Época clásica
Los escritores del siglo XIX pertenecen a una generación marcada por las transformaciones sociales y políticas que siguieron a las revoluciones de 1848. Por lo tanto, se interesaron por la emancipación y la unidad nacional, creando un estilo y obras originales. Entre estos escritores se hallan Nicolae Bălcescu (1819-1852), Mihail Kogălniceanu (1817-1891), Costache Negruzzi (1808-1868, especialista en narraciones históricas), Ion Ghica (1816-1897) y Vasile Alecsandri (1821-1890). Este último es considerado el fundador de la poesía y la dramaturgia rumana.
La segunda mitad del siglo XIX es el período de los grandes clásicos de la cultura rumana, gracias a autores cuyo pensamiento marcó la sociedad de su época. En 1863, en Iași, Titu Maiorescu fundó la sociedad literaria Junimea (nombre que evoca la juventud). Mihai Eminescu (1850-1889), hoy considerado el gran poeta lírico nacional, fue miembro de esta sociedad. Su temprana muerte a los 39 años lo convirtió en un símbolo de la eterna juventud. Se dice que nadie mejor que él ha sabido pintar el alma rumana inspirándose en la historia y en el folclore local (del que era un apasionado especialista). Curiosamente, solo una de sus obras (Poesías) se publicó en vida. Su talento sería reconocido más tarde, y muchos artistas se inspirarían en el nuevo lenguaje creado por Eminescu. Otros autores como los prosistas Ion Creangă (1837-1889) y Ioan Slavici (1848-1925) o el dramaturgo Ion Luca Caragiale (1852-1912) marcan este período. Por ejemplo, Caragiale retomó con humor los clichés de la sociedad rumana del siglo XIX y los cambios que sufrió. Es autor de Una carta perdida y Una noche tormentosa. En 2022 se organizaron numerosos actos en honor de Caragiale, que fue, según Ionesco, «el más grande de todos los dramaturgos desconocidos».
Nuevas influencias
El comienzo del siglo XX y el período de entreguerras estuvieron marcados por la aparición de nuevas corrientes. Rumanía experimentaba una verdadera agitación cultural y Bucarest era apodada la «Pequeña París». Las revistas y los círculos literarios se multiplicaban y competían entre sí. El escritor rumano más popular en el extranjero era Eugene Ionesco (1909-1994), nacido en Slatina, pero que acabaría viviendo gran parte de su vida en Francia. Este inimitable maestro del absurdo es uno de los dramaturgos más famosos de su siglo. Entre sus obras, especialmente apreciadas fuera de Rumanía, se encuentran La cantante calva, El rey se muere y El rinoceronte, que representa a un hombre que intenta seguir siendo humano en un mundo donde todos sus contemporáneos se han convertido en viles rinocerontes… Le debemos nuevas técnicas dramáticas. Sus temas recurrentes son la imposibilidad de comunicarse, la soledad y la búsqueda de sentido. Lo demuestra con maestría en su obra principal, La cantante calva, a la que seguirán otras como Jacobo o la sumisión, La lección, Las sillas…
En el período de entreguerras apareció una nueva generación de escritores: Mihail Sadoveanu (1880-1961, novelas históricas), Lucian Blaga (1895-1961, poesía expresionista), George Bacovia (1881-1957, poeta «de la desesperación»), Liviu Rebreanu [1885-1944, autor del famoso Pădurea spânzuraților, (el bosque de los ahorcados) o Camil Petrescu (1894-1957), novelista, dramaturgo y poeta, autor de El lecho de Procusto y Última noche de amor, primera noche de la guerra. A este período pertenece también Mircea Eliade (1907-1986), fundador de la historia moderna de las religiones, mitólogo, filósofo y novelista, cuya obra ha sido traducida al español, al igual que la de Camil Petrescu.
