Restaurante de cocina sencilla pero muy buena situado en el centro de Roubaix.
Para algunos, el restaurante Le Pekín podría pasar por el templo del kitsch. De hecho, los propietarios no han escatimado en los efectos de la decoración. En la entrada del restaurante, en el pequeño patio interior, es una cuenca-fuente con árboles y peces (¡muy vivos!) que te acogen. En la sala del restaurante (un poco oscura), las mesas están decoradas con manteles rojos y, junto a cada una de ellas, tronan un acuario en el que se alza un pez rojo. Las paredes y el gran mostrador están cubiertos de animales de todo tipo. Así que sí, la decoración es un poco kitsch, pero de eso, los rotatorios no tienen nada que hacer, ya que si vuelven sin parar, es por el sabor y la calidad de los platos. De hecho, la cocina es sencilla pero muy buena. En entrada, la ensalada de camarones con brotes de soja crujientes aporta frescura y sabor. En el plato, el cerdo salsa de agrio agridulce acompañado de arroz o verduras chop-suey satisface las papilas amadoras de azúcar salado. Y en postre, la ensalada de frutas chinas permite terminar la comida con una nota exótica. A la carta también encontrarás clásicos como fideos salados, pato lacado, brochetas flambadas al sake o pinzas de surimi. Y si te preocupas por no ver a muchos visitantes en la sala, te sentirás tranquilo…¡los Roubaianos prefieran a menudo pedir para llevar! Un pequeño establecimiento sin pretensiones, idealmente situado en el centro de Roubaix.