Parques nacionales y espacios protegidos
Rumanía cuenta con diferentes tipos de espacios protegidos, incluyendo catorce parques nacionales, donde los amantes de la naturaleza encontrarán la felicidad.
El Parque Nacional de Semenic-Cheile Carasului en Caraș, al sudeste de Timișoara, es ideal para emprender excursiones por sus vastos bosques de hayas, cañones y cuevas.
El Parque Nacional de Retezat es el primero y el más grande de los parques nacionales de Rumanía. Se encuentra en la parte centro occidental del país, en los Cárpatos. Ofrece un escenario único, con más de sesenta cumbres y más de ochenta lagos glaciares. Este tesoro de la biodiversidad es el hogar de uno de los últimos bosques primarios de Europa. Alberga más de 1190 especies de flora y fauna, con lobos, osos pardos, linces boreales y nutrias.
El Parque Nacional de Rodna, al norte del país, también forma parte del macizo de los Cárpatos. El visitante descubrirá allí paisajes que le dejarán sin aliento, valles glaciares, pero también bosques y pastizales, ecosistemas frágiles asociados a una gran biodiversidad.
El Parque Nacional de Călimani, en los Cárpatos orientales, está situado en los límites de tres provincias históricas: Bucovina, Transilvania y Moldavia. El macizo volcánico de Călimani presume de una gran biodiversidad y una orografía variada. El parque está salpicado de lugares pintorescos, rocas antropomorfas y lagos que ofrecen unas panorámicas únicas a los visitantes que se acercan a pie o a caballo.
El Parque Nacional de Piatra Craiului está situado en los Cárpatos, a treinta kilómetros de Brașov. Su nombre significa «piedra del príncipe». Una de las peculiaridades del parque está ligada a su geología. En el macizo predomina la piedra caliza. Cuenta con más de setecientas cuevas y, además, es lugar de entrenamiento para muchos alpinistas. También hay numerosas especies endémicas de flora. La fauna incluye osos, lobos y linces, entre otros.
El Parque Nacional de los Montes Măcin, situado al sudeste del país, incluye parte de los montes Măcin y un mosaico de ecosistemas: estepas, bosques mixtos de tipo balcánico, asociados a una gran biodiversidad. El parque es el hogar de muchas especies de aves, entre ellas el escribano hortelano, la tórtola europea, el halcón sacre, el gavilán y el busardo moro, uno de los busardos más grandes de Europa.
El Parque Nacional de Defileul Jiului (Parque Nacional de los desfiladeros del río Jiu), en los Cárpatos meridionales, al sur del país, está considerado como uno de los más espectaculares de Rumanía. Muestra unas masas forestales excepcionales: bosques de coníferas y enebros en las cotas más altas, seguidos de magníficas fresnedas en los niveles inferiores. Los paisajes del desfiladero del río Jiu, con sus rocas y cascadas, ofrecen un paisaje lleno de color. También hay muchas especies de flores, incluidas las orquídeas. El parque alberga además una variada fauna compuesta por anfibios, reptiles y numerosas aves, incluida el águila real.
El Parque Nacional Domogled-Valea Cernei (Parque Nacional del valle del río Cerna), también en los Cárpatos meridionales, se caracteriza por su relieve y sus ecosistemas montañosos, así como por la gran variedad de flora y fauna específica de los Cárpatos.
El Parque Nacional de Buila-Vânturarița, en la antigua provincia de Valaquia, está situado en el macizo Căpătânii de los Cárpatos meridionales. Es, sin duda, una de las cordilleras forestales más bellas y variadas del país, con una biodiversidad excepcional y especies raras. También destaca por sus cuevas, hábitat de seis especies de murciélagos. Entre las especies vegetales más abundantes se incluyen tejos, enebros, lirios martagones y varias orquídeas. En cuanto a la fauna, abarca toda la pirámide ecológica de especies.
El Parque Nacional de Cozia, en la región histórica de Valaquia, en los Cárpatos meridionales, es famoso por los pintorescos paisajes del cañón del río Olt, un afluente del Danubio. Estos ecosistemas protegidos son el hogar de una biodiversidad excepcional. Hay grandes depredadores (lobo, lince, oso) y herbívoros como la gamuza o el ciervo.
El Parque Nacional del Cañón del Nera-Beușnița está situado al suroeste del país, en la histórica región de Banat. Lejos de las principales rutas turísticas, este espacio es un remanso de paz. El visitante descubrirá paisajes vírgenes. El parque alberga suntuosos paisajes, como el lago del Diablo —el único lago kárstico del país— o hermosas cascadas, ríos, cañones y bosques. Es un lugar ideal para hacer senderismo, escalada y espeleología.
El Parque Nacional Cheile Bicazului-Hăşmaş (Parque Nacional del Cañón del Bicaz-Hășmaș), al noreste de Rumanía, al este de los Cárpatos orientales, cuenta con una hermosa orografía formada por arroyos, cañones, morrenas; además de preciosos valles y macizos forestales. La fauna es característica de los Cárpatos (osos, lobos, linces, tritones crestados, águilas reales), combinada con vastas extensiones de bosque (bosques mixtos, coníferas, robledales, hayedos, fresnedas). Su diversidad floral incluye el edelweiss y la genciana amarilla.