Una difícil creación literaria
Durante el período de entreguerras, la literatura rumana estaba alineada con las ideas y movimientos culturales europeos, pero la guerra y el régimen comunista pusieron fin a esta tendencia. Algunos escritores de este período continuaron escribiendo después de la Segunda Guerra Mundial, tratando de evitar en lo posible los compromisos impuestos por el régimen. Al prohibir cualquier publicación crítica con sus políticas, los dirigentes del régimen comunista asfixiaron parcialmente la creación literaria. Sin embargo, algunos autores de la época tuvieron mucho éxito, y fueron venerados tanto por los críticos del estado como por los lectores. Este fue el caso de Marin Preda (1922-1980), el poeta Marin Sorescu (1936-1997) y Nichita Stănescu (1933-1983).
Paralelamente, el régimen comunista engendró una generación de escritores opositores, inspirados por la situación del pueblo rumano. Virgil Gheorghiu (1916-1992) es uno de los más conocidos, no solo en Rumanía, sino en todo el mundo gracias a su novela La hora 25, traducida y publicada por primera vez en España en 1963. Esta cuenta la historia de un campesino rumano cuya vida se pone patas arriba de un día para otro cuando es enviado a un campo de concentración porque es denunciado como judío. Vienen a continuación las fugas, las torturas, los vagabundeos, un número de eventos absurdos causados por los sistemas totalitarios en los que la sociedad se ha hundido al borde de la hora 25. Su novela, que se publicó posteriormente en todo el mundo, también fue llevada a la pantalla por Henri Verneuil en 1967, con Anthony Quinn como el campesino Iohann Moritz y Serge Reggiani como el hijo del sacerdote Traian Coruga, el que se da cuenta de que la hora 25 ha llegado. Como la mayoría de los escritores del período comunista, Virgil Gheorghiu fue forzado al exilio.
El novelista Petru Dumitriu (1924-2002), conocido en Rumanía en particular por sus libros Cita en el juicio final y El hombre de los ojos grises, pertenece también a esta generación, a pesar de que en un período de su actividad literaria tuvo que plegarse a las circunstancias y escribir para el régimen. Huyó de Rumanía en 1960 para poder escribir libremente. Otros autores de la época comunista también fueron obligados a exiliarse. Siguieron escribiendo y, desde diciembre de 1989, uno de los esfuerzos de la literatura rumana ha sido devolver a las generaciones más jóvenes los nombres y las obras de los escritores de la diáspora rumana, que fueron prohibidos en su país de origen durante la dictadura comunista. Entre ellos, Emil Cioran y Mircea Eliade, que desaparecieron sin poder regresar a su país, han obtenido reconocimiento internacional. El primero de ellos, nacido en 1911 en Rășinari, es el filósofo rumano más respetado. Graduado en la Universidad de Bucarest en 1932, forma parte del grupo que influyó profundamente en la cultura rumana en el período de entreguerras. Durante esta época, se descarrió apoyando a la Guardia de Hierro fascista. En 1937 obtuvo una beca del gobierno francés y se trasladó a París. A partir de 1947, exiliado por el régimen comunista de su país, escribió solo en francés. Entre sus obras podemos mencionar: En las cimas de la desesperación (2020) o Historia y utopía (2023). El segundo, Mircea Eliade, nacido en 1907 en Bucarest, dedicó su vida a buscar la definición de la naturaleza humana. Fascinado por las antiguas religiones y filosofías de todo el mundo, viajó a la edad de veintiún años a la India, donde estudió sánscrito, filosofía india y yoga en la Universidad de Calcuta. También pasó seis meses en una ermita en los picos del Himalaya. En 1933 se publicó su disertación sobre el yoga, un ensayo sobre los orígenes del misticismo indio. Es la única obra de este tipo de un no indio que ha despertado gran interés. A su regreso a Rumanía, Eliade fue muy activo como escritor, investigador y profesor de historia de la religión en la Universidad de Bucarest. Durante este tiempo frecuentaba los círculos antisemitas, muy influyentes en el país (donde desfilaba la Guardia de Hierro), un hecho sobre el que Eliade siempre ha guardado silencio (a diferencia de Cioran, por ejemplo, que reconoció sus errores). Después de la Segunda Guerra Mundial, Eliade, que se oponía al nuevo régimen, tuvo que abandonar su país natal para huir de la represión comunista. Vivió en París hasta 1956 y luego fue nombrado profesor de historia de la religión en la Universidad de Chicago. Murió en Chicago en 1986 sin volver a ver su país. Entre sus obras más conocidas: El burdel de las gitanas, La noche bengalí (adaptada para el cine por Nicolas Klotz en 1988, con Hugh Grant en el papel del joven Allan), Tratado de historia de las religiones, El mito del eterno retorno, La novela del adolescente miope... En 2007, Francis Ford Coppola estrenó la película El hombre sin edad, rodada en Rumanía e inspirada en un cuento homónimo de Eliade. Es la historia de un profesor cuya vida, poco antes de la Segunda Guerra Mundial, se ve trastornada por un «cambio extraordinario» que le llevaría a ser perseguido por los nazis.
