Música y danza religiosa
Al ser Bután predominantemente budista (el budismo es la religión del Estado), la música sagrada del país está impregnada de sus enseñanzas y rituales. Generalmente cantada y parte integrante de las ceremonias, se compone de recitaciones de suutra, salmodias y cantos de garganta, todo ello acompañado de puntuación instrumental. El aprendizaje de la música forma parte de la enseñanza de la visión pura. En la famosa tríada budista de cuerpo, palabra y mente, la música se equipara a la palabra. Entre los instrumentos utilizados en los recitados, cantos y danzas sagradas figuran caracolas, trompetas, tambores, oboes, platillos y campanas, cada uno con un papel simbólico que determina su uso.
Uno de los nombres más ilustres de la música religiosa butanesa reside actualmente en Francia: Lama Gyourmé. Maestro religioso y músico nacido en Bután en 1948, vive en Francia desde 1974, donde de vez en cuando interpreta canciones religiosas budistas en el escenario, acompañado por Jean-François Rykiel (hijo del diseñador de moda).
También es imposible evitar las danzas sagradas tradicionales, los cham, que se interpretan en los grandes festivales que han hecho famoso a Bután: los famosos tshechu. Máscaras terroríficas y coreografías hechizantes simbolizan la destrucción de los malos espíritus. Un colorido espectáculo que no debe perderse Y aunque todas las grandes festividades del país -Punakha Domchoe, Jambay Lhakhang Drup, Kurjey Tshechu y Thimphu Tshechu- ofrecen una magnífica versión, la más popular sigue siendo Paro Tshechu, una inolvidable celebración de cinco días en marzo.
Música profana
Aunque la música religiosa tiene una importancia primordial, no tiene el monopolio de la expresión folclórica butanesa. Ni mucho menos. Dicho esto, incluso la música tradicional secular tiene a menudo un trasfondo religioso. Es el caso del zungdra y el boedra, los dos principales estilos de canto y danza tradicionales butaneses. El zungdra, que apareció por primera vez en el siglo XVII, es endémico de Bután y tiene fama de ser difícil de cantar. Su complejidad suele desanimar incluso a los cantantes más experimentados. El segundo, el boedra, tiene su origen en la música de la corte tibetana y suele cantarse en círculo (mucho más fácilmente que el zhungdra). El zhungdra y el boedra también se bailan y sus partes instrumentales incluyen el chiwang (un violín), el dramyin (un laúd) y el lingm (una flauta). Casi tan comunes son el Zhey y el Zhem, canciones puramente vocales con una elaborada coreografía, a menudo interpretadas durante el tsheshu; el tsangmo, un género literario cantado en versos (pero no bailado); y el lozey, bastante similar al tsangmo, pero construido en forma de intercambio de preguntas y respuestas. Los temas de las canciones giran generalmente en torno a las tradiciones, los trajes, las costumbres y la literatura. Más moderno es el rigsar, un género que surgió en los años 80 como resultado de una fusión de melodías hindi, occidentales y tibetanas tocadas con instrumentos electrónicos.
Algunos restaurantes y hoteles también organizan espectáculos tradicionales. Es el caso, en particular, del Taj Tashi, en Timphu, todas las tardes a las 18:00.