Los mejores restaurantes Aragón

En una antigua bodega sefardí del siglo XV, muestra los productos de la región, bajo la dirección del chef Iñaki Cubas. Podrá disfrutar de productos de origen garantizado como el cordero lechal de Aragón, las manitas de cerdo y, por supuesto, el jamón, así como las trufas negras de Sarrión y los melocotones de Calanda. Y en cuanto al pescado, el bacalao, la especialidad de la casa. Presentado en todas sus formas, conarrojiero, con patatas, servido en turbante con berenjenas y setas gratinadas o acompañado de pil-pil.

La cocina es exigente a base de productos de temporada en este moderno restaurante, con una pequeña tienda de vinos en la entrada. Es la referencia de Fraga para comer platos refinados, como el muslo de faisán con cerezas o el magret de pato en el oporto.

Lo que le espera al entrar es una magnífica decoración, con multitud de pequeños rincones, fotos familiares, carteles publicitarios y objetos antiguos. En definitiva, un pequeño museo de la vida cotidiana en sí mismo para este clásico de la ciudad, que en 2019 ha cumplido treinta y cinco años. Cuando los ojos se han saciado, las tapas están a su disposición, diferentes cada día y muy inventivas. Todas las razones para ir a este bonito restaurante rojo que participa regularmente en los concursos de tapas de la ciudad.

Restaurante con terraza para las vistas a la torre, que sirve buenos platos y una famosa selección de tapas.

Este lugar reivindica cocina de mercado y es también un lugar de tapeo que tiene regularmente concursos en este campo. Bonito espacio moderne.

Como el anterior local se quedaba pequeño, Javier y Carlos, los propietarios, decidieron "aprovechar" la pandemia del Covid para trasladarse a un nuevo local más grande y con terraza, a sólo 30 metros del anterior. Las migas siguen siendo el plato principal de un establecimiento que abrió su padre Luis en 1995. Se servirán las clásicas migas del pastor, elaboradas con pan cocido en horno de leña y aceite de oliva virgen del Bajo Aragón. Pero habrá una treintena de variedades para probar. Incluyendo el pulpo, el chocolate y las naranjas.

Su primera tienda abrió en 1975 y desde entonces se ha convertido en una cadena completa de producción -secado de sus propios jamones- y puntos de venta, además de un punto de degustación-restaurante como éste. El jamón será el producto estrella de los platos, tapas o raciones que se ofrezcan. No dudes en probar sus raviolis con jamón de Teruel, la preparación es un poco larga pero merece la pena. Tras la degustación, habrá mucho que comprar (jamón DOP, salchichas de Aragón, chorizo picante...).

Con un chef originario de Valencia, no nos sorprende que la paella sea la especialidad de este pequeño restaurante. También apreciarás el menú del día, elaborado con productos de temporada, que se puede degustar en una decoración moderna y agradable.

A pesar de una ubicación desagradable al lado de una gasolinera y una fachada poco atractiva, hay que reconocer que se come bien en este pequeño restaurante popular. Una cosa es segura, ya que el estómago está bien lleno por un precio muy bajo.

En este establecimiento familiar se sirve cocina tradicional con un toque de innovación, pero también bocadillos o tapas para los pequeños tentempiés. La amabilidad de la acogida es también uno de los puntos fuertes del Rincón del Gallo. ¡Una buena dirección!

Fundado en 1950, es uno de los establecimientos históricos del Tubo de Zaragoza. Cuenta con un comedor y una zona de taberna. La cocina rinde homenaje a los antepasados andaluces de los actuales propietarios, y se puede apreciar la calidad de las carnes y pescados frescos. También hay una cafetería en la que se puede conseguir una ración de comida rápida y barata. Y si es usted aficionado a las botellas antiguas, a las mignonettes y a los viejos transistores, debería apreciar la decoración. Así como la amabilidad y eficiencia del servicio.

Este restaurante, que es sin duda lo mejor de la ciudad, prepara muy buenos pescados y exóticos postres.

Es el restaurante más antiguo de Zaragoza y uno de los más antiguos de España. Fue fundado en 1825 por una familia de origen francés que trajo a la ciudad la moda de comer fuera. Renovado en estilo modernista en 1925, aún conserva algunos vestigios de éste, como los azulejos y la escalera de hierro forjado. Hoy es el chef Ricardo Gil quien apuesta por poner en valor los productos de su propia huerta (coliflor, borraja, alcachofas...) a través de menús de temporada. Pero también prepara carne, pescado y postres caseros.

Este es uno de los mejores lugares de Jaca para disfrutar de deliciosas tapas. Debido a su éxito, el establecimiento suele estar abarrotado y es aconsejable llegar temprano si se quiere encontrar un asiento. Productos frescos y variados, fríos y calientes, con una carta francesa que facilita la elección. En caso de duda, puede contar con los consejos, siempre con una sonrisa, del propietario que habla un poco de francés. Equipo joven y dinámico, servicio rápido (a veces demasiado cuando hay mucha gente) con un buen ambiente garantizado.