BASÍLICA DE NOTRE-DAME-DE-LA-GARDE

Esta basílica dedicada a Notre-Dame de la Garde, protectora de Marsella con San Víctor, domina la ciudad y el mar

Es el símbolo por excelencia de la ciudad. Visible desde los cuatro puntos cardinales de Marsella, la "Bonne Mère" es uno de los monumentos favoritos de los marselleses, que acuden a ella desde la infancia para encender una vela y admirar el paisaje. La basílica también es muy popular entre los visitantes, sea cual sea su país de origen o religión. Hay que decir que el mirador que rodea la basílica ofrece una vista impresionante de toda la zona circundante, desde el macizo de las Calanques hasta el puerto, que convencerá incluso a los menos piadosos. Subir las escaleras desde el aparcamiento es difícil, sobre todo en verano, y puede parecer una peregrinación. Pero la visita a la Bonne Mère es una obligación en Marsella

La Basílica es una presencia omnipresente en la vida de los marselleses, domina la ciudad y asoma en cada esquina. Como un faro, vigila Marsella y protege a sus habitantes. La historia de este monumento está íntimamente ligada a la de la ciudad. Fue construido en el siglo ^XIX, pero la colina sobre la que se alza se convirtió en un importante lugar espiritual ya en el siglo ^XII: la primera capilla dedicada a la Virgen María se erigió en este saliente rocoso en 1214, de acuerdo con los deseos de un sacerdote marsellés. Ya era un lugar de devoción muy apreciado por los marselleses, hasta el punto de que la capilla pronto se quedó pequeña para acoger a los numerosos fieles que acudían a ella. Por este motivo, en el siglo ^XV, el edificio original fue sustituido por una capilla más grande. El lugar, que se eleva 147 metros sobre la ciudad, se convirtió en una fortaleza militar durante el reinado de Francisco ^I , que constató durante una visita a la capilla que la ciudad estaba mal defendida. En el siglo ^XIX, el viejo santuario se quedó pequeño para acoger a todos los visitantes. Monseñor de Mazenod decidió construir un edificio mucho más grande sobre el existente. En aquella época, Marsella estaba inmersa en un gran proyecto de remodelación. Las obras, confiadas al arquitecto Espérandieu, comenzaron en 1853. Al final de la Segunda Guerra Mundial, la basílica de Notre-Dame-de-la-Garde desempeñó un papel importante en la liberación de Marsella. El 24 de agosto de 1944, el general de Monsabert dio la orden de tomar la colina de Notre-Dame-de-la-Garde, lugar estratégico donde estaban atrincheradas las tropas alemanas. Pero el lugar estaba bien vigilado y el fuego alemán dificultaba el acceso. Para entrar en la basílica, los fusileros argelinos, que se encontraban en primera línea, fueron guiados por un resistente marsellés que les llevó por un tortuoso camino, desconocido para los alemanes, que conducía a la meseta de Cherchel desde la actual rue Jules-Moulet. Los fusileros argelinos consiguieron asaltar la colina, entrar en la basílica e izar la bandera tricolor en lo alto del campanario. Una gran ovación recorrió los cuatro puntos cardinales de la ciudad. Los combates no habían terminado, pero la liberación de la Buena Madre devolvió la esperanza a los marselleses. En la fachada de la basílica aún pueden verse agujeros de bala y metralla, tristes vestigios de esta sangrienta batalla.

La basílica es de típico estilo románico-bizantino, como la catedral de la Major. El edificio consta de una iglesia inferior, que alberga la cripta, y una iglesia superior decorada con mosaicos y dedicada a la Virgen María. No se pierda

La criptaabovedada, de estilo románico y excavada totalmente en la roca, con una decoración austera y sin adornos. La primera misa se celebró aquí en 1861, varios años antes de la finalización de las obras. Consta de una nave abovedada flanqueada por seis capillas laterales y alberga un crucifijo policromado ⁽ siglo XVI) y una mater dolorosa del escultor Carpeaux. Desde el punto de vista ornamental, el contraste entre la cripta y la iglesia superior, a la que se accede por escaleras laterales, es muy llamativo.

La iglesia superior impresiona menos por su tamaño (la nave tiene 32 m de largo y 14 m de ancho) que por su suntuosa decoración. Los techos y las paredes laterales de la basílica están adornados con mosaicos: en total, unos 12 millones de teselas de todos los colores cubren una superficie de 2.500^m2. Las teselas de los mosaicos bizantinos fueron realizadas por artesanos venecianos a finales del siglo ^XIX. Con sus paneles alternados de cerámica, mármol rojo y mármol blanco de Carrara, la iglesia superior está decorada con una extraordinaria riqueza de colores. Mire hacia arriba para admirar las bóvedas con sus impresionantes dorados y detalles.

La colección de exvotos. Los exvotos de la Basílica, cuya tradición se remonta al siglo ^XIV, se han convertido en una curiosidad con el paso de los años. En la religión cristiana, estos objetos son ofrendas de agradecimiento por una gracia obtenida tras una oración. Se dice que Notre-Dame-de-la-Garde alberga más de 2.500 de ellos, que han salido de la basílica hacia la cripta y el atrio. Le llamarán especialmente la atención la multitud de barquitos que cuelgan de las bóvedas de la iglesia, ofrendas de marineros que han regresado sanos y salvos de sus viajes por el mar. Los exvotos también adoptan la forma de pequeñas pinturas en las que se han representado escenas.