CATEDRAL DE NUESTRA SEÑORA Y SAN PRIVADO

Al verla aún dominar la ciudad con ese empaque y desde las alturas, no se pone en duda el poder de los obispos de antaño. En 1368, el Papa Urbano V tomó la decisión de construirla como papa de Aviñón, pero, sobre todo, como hijo de Gédauvan (nació en Grizac en 1310). Quiso que fuera grande e imponente, y siguió enriqueciéndose en 1508 con su gran campanario (84 m) de estilo gótico flamígero y con una aguja muy adornada, y en 1509 con el campanario del cabildo (65 m), muy sobrio. Su aspecto se verá modificado al añadir, a principios del siglo XX, un porche neogótico. En el interior, la nave sorprende por su sencillez, con bóvedas de ojivas que alcanzan casi los veinticinco metros. Las capillas laterales conservan un bonito mobiliario: altares con retablo, sillería del coro de madera tallada y Virgen negra de estilo auvernés. En el coro se pueden ver tapices de Aubusson de principios del siglo XVIII. La visita no puede olvidarse de los órganos de 1654 y la bajada a la cripta donde está enterrado san Privado, eremita y supuesto obispo de Mende. Cerca del pórtico del gran campanario, se encuentra el badajo de la campana Marie Thérese, también llamada la «No Parecida», debido a sus dimensiones excepcionales y destruida durante las Guerras de Religión. Para descubrir plenamente esta construcción y su historia, recomendamos seguir la visita comentada propuesta por la Oficina de Turismo.