La música y la danza tradicional

En Ruanda, la música y la danza tradicional van de la mano. Los mejores representantes de esta disciplina en el país son los bailarines de Intore. Creada hace varios siglos, la compañía Intore solía actuar en la corte. Intore significa literalmente "los elegidos", ya que sus miembros eran seleccionados entre los hijos de las familias nobles. Fantástico concentrado de la cultura ruandesa, estas danzas de Intore también son famosas por su majestuosidad. Reguladas y precisas como los mejores ballets del mundo, sus coreografías parecen paradójicamente libres y espontáneas, evocando las épicas batallas de antaño en los saltos, los pechos abultados y los puños cerrados sobre arcos y lanzas. Con sus pies descalzos golpeando el suelo, el ritmo de sus largos tocados de pelo blanco y la tensión de los tambores, el espectáculo es tan único como inolvidable.

Otra tradición musical y coreográfica que no hay que perderse en Ruanda, la Ikinimba es una danza que narra héroes ruandeses y personajes ilustres, acompañada de instrumentos tradicionales. La interpretan jóvenes solteros de ambos sexos y forma parte del ritual de cortejo. Una vez casadas, las mujeres ya no pueden participar en la danza, a diferencia de los hombres.

Otra particularidad ruandesa es que la música y la danza tradicionales se enseñan en los amatorero(itorero en singular), grupos de baile repartidos por todo el país. El más famoso de ellos es el Ballet Nacional Urukerereza, que desde principios de los años 70 selecciona a los mejores bailarines del país para actuar en todos los actos oficiales y representar a Ruanda en eventos internacionales.

Aparte del famoso tambor ingoma, que solía preceder a los anuncios oficiales, Ruanda cuenta con una gran variedad de instrumentos tradicionales: la cítara en forma de escudo(inanga), aún muy popular en las colinas, la flauta lobelia(umwirongi), las trompetas(amakondera), el antiguo monocordio de origen ugandés(iningiri ) e introducido en los años 30, el arco musical(umuduri), los idiófonos(ikembe), el sonajero de calabaza(ikinyuguri), que se toca durante los ritos de adivinación, las campanas atadas a los tobillos de los bailarines(amayugi) y el lulunga, un instrumento parecido a un arpa de ocho cuerdas que se utiliza para acompañar el canto y la danza. También hay flautas de caña. En cuanto a los tambores, cada uno produce un sonido diferente, dependiendo de su tamaño. Aunque no existen orquestas propiamente dichas, los tamborileros suelen formar grupos. La mayoría de las danzas ceremoniales van acompañadas de una orquesta de siete a nueve tambores que producen una explosión de ritmos.

Si hay una reina de la música tradicional ruandesa, ésa es Cécile Kayirebwa. Descendiente de una larga estirpe de artistas, bailarines, poetas, narradores y cantantes, ha seguido profundizando en su conocimiento de la cultura tradicional ruandesa a lo largo de su carrera hasta convertirse en una de sus embajadoras más famosas en el mundo, así como en un icono para todas las generaciones de artistas locales.

Una dirección excelente en la capital para disfrutar de un espectáculo de música y danza tradicionales es elInema Arts Center de Kacyiru. Fundado en 2012 por dos hermanos pintores, el centro ofrece un espacio para una docena de artistas en residencia que exploran nuevas vías en distintas disciplinas y ofrece una serie de eventos relacionados con el folclore. Por lo demás, suelen ser los hoteles los que programan los espectáculos de danza, como elHôtel des Mille Collines en Kigali o el Red Rocks, a las afueras de Ruhengeri.

Música actual

Como es natural, el genocidio afectó a la producción musical de Ruanda. Pero desde principios de la década de 2000, la música ha vuelto gradualmente al país bajo el impulso de la juventud ruandesa, y han surgido nuevas estrellas. Entre ellas, Josiane Uwineza, más conocida como Miss Jojo, cuyo R&B es políticamente comprometido y rico en temas (condición de la mujer, sida, drogas, etc.). Beniwe, cuyo verdadero nombre es Ben Kayiranga, encuentra su inspiración en la cultura tradicional, como las canciones polifónicas de los batwas. Originario de Gisenyi (Ruanda), abandonó su tierra natal con su familia a los 17 años para instalarse en Francia. Un éxito más reciente, Kamichi (nacido Adolphe Bagabo) es un artista de afrobeats y R&B cada vez más popular, reconocible por su voz ronca. Todos estos artistas comparten la influencia de la leyenda Jean-Paul Samputu, pilar de la música ruandesa y uno de los artistas africanos más populares del mundo.

En los últimos años, la música ruandesa contemporánea ha evolucionado considerablemente y muchos artistas se han propuesto tender un puente entre el pasado y el presente. Es una nueva ola en la que jóvenes artistas tejen algo nuevo en torno a su tradición musical y cuestionan la identidad ruandesa. La estrella emergente Teta Diana es sin duda la representante más orgullosa de esta nueva escena, con su fusión de folk, jazz y afro-pop y su magnífica voz. Otros son The Good Ones, un trío de afrofolk con un miembro de cada una de las tres tribus -hutu, tutsi y abatwa- y que canta en kinyarwanda; Munyakazi Deo, un joven prodigio del inanga que espera acercar este instrumento a las nuevas generaciones combinándolo con música moderna (principalmente hip-hop y R&B); e Ineza Kerschkamp, una artista belga cuya mezcla de jazz y soul toca sus raíces ruandesas.
Otros grandes nombres de la escena musical actual son : Meddy (Médard Jobert Ngabo), un auténtico icono del pop y el R&B ruandeses, y uno de los artistas más populares, con temas como Slowly y My Vow; Bruce Melodie, una superestrella del pop urbano; Riderman, un cantante de hip-hop comprometido y popular, sobre todo por sus letras en kinyarwanda; Knowless Butera, una de las cantantes femeninas más populares, con una mezcla de pop, R&B y afrobeat. Por último, "girl power" para Charly Na Nina (Muhoza Fatuma y Charlotte Rulinda), un dúo femenino que está causando sensación con sus pegadizas canciones que combinan afro-pop e influencias ruandesas.
En Kigali, siempre es buena idea pasear por Nyamirambo durante el fin de semana. Este barrio, templo de la música al aire libre, es un lugar de paso obligado para todas las estrellas ruandesas de la música -o para quienes sueñan con serlo- y, por tanto, un concentrado de la producción musical ruandesa actual. Por supuesto, la capital también cuenta con buenos locales, como L'Espace y el Repub Lounge de Kimihurura, un éxito seguro en la escena nocturna de Kigali.