosa que abren, por su balcón, al espectáculo de la naturaleza. Además, está la recepción sonriente reservada a los visitantes por Colette y su equipo. En verano, después de un día de senderismo en los pastos vecinos, podrás disfrutar de la bonita piscina climatizada y cerrar los ojos bajo el sol para dejarse invadir en la terraza. En la mesa hay que probar especialidades de Saboya con eficacia. La calidad de los ingredientes es ejemplar. El plato del día sigue los productos del mercado, de total frescura y siempre bien preparados.
¿Lo sabías? Esta reseña ha sido escrita por nuestros autores profesionales.
Los puntos fuertes de este establecimiento:
Opiniones de los miembros sobre LE COIN SAVOYARD
Las calificaciones y reseñas a continuación reflejan las opiniones subjetivas de los miembros y no la opinión de The Little Witty.
Un vrai coup de cœur pour la tarte à la myrtille revisité du chef, autant visuellement que gustativement ????
Nous recommandons ce restaurant au charme incroyable et avons hâte de revenir vous voir l’année prochaine ❤️
Le cadre du restaurant est vraiment cosy et le personnel très chaleureux et avenants. Nous avons pris une fondue pour trois accompagné de salade (mention spéciale pour la vinaigrette que je pense être maison)
Pour bien terminer ce repas nous avons pris des desserts différents mais tous de haute qualité
Je recommande donc ce petit restaurant et je conseille la réservation à l’avance !
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La petite salle au fond est tout typique et on s’y sent bien, un vrai cocon.
On a mangé à 4 et un vrai régal (la tartelette à la myrtilles est un délice), et nous avons été très bien accueilli, l’ensemble de l’équipe est conviviale et chaleureuse.
Un vrai plaisir