Fútbol, la difícil sucesión
El fútbol es el deporte nacional y tiene un gran éxito entre los niños y adolescentes, que lo juegan constantemente en las localidades de todo el país. No hay más que hojear las páginas de los diarios para comprender la popularidad de este deporte. Los jugadores de la selección nacional hacen que los rumanos se sientan orgullosos o tristes, dependiendo de sus resultados. La gran época de los años 1980 y 1990 y la generación de oro de Gheorghe Hagi (el Maradona de los Cárpatos), Popescu, Petrescu y Stelea han terminado, pero han traído largos períodos de felicidad a toda Rumanía: la selección nacional participó en tres Copas del Mundo consecutivas (1990, 1994 y 1998), donde obtuvo muy buenos resultados (en particular los cuartos de final en 1994). El equipo también logró clasificarse para la Eurocopa del 2000, 2008, 2016 y 2024. Desafortunadamente, Rumanía no se clasificó para las fases finales de los mundiales de 2018 ni de 2022.
Grandes campeones del tenis
El apogeo del tenis rumano se produjo en la década de 1970, cuando el equipo nacional, dirigido por Ilie Năstase e Ion Țiriac, dos jugadores que destacaban en el circuito individual, llegó a la final de la Copa Davis en tres ocasiones (1969, 1971 y 1972), aunque sin ganarla nunca, siendo derrotado en cada ocasión por los estadounidenses. Ilie Năstase, número uno del mundo en 1973 y ganador de Roland Garros (1973) y del Abierto de Estados Unidos (1972), sigue siendo una estrella y ha contribuido enormemente, con sus resultados y locuras, al reconocimiento de Rumanía en todo el mundo. Aunque han surgido buenos jugadores desde el principio de la década de 2000, como Andrei Pavel, el tenis masculino rumano actual lucha por renovarse. Por otro lado, en el tenis femenino destaca Simona Halep, número uno del mundo en 2017, ganadora de Roland Garros en 2018 y de Wimbledon en 2019, que luce con orgullo los colores de Rumanía.
Gimnasia, el escaparate del país
La gimnasia es la disciplina que dio a conocer a Rumanía al mundo entero y la que más medallas ha dado al deporte rumano: más de sesenta solo en los Juegos Olímpicos. Sus uniformes blancos con borde tricolor (azul, amarillo y rojo) todavía son muy temidos en las pistas.
Las autoridades comunistas abrieron en aquella época una escuela especializada en Deva (en el oeste del país), donde aún hoy se entrena la élite del país. La gimnasia se convirtió en una cuestión de Estado, una disciplina que debía dar a conocer Rumanía, y cuyos éxitos le permitían burlarse del gran vecino soviético. Nadia Comăneci fue la primera gran campeona. Su rostro, sus actuaciones, sus medallas (cinco en Montreal en 1976) y sus increíbles marcas dejaron huella en el mundo entero.
Otras disciplinas olímpicas
Piragüismo y remo. Estas disciplinas siempre han aportado muchas medallas al deporte rumano. Durante los distintos Juegos Olímpicos, el remo consiguió más de treinta medallas, al igual que el piragüismo. Estas dos disciplinas están clasificadas justo por detrás de la gimnasia en términos de número de medallas. La primera gran estrella fue Ivan Patzaichin, quien, entre 1968 y 1984, ganó cuatro medallas de oro olímpicas y múltiples títulos mundiales en piragüismo. Más tarde, en los Juegos Olímpicos de Atenas, los rumanos ganaron la medalla de oro en remo y Georgeta Damian-Andrunache y Viorica Susanu consiguieron otra en la misma disciplina en los de Beijing 2008. En los Juegos Olímpicos de Londres de 2012, el equipo nacional no consiguió ninguna medalla, pero en 2016 (en Río), el equipo ganó el bronce en remo, y en 2020 (en Tokio), se llevó tres en la misma de disciplina, una de oro y dos de plata.
