Artesanía natural República Dominicana

Incluso entre los dominicanos, pocas personas saben que el país tiene una colonia de manatíes en su costa norte. Este mamífero, de tres a cuatro metros de largo y hasta trescientos kilos de peso, se ha establecido en un estuario rodeado de manglares al este de Punta Rucia. Es un mamífero pacífico que estuvo a punto de desaparecer: las comunidades locales lo cazaron durante un largo período hasta que solo quedaron diez ejemplares en 1996. Las autoridades decidieron proteger el área y crearon un santuario dedicado a la protección del manatí. Uno de los resultados de este proyecto es la apertura en 2013 del centro de información de Ciudad Manatí. Aquí, los guías locales le contarán todo sobre esta especie y su hábitat. Durante la visita guiada a través de los manglares conocerá los diferentes tipos de este ecosistema. El punto culminante de la visita es el mirador desde el que se puede observar a este animal salir a la superficie para respirar. Según los guías, hay un 90 % de posibilidades de verlos. En 2019, estas aguas estaban habitadas por algo más de cincuenta ejemplares de esta especie. Un buen ejemplo de como se puede combinar la protección de los animales y el turismo responsable.

La cueva está situada entre San Pedro de Macorís y La Romana, más precisamente entre los ríos Soco y Cumayasa. Está bien indicada, con un impresionante arco en la entrada. Esta formación geológica, compuesta por sucesivas bóvedas decoradas con estalagmitas y estalactitas milenarias, fue descubierta en 1926 y bautizada con el nombre de cueva del Jagual; más tarde, en 1949 fue rebautizada como cueva de las Maravillas. Recientemente se han rehabilitado más de 850 m de galerías con iluminación, rampa de acceso y escaleras. Es el museo de arte rupestre más grande de las Indias Occidentales. Las paredes de la cueva están decoradas con pinturas rupestres prehispánicas. Se pueden ver algunos de los 500 pictogramas que decoran las paredes de las rocas, testimonio del paso de los taínos por el lugar, que lo emplearon como centro de rituales religiosos y funerarios. Traiga zapatos cerrados para bajar los 135 escalones resbaladizos, y una chaqueta fina (la temperatura es de 19 ºC en la cueva). ¡Está prohibido hacer fotos!

Esta gran cueva natural alberga una colonia de golondrinas que la han elegido como su hogar. Hay que llegar en barco.

Descubierta en 1851 por un cónsul británico, esta formación geológica compuesta por unas cincuenta cuevas supone un interesante testimonio del arte rupestre de los taínos. Más de 6000 petroglifos representan peces, reptiles y figuras humanas. Las cuevas son el hogar de grandes colonias de murciélagos. Habían sido un lugar de veneración para los taínos, donde realizaban sus ritos. La increíble riqueza del arte rupestre que cubre las paredes de estas cuevas hace que la zona sea la capital prehistórica de las Antillas. El conjunto ha sido clasificado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Hoy en día, solo se visita el 30 % del yacimiento. La recolección de guano de los murciélagos en las cuevas durante las últimas décadas ha dañado gravemente estos preciosos testimonios de la vida en la prehistoria.

La región está llena de cuevas que antes daban cobijo a los taínos. Aunque generalmente no vivían en cuevas, los indios las utilizaban como base para las partidas de pesca o para almacenar material. La más famosa del lugar era la casa de un cacique cuyo techo se ha derrumbado. Todavía se pueden ver antiguas inscripciones indias sobre sus paredes. Los niños le llevarán caminando por algunos pesos y le ofrecerán restos de cerámica, algunos de los cuales podrían ser auténticos.