Qué ver y hacer Santo Domingo Y Su Región

Este edificio de dos plantas, construido a principios del siglo XVI, fue la casa del escritor Francisco del Tostado, compañero de Nicolás de Ovando, que murió bajo las balas de cañón disparadas por las tropas de Francis Drake. Construido en piedra, tiene una notable ventana gótica geminada en su fachada norte. Más tarde albergó el palacio arzobispal. Hoy en día, transformado en el Museo de la Familia Dominicana, es testigo de las costumbres y estilos de vida de la isla en el siglo XIX.

Esta inmensa arteria de quince kilómetros de longitud recorre el mar Caribe desde la zona colonial hasta las afueras de la ciudad. En los mapas aparece como avenida de George Washington (y también incluye el paseo del Presidente Billini en el sur de la zona colonial), pero para los dominicanos es el Malecón. En la época de Trujillo se erigieron dos obeliscos. El primero, titulado La Hembra por sus dos columnas, celebraba el pago de la deuda externa del país. Marca el inicio de la ciudad colonial y el comienzo de las murallas que una vez protegieron la ciudad española. El segundo obelisco, titulado El Macho (porque está formado por una sola columna), fue erigido en 1936 y celebraba el primer aniversario del nuevo nombre de la capital: Ciudad Trujillo. Las familias y los amantes vienen a pasear en la parte central del Malecón, es decir, entre la ciudad colonial y la avenida de Lincoln. Este es el lugar para volar cometas y disfrutar de la vida nocturna en los bares, heladerías, restaurantes, cines y discotecas. Tenga cuidado, ya que no hay muchas zonas de sombra y el sol golpea fuerte.
Durante los carnavales, las comparsas desfilan por el Malecón de la capital al son de los ritmos criollos y los tambores africanos. Se instalan plataformas a lo largo de todo el mar, las orquestas actúan todas las noches, los puestos de bebidas invaden las aceras y las calles, donde la gente sigue bailando y bebiendo hasta la madrugada.

Está rodeado de bonitas casas de madera con arcadas. En el centro hay una pequeña glorieta amarilla que añade una nota de alegría al conjunto. A un lado, la iglesia con sus colores amarillo y blanco le hace la competencia.

Son los vestigios de la ciudad vieja. Según la tradición oral, los restos del cacique Enriquillo fueron enterrados en la iglesia colonial de Santa María de Azua.

Descubierta en 1851 por un cónsul británico, esta formación geológica compuesta por unas cincuenta cuevas supone un interesante testimonio del arte rupestre de los taínos. Más de 6000 petroglifos representan peces, reptiles y figuras humanas. Las cuevas son el hogar de grandes colonias de murciélagos. Habían sido un lugar de veneración para los taínos, donde realizaban sus ritos. La increíble riqueza del arte rupestre que cubre las paredes de estas cuevas hace que la zona sea la capital prehistórica de las Antillas. El conjunto ha sido clasificado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Hoy en día, solo se visita el 30 % del yacimiento. La recolección de guano de los murciélagos en las cuevas durante las últimas décadas ha dañado gravemente estos preciosos testimonios de la vida en la prehistoria.

Este palacio de seis pisos fue construido por orden de Trujillo en una colina con vistas a la ciudad en la década de 1930. Se trata de un enorme edificio de hormigón sin ningún encanto particular. El dictador nunca ocupó el lugar, pero hizo decorar las paredes con frescos del famoso pintor español José Vela Zanetti.

La piscina natural que usó en su momento el dictador Trujillo está en el mismo camino que va a la Casa de Caoba.

La casa de campo del dictador, que solía estar totalmente cubierta de caoba en su interior, contiene una importante colección de objetos que le pertenecieron. Se encuentra a pocos kilómetros de la ciudad, al final de un camino pedregoso que necesita una mejora. Para los curiosos de la época de Trujillo.

La iglesia fue construida en el siglo XIX frente al lugar de nacimiento de Trujillo. Debía recibir los restos de sus familiares.

Fue destruida en 1979 por el huracán David, de siniestra memoria. Se ha reconstruido desde entonces.

En este edificio se firmó la primera Constitución de la República Dominicana en 1844.

Construido en 1991, este acuario da una buena idea de la fauna submarina local. Las tortugas y los tiburones viven en piscinas conectadas por senderos al aire libre. Evite los fines de semana, cuando está lleno de familias. La cafetería está situada en un hermoso jardín con vistas al mar. Cerca del acuario, al otro lado de la calle, hay un parque acuático con toboganes, piscina de olas y juegos de agua. Se pueden alquilar grandes boyas inflables para impulsarse por las bajadas y las cascadas.