Boxeo. El primer título ganado en esta disciplina por un rumano fue el de campeón de Europa, conquistado por Lucian Popescu en 1930. Posteriormente, este deporte se fomentó en el ejército bajo el régimen comunista, al igual que en otros países amigos como Cuba, Bulgaria y la URSS. Los boxeadores eran entonces exclusivamente aficionados, y el equipo rumano obtuvo excelentes resultados en los Juegos Olímpicos (más de veinte medallas).
Después de la Revolución, el boxeo siguió siendo muy popular y ya no se limitaba al ámbito amateur. Algunos boxeadores destacaron al más alto nivel, como Francisc Vaștag y Mihai Leu (varias veces campeón de Europa y del mundo). Más recientemente, cabe mencionar a Leonard Doroftei (campeón mundial en 2002 y 2003 en la categoría de superligeros), Adrian Diaconu (que ganó catorce de las quince medallas durante su participación en los torneos olímpicos), Lucian Bute (campeón mundial en la categoría de superligeros de 2007 a 2012) o Christian Hammer (campeón europeo de la OMB en 2008, 2016 y 2017, así como campeón internacional de la OMB en 2015).
Atletismo. Las primeras competiciones se organizaron en Rumanía en 1910. A lo largo de las décadas, el atletismo rumano produjo excelentes atletas, algunos de los cuales llegaron a dominar su disciplina. La primera gran estrella fue Iolanda Balaș, que dominó el salto de altura femenino durante muchos años. Entre 1957 y 1961, batió catorce veces el récord del mundo. Ganó la medalla de oro olímpica en 1960 en Roma y de nuevo en 1964 en Tokio. Treinta años más tarde, otra mujer enarbolaría la bandera rumana. Gabriela Szabó fue, de hecho, una de las grandes campeonas de medio fondo entre 1998 y 2004. En los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, Constantina Diță ganó el oro en maratón, convirtiéndose, a sus 38 años, en la atleta de mayor edad en ganar esta medalla. Sin embargo, los atletas rumanos se fueron de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y Río 2016 sin ninguna medalla.
Oina, un juego típico rumano
Las reglas son bastante simples. Se enfrentan dos equipos de once jugadores. Uno es bătaie (atacante), el otro prindere (defensor). Un jugador del equipo atacante lanza una pelota (que pesa 140 g), que el oponente debe tratar de golpear con un bate de madera (bâtă) y enviarla lo más lejos posible, dentro de un campo de juego de 70 x 32 metros rodeado de líneas. ¿No le recuerda esto al béisbol? El oină se menciona por primera vez en textos en 1364, durante el reinado de Vlaicu Vodă. Era practicado entonces por los pastores de Valaquia. Rumanía propuso introducir esta disciplina durante los Juegos Olímpicos de 1896, pero las autoridades olímpicas se negaron porque el deporte solo se practicaba en Rumanía. Tres años más tarde, el Ministro de Educación, Spiru Haret, decidió que el oină se practicara en las escuelas y organizó competiciones nacionales. Pero a pesar de esta medida, este juego de pelota tuvo poco éxito y está desapareciendo poco a poco. Todavía existen dos federaciones, en Bucarest y en Chișinău (en la República de Moldavia).
Actividades en la naturaleza
Senderismo. Ya sea a pie, en bicicleta de montaña o a caballo, Rumanía ofrece una amplia gama de paseos por la naturaleza, tanto para familias como para entusiastas del deporte. Los Cárpatos, en conjunto, se prestan muy bien para la práctica del senderismo, pues ofrece diferentes paisajes y altitudes, caminos fáciles y difíciles, de una hora o varios días… Aunque a los rumanos les encantan las caminatas en la naturaleza, sus senderos aún no están tan concurridos como en los Pirineos o la sierra madrileña, por ejemplo.