Literatura rumana contemporánea
Muchos escritores contemporáneos han conocido el exilio y han sido publicados en el extranjero antes que en en Rumanía. Muchos de ellos tuvieron que escoger países de acogida. Este es el caso de Mihái Ticán Rumano, que después de vivir en Argentina pasa varios años en Barcelona, donde escribe y colabora en diferentes publicaciones periódicas, o de Vintilă Horia, que fue profesor de la Universidad Complutense y descansa en el cementerio de la Almudena. Mención aparte merece el hispanista Popescu-Telega Alexandru, nombrado miembro correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua en 1940. La literatura rumana contemporánea ha conseguido llamar la atención de los editores, como demuestra el importante número de obras traducidas en los últimos años.
Vintilă Horia, que nació en 1915, fue un prolífico escrito rumano que escribió, además de en su propia lengua, en español y francés. Originario de la ciudad de Segarcea, acabaría viviendo en Madrid de manera permanente tras unos saltos por Italia y Argentina. Durante la época franquista, obtuvo un cargo de profesor en la Universidad Complutense de Madrid y, posteriormente, de catedrático en la Universidad de Alcalá de Henares. Entre algunas de sus obras podemos citar: Viaje a los centros de la tierra (1987), La séptima carta (1976) o Marta o la segunda guerra (2010).
Herta Müller, nacida en 1954, ganó el Premio Nobel de Literatura en 2009. Novelista alemana de la región del Banato en Rumanía, se basa en su propia experiencia durante la dictadura de Ceaușescu para evocar las libertades negadas, las presiones, las vidas despreciadas. Una de sus últimas obras traducidas al español es Siempre la misma nieve y siempre el mismo tío (2019).
Mircea Cărtărescu (1956), es un teórico, poeta y novelista de estilo extravagante. Acumula premios literarios desde 1989 y tuvo un enorme éxito en Rumanía con Orbitor (Cegador), que consta de tres volúmenes, publicados en España por la editorial Impedimenta: El ala izquierda (1996), El cuerpo (2002) y El ala derecha (2007). Su notoriedad le permite ayudar a los autores principiantes. Hoy en día, ocupa un lugar importante en la literatura rumana. En su haber: más de treinta novelas, muchas de las cuales han sido traducidas al inglés, al italiano, al sueco y, por supuesto, al español.
La nueva generación está representada por Cecilia Ștefănescu, una novelista nacida en 1975 en Bucarest. Publicó su primera novela, Relaciones enfermizas, en 2002. Fue un gran éxito en Rumanía, e incluso se adaptó al cine en 2006 (Legături bolnăvicioase; versión inglesa, Love sick).
Hemos dejado para el final a Ana Blandiana (Timișoara, 1942), poeta, narradora, ensayista y Premio Princesa de Asturias de las Letras 2024, hija de un sacerdote ortodoxo perseguido y encarcelado por el régimen comunista. Se trata de una de las grandes poetisas europeas, como demuestra el premio Herder de la Universidad de Viena a toda su obra. Ana Blandiana es Doctora Honoris Causa por la Universidad de Salamanca. Sus poemas han sido traducidos al español por Pre-textos, Visor de Poesía o Juan de Mairena Editores, y sus novelas por la editorial Periférica.