El Parque Nacional de Ceahlău está situado en la región histórica de Moldavia, al noreste del país. Cuenta con hermosos paisajes montañosos, cascadas y uno de los lagos más grandes del país, creado por la presa de Bicaz. Alberga hermosos bosques de hayas, carpes y abetos, y también grandes depredadores como los osos. Con más de dos tercios de la diversidad vegetal del país, se considera un verdadero laboratorio natural, frecuentado no solo por las universidades, sino también por muchos turistas que acuden en masa a los lugares más pintorescos (rocas con formas sorprendentes, monasterio de Durau).
La Reserva de Biosfera del Delta del Danubio, catalogada por la UNESCO, protege la mayor parte del delta del Danubio entre Rumanía y Ucrania. Incluye las lagunas conocidas como limanes. Este ecosistema único alberga más de 1500 especies de plantas y una fauna extremadamente diversa (aves, peces de agua dulce, insectos). También es el hogar de un gran número de aves sedentarias y migratorias.
El bosque, un recurso frágil y amenazado
Rumanía cuenta en su territorio con el 3% de los bosques primarios, lo que representa dos tercios de los bosques vírgenes de la Unión Europea (excluida Escandinavia). Estos bosques intactos, que no han sido explotados por el hombre, son increíbles reservas de biodiversidad, pero también sumideros de carbono. Están clasificados como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO e incluidos en las zonas Natura 2000. Sin embargo, a pesar de estos estatus de protección, están en peligro. En diez años se habrían talado ilegalmente ochenta millones de metros cúbicos. Este contrabando también está a veces manchado de sangre humana (asesinato de un guarda de caza) y revela todo un sistema de corrupción (asignación y gestión de parcelas, etc.). Pero la gente está al acecho. Así, la ONG Agent Green ha puesto en marcha un sistema ingenioso de vigilancia llamado tree screening. Este dispositivo, colocado en la copa de los árboles, emite una señal en cuanto detecta vibraciones ligadas a las motosierras. Equipado con un panel solar, está conectado a un teléfono que transmite automáticamente la llamada a la Oficina Forestal. Además, las ONG han presentado una denuncia ante la Comisión Europea contra el gobierno del país por destruir este patrimonio centenario.
La gestión de los residuos, un gran reto
Los residuos son otro tema muy delicado en Rumanía, con múltiples repercusiones sanitarias y medioambientales. Los sistemas de gestión de residuos son deficientes en la mayor parte del país, y todavía existen vertederos al aire libre donde se incinera la basura, sin tener en cuenta ni la normativa ni la protección de la población. La recogida selectiva es casi inexistente, los índices de reciclaje son bajos y la situación puede ser crítica en Bucarest, donde a veces se abandonan los residuos en los márgenes de las carreteras. El bajo coste del tratamiento de residuos en Rumanía ha dado lugar a un gran número de importaciones procedentes de países de Europa Occidental, fenómeno que se ha visto acentuado por la prohibición de China de importar ciertos tipos de residuos. Una vez más aparece el fantasma de la corrupción sobre lo que se ha convertido en un verdadero tráfico de residuos. Neumáticos, desechos sanitarios y otros productos ilegales terminan en las incineradoras de las cementeras del país. Apenas hay controles fronterizos y Rumanía se está convirtiendo en el basurero de Europa Occidental. Además, la situación sanitaria y ecológica cerca de los vertederos es problemática. En 2018, el país fue condenado por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea por no haber clausurado 68 vertederos públicos.
Contaminación del aire y del agua
Además de las emisiones tóxicas de las cementeras, Rumanía, y especialmente las ciudades, sufren las consecuencias de la mala calidad del aire, vinculada a las emisiones de los vehículos —del antiguo parque diésel de Europa Occidental—, pero también a otros tipos de combustión fósil (industria, calefacción y centrales térmicas). El tratamiento del agua también es inadecuado, lo que contribuye a la contaminación del medio ambiente. Las aguas del Danubio y su delta transportan toda una gama de contaminantes al mar Negro. La sociedad civil comienza a manifestarse, y en 2020 organizó concentraciones en el marco de la campaña Viernes para el Futuro (Fridays for the Future). El objetivo de estos actos, celebrados en Bucarest, era sensibilizar no solo sobre el cambio climático, sino también sobre la contaminación del aire. Además, las ONG proponen soluciones como el desarrollo de carriles bici, la introducción de autobuses eléctricos, la creación de nuevos espacios verdes, etc.
Pasivos industriales
Rumanía arrastra las cicatrices de varios desastres ecológicos vinculados a su historia industrial. Geamana es quizás el símbolo de ello. Todo lo que queda de este pequeño pueblo al noreste del país es el campanario de la iglesia, que apenas se eleva sobre un lago de de lodo. La puesta en marcha de una de las mayores minas de cobre de Europa en 1985 llevó al régimen entonces en el poder a sacrificar este pueblo para instalar en él los residuos de la extracción, mezclados con productos químicos y cal, a los que se añade, en tiempos de lluvia, el agua cargada de metales pesados. El nivel del lago continuó subiendo, obligando a los habitantes que quedaban allí a trasladar sus casas de nuevo. Más recientemente, el accidente de Baia Mare en el 2000 causó el vertido de toneladas de cianuro y metales pesados a los ríos circundantes. La contaminación se extendió a Hungría, Serbia, Bulgaria y Ucrania, con consecuencias dramáticas para la biodiversidad. Cabe señalar, sin embargo, que el proyecto de una mina de oro en Roșia Motana, Transilvania, que iba a ser explotado por una empresa canadiense, ya no cuenta con el apoyo de Bucarest. El proyecto habría tenido numerosas repercusiones ambientales y sanitarias, como la deforestación y la expropiación.