Podrá alojarse en refugios, a menudo muy sencillos, aunque acogedores, o montar su tienda en los alrededores. Sin embargo, se aconseja que cada uno lleve sus provisiones. Puede encontrar buenos mapas en las librerías rumanas que muestran los senderos marcados y los refugios.
Finalmente, las agencias especializadas podrán ofrecerle estupendas excursiones por todo el país. Solo hay que elegir entre las montañas Bucegi (accesibles en teleférico), las Apuseni (magníficas, además de menos concurridas), el macizo Rodnz (bien señalizado y abundante en plantas y animales raros), y así sucesivamente.
Observación de aves. En primavera y otoño, muchos ornitólogos visitan uno de los espacios más bellos de Europa, el delta del Danubio. Durante los grandes períodos de anidación y migración (de marzo a mayo y de agosto a octubre), millones de aves se detienen aquí. Las agencias locales organizan expediciones de uno o más días en barco, que es la única manera de acercarse a la zona de las aves. Puede encontrar ofertas en Bucarest o en el lugar mismo, en Tulcea o Crișan. Los amantes de la naturaleza también podrán avistar un gran número de especies en la región de los Cárpatos.
Escalada. Rumanía tiene un gran número de spots de escalada. Entre las cimas naturales más destacadas se encuentran los macizos de Bucegi y Piatra Craiului, situados cerca de la ciudad de Brașov, o el Cheile Bicazului (el desfiladero de Bicaz), cerca de la ciudad de Piatra Neamț
Deportes extremos. Se han desarrollado principalmente en los últimos años. Rafting, escalada, off road, parapente y muchas otras actividades esperan a los aficionados a las sensaciones fuertes. Hay equipos de profesionales que ofrecen recorridos en casi todo el país.
Deportes acuáticos. En verano, los rumanos acuden en gran número a la costa. Como en cualquier zona turística, aquí pueden practicar moto acuática, paddlesurf, hidropedal, esquí acuático… y cualquier tipo de boya que se mantenga a flote sobre el agua. Los precios son asequibles.
En el río, a pesar de una larga tradición de piraguïsmo olímpico, remar no es necesariamente fácil. Los lugares más conocidos son los desfiladeros de Lăpuș y los ríos Vaser, en Maramureș, o el Aurie Bistrița, en Bucovina.
Deportes de invierno. El esquí de fondo y las raquetas de nieve se practican muy poco, aunque muchas regiones se prestan muy bien a ello. Sin embargo, las estaciones de esquí en el valle de Prahova están empezando a atraer a más y más gente. En Poiana Brașov (la más conocida), la gente suele esquiar de noviembre a marzo. También son populares los vecinos centros turísticos de Predeal y Bușteni. Asimismo, se puede esquiar cerca de Sibiu, en Păltiniș; en Borșa, en Maramureș; en Semenic, en el oeste de los Cárpatos, o en Gura Humorului, cerca de Suceava.
Espeleología. Los Apuseni y otras áreas de los Cárpatos proporcionan algunas de las más bellas simas y cuevas de Europa. Pero la espeleología no es una disciplina que se practique a gran escala y sigue siendo el escape de unos pocos especialistas. Por consiguiente, los entusiastas deben ponerse en contacto con la federación rumana de espeleología en Bucarest.
Termalismo y talasoterapia
El termalismo tiene una larga tradición en Rumanía, que cuenta con mil y un manantiales. Durante el régimen comunista se construyeron grandes complejos alrededor del mar Negro, en particular en la región de Crișana, en el este de los Cárpatos. Estos complejos tuvieron mucho éxito en los años 1970, cuando atrajeron a muchos grupos de turistas europeos y de otras latitudes en busca de un tratamiento. Algunos de estos centros han envejecido bastante mal y otros, incluso, han cerrado. Pero han sobrevivido algunos, que han sido renovados y adaptados a los estándares europeos, especialmente en las inmediaciones del mar Negro. Un buen ejemplo es el complejo termal de Ocna Sibiului, que ofrece tratamientos a precios muy asequibles.