Esta zona verde se extiende a lo largo de siete kilómetros. Los dominicanos corren y van en bicicleta por aquí al final del día, mientras los amantes pasean por la noche. Decorado con esculturas, fuentes, un lago artificial, con bares y cafeterías, el parque es una parada relajante. Desde la avenida del Mirador del Sur se disfruta de una bonita vista panorámica de la parte oeste de la ciudad.

Este parque, de unos 10 km², ha puesto especial cuidado en restaurar el hábitat natural de los animales. No hay jaulas ni rejas. Sin embargo, debido a la falta de medios, el zoológico se está empobreciendo y no constituye una visita inolvidable. Los aficionados a la ornitología no deben perderse la gran pajarera, donde podrán admirar todo tipo de aves raras y su plumaje multicolor.

Como el Jardín Botánico está al lado del Zoológico, se pueden visitar ambos parques simultáneamente. Este jardín, dedicado al Dr. Rafael Moscoso Puello, famoso botánico dominicano y fundador del Instituto Botánico, es el más grande del Caribe. Se puede recorrer en un pequeño tren, en un carruaje de caballos o a pie. Dado el calor, es mejor elegir una de las dos primeras opciones. Encontrará muchas especies de flora tropical, algunas de ellas protegidas. No se pierda el jardín japonés o el jardín de orquídeas, donde sorprenden las muchas variedades de esta mítica flor, o el pabellón de las bromelias. Se agradece la cafetería una vez que termina la visita.

Se eleva tres pisos en toda su longitud y es de estilo neoclásico puro. Como si no fuera lo suficientemente imponente, está coronado por una cúpula con un radio de dieciocho metros. Construido en 1947 por orden de Trujillo, el Palacio Nacional es la sede del poder ejecutivo. Alberga las oficinas del gobierno, pero no es la residencia oficial del presidente.

Esta fundación, fruto de la colaboración entre científicos y empresas, desarrolla programas en beneficio de la arqueología nacional. La exposición que se encuentra en los locales de la empresa Pepsi-Cola presenta una colección muy rica que abarca los períodos paleoindio (que se remonta a 5000 años), mesoindio (cultura ciboney) y taíno. Cabe destacar numerosos objetos domésticos y ceremoniales como amuletos, adornos corporales, cerámicas, estatuillas y objetos utilizados en el rito de la cohoba. La museografía está bien elaborada y el aspecto didáctico de la exposición hace que la visita sea apasionante.

Este museo de artes plásticas nació de una iniciativa privada. Exhibe una rica colección de pinturas y esculturas de artistas nacionales de los siglos XIX y XX. La exposición destaca las diferentes corrientes pictóricas que marcaron este período. Tres pintores contemporáneos están particularmente presentes: Jaime Colson, Yordi Morel y Darío Suro.

El teatro Nacional fue inaugurado en 1973 por el presidente Joaquín Balaguer después de tres años de trabajo. Frente al imponente edificio de mármol y caoba hacen guardia las estatuas de los tres grandes escritores del Siglo de Oro de la literatura española (Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca). En el vestíbulo de entrada dan la bienvenida a los espectadores Eduardo Brito, un gran barítono dominicano, y Ludwig van Beethoven. La sala principal, conocida como Sala Carlos Piantini, lleva el nombre del famoso director de orquesta dominicano —que falleció en 2010—, quien también fue el primer director del teatro. Su capacidad es de 1589 localidades. Las otras salas del edificio son la Sala Ravelo, dedicada principalmente a las obras de teatro, y la Sala de la Cultura, utilizada para recitales, conciertos de cámara y también para conferencias de prensa y seminarios de teatro.

Este gran parque está situado en la frontera de una zona residencial y de la zona universitaria. El complejo incluye los principales museos de la capital: el Museo del Hombre Dominicano, el Museo de Arte Moderno, el Museo de Historia Natural, el Museo de Historia y Geografía, así como el teatro Nacional y la Cinemateca (www.cinemateca.gob.do, proyecciones de martes a viernes a las 19.30 h y los fines de semana a las 17 y 19.30 h).

La capilla, que data de 1562, formaba parte del hospital del mismo nombre, donde se trataba a los indios. En el interior se encuentra el retablo más hermoso de la ciudad. De estilo barroco, tallado en caoba, representa al Cristo de San Andrés, al que se le atribuyen poderes milagrosos.

