Se trata de la referencia a los tragos de la costumbre que, como todo el mundo sabe, tienen un gran disparo. Aquí no hay miedo de nada, ni de horarios ni de un equipo de rugby hambriento, la sonrisa de la jefa sigue siendo de puesta. A veces hay que tachar un poco para encontrar un lugar, es el precio que hay que pagar para disfrutar del gran bufé de entradas. Para el plato del día, hay menos opciones. En cambio, la bandeja de quesos es muy generosa y el vino de la coraza le está bien. Los postres suelen estar entre el hecho casero y el todo listo, y permite siempre terminar la comida con una nota fresca. El Bar des Ailes, un poco más para los camioneros a largo plazo, propone tratamientos en los que se puede disfrutar de una buena ducha.
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