Religiones exógenas

Convertidos por misioneros a partir del último cuarto del siglo XIX, la mayoría de los ugandeses son cristianos, con aproximadamente el mismo número de católicos y protestantes. La distribución religiosa, según las cifras oficiales, es: 84% cristianos (39% católicos y 32% anglicanos/protestantes, con otras denominaciones cristianas protestantes, como evangélicos y pentecostales, que constituyen el resto del porcentaje cristian), 14% musulmanes y 2% otras religiones (hinduismo, animismo, bahaísmo...). Sin embargo, los musulmanes son probablemente mucho más numerosos en el país, especialmente entre la población de Kampala. Hay varios tipos de islam en Uganda, un islam más antiguo y «tradicional», de mayoría sunita, implantado por comerciantes suajili y soldados sudaneses, y un islam «importado», traído por diferentes comunidades indias chiítas, como la de los ismaelitas, cuyo líder espiritual es el extremadamente rico Aga Khan. También de origen chiíta, la fe bahaí, nacida en Irán a mediados del siglo XIX, fue introducida en Uganda en 1951 por un puñado de correligionarios de Irán y el Reino Unido. El templo bahaí de Kampala, situado en la cima de una verde colina, merece una visita. Finalmente, las iglesias born again y los testigos de Jehová son muy activos en Uganda, gracias en particular a las muchas misiones evangélicas estadounidenses que se prodigan en algunos países africanos. En 2024, entre el 25% y el 30% de la población pertenecerá a estos movimientos evangélicos, lo que representa un crecimiento significativo en comparación con el 11% de pentecostales registrado hace diez años.

Religiones tradicionales

En las zonas rurales, las creencias animistas siguen vivas a pesar de haber sido combinadas con el cristianismo. Se basan en la creencia en un dios único, inmaterial e inaccesible, pero presente en cualquier cosa, árbol, río, piedra, animal... que están habitados por espíritus, nexo de unión entre dios y los hombres. En caso de catástrofes naturales, agresiones externas o enfermedades, a menudo se consulta y convoca a los espíritus, y especialmente a los de los antepasados, mucho más que al dios de los cristianos. La invocación de los espíritus (como los de Nakayima en Mubende) implica ritos propiciatorios y de sacrificio y ofrendas. Para ejemplificarlo, tomemos como ejemplo la religión tradicional de los baganda. Esta se basa en una jerarquía encabezada por Katonda («creador de todas las cosas»), quien es honrado en tres santuarios, pero relativamente alejado de los hombres y de sus preocupaciones cotidianas. Los veintiocho balubaale («guardianes»), espíritus de hombres ilustres, vienen en segundo lugar. Omnipresentes, estos espíritus se veneran en los templos donde sus oráculos son recogidos por un sacerdote o sacerdotisa (mandwa). Se realizan sacrificios para ganar su favor en aspectos como la fertilidad o las cosechas abundantes. Por último, en la parte inferior de la escala, hay una miríada de almas de los difuntos —bienintencionadas o no, que viven en las montañas, los bosques, los ríos o encarnadas en animales (como la pitón)— a las que hay que mantener contentas, sobre todo haciéndoles ofrendas (granos de café, dinero...) en una cesta prevista a tal efecto en cada hogar.