FORT SAINT-JEAN
Cómo llegar y contactar
Descubra Fort Saint-Jean, una joya histórica que ofrece unas vistas panorámicas excepcionales y un interior complejo para una visita cautivadora.
Situado en la desembocadura del Vieux-Port, el Fuerte Saint-Jean, edificio histórico de primer orden, merece una visita por el excepcional panorama que ofrece sobre la ciudad, así como por su complejo interior, testigo de siglos de reflexión humana destinada a proteger Marsella y su puerto. El fuerte está rehabilitado desde 2013 e integrado en el complejo del MuCEM, al que está unido por una imponente pasarela. Anteriormente no era accesible, ya que sufrió daños durante la Segunda Guerra Mundial, cuando las fuerzas de ocupación decidieron utilizarlo como depósito de municiones. Puede visitar gratuitamente la zona ajardinada, donde se presentan numerosas plantas de todo el Mediterráneo, y los diversos patios y terrazas donde a los marselleses les gusta pasear y tomar el sol durante largas horas. Los bancos y sillas aquí y allá son una invitación a hacerlo. El fuerte, tal y como lo ves, fue construido en el siglo XIV por el rey René para proteger la ciudad de los ataques marítimos. Le aconsejamos que suba a la torre del mismo Rey René para tener una de las vistas más bonitas del Puerto Viejo y de la ciudad. Tómese el tiempo de explorar todos los pasajes y pequeños patios para conocer realmente este precioso monumento. Aquí se celebran numerosos conciertos y festivales en días soleados, en un entorno que, como verá, es encantador. Un último consejo inteligente: dar un paseo a los pies del fuerte, por el camino de abajo. Ofrece hermosas vistas del Mucem, el Faro y la entrada al puerto.
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Opiniones de los miembros sobre FORT SAINT-JEAN
Le fort a été rénové avec beaucoup de goût et de modernité tout en préservant l'histoire du site.
Superbe vue sur le vieux port
Mon 1er avis datait de juin 2016, j'y suis retournée en mars 2017 et j'ai été véritablement conquise par ce fort. Quelle vue quand on monte toute en haut de la tour, on peut aussi faire le tour des remparts, s'allonger sur les transat en bois pour faire la sieste au soleil et ressentir l'impression de petit village au centre du fort.