Los mejores restaurantes daneses Región Capital

En pleno centro de la ciudad, pero rodeado de viejos árboles y verdes prados, Orangeriet está situado en un extremo de los Jardines Reales, ocupando un antiguo invernadero. Un entorno romántico donde sirven una gastronomía inspirada en la cocina clásica danesa y europea. Una comida o cena de primera clase en un ambiente tranquilo, servida en el elegante y luminoso comedor, iluminado por grandes ventanales y engalanado de blanco desde las sillas hasta las lámparas del techo, o bien en la gran terraza con vistas a los jardines. Platos que navegan entre la tierra y el mar para satisfacer su paladar.

Varias veces elegido «mejor restaurante del mundo», el Noma no necesita presentación. El chef René Redzepi está al frente de esta versión 2.0. Su cocina es muy elaborada y creativa, con productos cultivados o pescados ¡a un máximo de cien kilómetros a la redonda! y productos olvidados desde hace mucho tiempo. Para este «chef-mago-revelador de sabores», todo es comestible: la tierra, los insectos, el musgo de los árboles... y a menudo se comen crudos. En 2024 el Noma cerrará sus puertas, ¡dispuesto a crear una nueva versión de la cocina contemporánea!

Kokkeriet exhibe discretamente su estrella Michelin. Tras los fogones hay un gran equipo de jóvenes entusiastas dirigidos por el no menos joven chef Morten Krogholm. Y si quiere, además de disfrutar de una cocina de altos vuelos, puede contribuir a cocinarla... ¡dos jueves al mes! ¡Deliciosos manjares! Sabores típicamente daneses pero inspirados en los productos de temporada, con una clara inclinación por lo crujiente... las semillas y las flores. Belleza, ¡pero sobre todo excelencia en boca!

Un ambiente acogedor para disfrutar de la comida. Siéntese en los cómodos bancos tapizados alineados a lo largo de la pared. Apoye los codos en las mesas cubiertas con manteles blancos y cuidado con las modernas lámparas colgantes que quedan un poco bajas sobre su cabeza. Comerá especialidades danesas, como el habitual smørrebrød, pero también sopa de cebolla, sopas gratinadas, carnes estofadas o mejillones con patatas fritas... Alma también ofrece tres brunch gurmé. Un lugar estupendo para reunirse con los amigos.

Esta taberna del centro de la ciudad, inaugurada en 1929, se acerca a los cien años de buen y sabroso servicio El ambiente de antaño está garantizado en Le Sans Souci. Madera oscura, fotos antiguas, bodegones colgados de las paredes, manteles a cuadros y sillas de bistró, luces tenues que le transportarán en el tiempo para tomar un bocado. Smørrebrød y otras recetas típicas para servirte. Lo más inteligente si quiere probarlo todo es compartir el copioso plato casero. Incluye: arenque marinado, gambas rosadas, asado y terrina de cerdo, ensalada de pollo y queso.

¡Bajo el reloj! Así se llama este establecimiento donde sirven platos tradicionales acompañados de cerveza casera y smørrebrød a la antigua. Un ambiente familiar y acogedor. Solía ser el lugar favorito de los trabajadores, que venían a comer aquí con sus familias y amigos. Los clientes habituales tenían su propio vaso marcado con su nombre. Uno de ellos era el pintor y escritor Hans Scherfig, que rara vez tenía para pagar, así que dejaba uno de sus cuadros como garantía. Hoy, sus obras se exponen en museos... ¡y también están en las paredes del restaurante!

Este albergue atraerá a todos aquellos que quieran probar la cocina tradicional danesa... y eso significa arenques! A la hora de comer, el bufé es una opción económica, ya que permite probar las diferentes recetas, unas diez en total, servidas con patatas pequeñas, pan de centeno y mantequilla. Por último, no hay nada como un vaso de aquavit para redondear una comida danesa digna de tal nombre. La casa dispone de una veintena de aguardientes afrutados o especiados. Cada año, en febrero, se celebra aquí el campeonato nórdico del arenque.

Nada de ruso en este café brasserie de barrio: su nombre hace referencia a la embajada rusa que ha ocupado un tiempo este edificio. Podrás degustar en un ambiente distendido los habituales smørrebrod y otros platos compuestas que hacen lo normal de todo danés digno de ese nombre.

Admitámoslo, no hay muchos sitios para comer en Dragør, así que da igual que esté en el puerto viejo. Blink es una cafetería muy sencilla pero llena de encanto (como el pueblo) y, sobre todo, especialmente acogedora. Bocadillos, ensaladas y algunas pizzas son servidos por un personal muy amable. Súper brunch, copioso y sabroso: huevos revueltos, bacón, chorizo, jamón de Parma, salchichas, yogur griego con miel, melón, piña, crêpe, cruasán y pan de centeno. Es aún mejor si se sienta en la estupenda terraza bajo las grandes sombrillas.

Situado en el KIB, el centro cultural del barrio de Amager, es un local de moda especialmente concurrido los fines de semana. Perfecto para tomar el brunch con unas impresionantes vistas de los edificios de cristal de Kalvedod Brygge y sus reflejos en las aguas del puerto. Aquí encontrará la terraza más bonita y espaciosa de Copenhague. Elegante arquitectura contemporánea. El interior es igual de agradable, con enormes ventanales que dejan entrar la luz a raudales. Los platos son sencillos pero muy buenos.

Hace mucho tiempo que la «Pequeña Farmacia» de 1720 se convirtió en un café-restaurante, cuyo encanto se debe en parte a la decoración original que se ha conservado. Antaño, numerosas personas frecuentaban la sala del sótano, apenas iluminada por pequeñas ventanas emplomadas y venerables quinqués. Entre los asiduos ilustres estaba Andersen, que venía aquí cada día en 1854. ¡Se dice que escribió El patito feo mientras disfrutaba de su arenque con alcaparras! Y, por supuesto, la cocina es típicamente danesa y se basa en el pescado.

Lo de este pequeño restaurante, que funciona más bien como el comedor de una casa de huéspedes, fue amor a primera vista. Está ubicado en una bonita casa de madera blanca a orillas del lago Esrum, al que se accede por un largo pontón de madera. La terraza también da al agua, donde chapotean los cisnes... Idílico y muy escandinavo: manteles blancos, velas, ramos de flores silvestres. La cocina es a la vez sencilla y refinada, y la acogida cálida. El pequeño extra es el relajante paseo por la orilla del agua. No se pierda el cobertizo para botes.

Es difícil no caer rendido ante el encanto del café-restaurante Sommer: un bonito edificio de ladrillo, una preciosa terraza soleada protegida del mar, cocina danesa gourmet con un chef inventivo y un equipo joven y dinámico, una terraza íntima pegada a la roca, un interior pequeño y acogedor, sencillo y ordenado, sin adornos innecesarios... Igual que la comida: bonita, buena, sencilla y eficaz. Pescados y carnes. Le Petit Futé se lo asegura: ¡le va a encantar!

Una vistosa y larga fachada de ladrillo salpicada de grandes ventanales. Un establecimiento encantador y muy acogedor (que ya existía en el siglo XIX), con vidrieras de colores en el techo que iluminan suavemente el comedor. Póngase cómodo en los bancos de molesquín y disfrute de alguna especialidad local: arenques, gambas, fletán o un delicioso smørrebrød mientras se toma una Erdinger. No se pierda la terraza con vistas a la plaza peatonal, donde podrá disfrutar de un rayo de sol incluso en invierno. Ambiente cálido y buenos precios garantizados.