Esta iglesia es una de las más pequeñas de la zona colonial. La capilla fue construida en el siglo XVIII. Su atrio, llamado la Plazoleta de la Trinitaria, sirvió de lugar de encuentro para los patriotas dominicanos que pusieron fin a la dominación haitiana. Frente a la iglesia, en el número 255, se ha colocado una placa de mármol en la fachada de la casa donde se fundó la Trinitaria, la sociedad secreta que dio origen a la independencia del país.

Esta puerta, construida por Rodrigo de Liendo en 1543 al estilo de una puerta fortificada medieval, era uno de los accesos a la ciudad por tierra. Francisco del Rosario Sánchez, Ramón Matías Mella y un grupo de patriotas iniciaron desde aquí la lucha por la independencia de Haití el 27 de febrero de 1844. La puerta conserva en el lado oeste los restos de los dos pequeños bastiones que la completaban. Debe su nombre a una pequeña capilla construida cerca en 1842, adonde acudían los habitantes para implorar la misericordia divina durante los frecuentes terremotos.

Al final de la calle El Conde, este altar de la patria se encuentra en una de las plazas más antiguas de la capital. Los restos de los tres padres de la patria (Duarte, Sánchez y Mella) descansan aquí en un enorme mausoleo de mármol blanco cuya puerta principal está marcada con el escudo nacional. En el interior, tres impresionantes estatuas de unos diez metros de altura representan a los héroes nacionales.

Construida en el siglo XVII, originalmente recibía el nombre de bastión de San Genaro y formaba parte de la muralla fortificada que rodeaba la ciudad. La puerta se llama actualmente así en honor al conde de Peñalba, gobernador de la isla, que defendió la ciudad de los ingleses en 1655. Sus dos robustas torres cuadradas están conectadas por un arco de piedra. Aquí se desarrollaron los primeros actos de la independencia de la República.

Situado al final de la calle Mercedes, este importantísimo lugar estratégico fue un eslabón de la gran cadena de guarniciones y fuertes militares construidos con fines defensivos durante el siglo XVII por el ingeniero militar italiano J. B. Ruggero. El Fuerte de la Concepción está situado en el límite de la zona colonial, junto al Parque de la Independencia. Está hecha completamente de piedra y fue utilizada como estación de tranvía en el siglo XIX. Un monumento que no podrá dejar de descubrir durante su visita a Santo Domingo.

Esta iglesia particularmente sobria fue construida en 1530 en honor a la Virgen María. Albergaba una logia masónica y una institución de la Iglesia católica, una cohabitación única en el mundo. Hoy es la sede de la Academia de Historia Dominicana.

Es el edificio más famoso de la calle. Se dice que las seis gárgolas zoomorfas que adornan su fachada son típicas de la Edad Media. Se utilizaron tanto para drenar el agua de lluvia como para proteger el edificio de influencias dañinas. Originalmente habrían pertenecido a la catedral. Este edificio fue la sede de la Universidad de Santiago de La Paz. El himno nacional se interpretó por primera vez en este lugar el 17 de agosto de 1883. La casa se comunica con las edificaciones vecinas a través de pasillos interiores.

Es uno de los edificios más antiguos de la ciudad. Fue construido por orden de Nicolás de Ovando. Es simple y tiene un interior de estilo morisco. El Colegio Gorjón fue transferido aquí bajo la supervisión de los jesuitas hasta su expulsión en 1767.

Solo quedan unas pocas ruinas del primer monasterio del Nuevo Mundo, construido en 1512 por los monjes de la orden de San Francisco, cuya congregación fue fundada en 1502. Fue en este monasterio donde se educó el cacique Guarocuya, bautizado Enriquillo según la fe cristiana, que luchó durante trece años en las montañas de Bahoruco. El convento fue parcialmente destruido por el fuego en 1586, cuando Francis Drake saqueó la ciudad. Fue definitivamente destruido por un terremoto en 1673. El antiguo pozo de San Francisco y un depósito donde se almacenaba el agua para beneficio de los habitantes de la ciudad todavía existen. La ubicación de la tumba de Alonso de Ojeda, uno de los capitanes más intrépidos de los conquistadores, todavía es visible bajo la bóveda en ruinas. La leyenda dice que en un acto de extrema humildad, pidió ser enterrado a la entrada del convento para que todos pudieran pasar por encima de él. El convento ahora alberga eventos culturales y conciertos los domingos por la noche.

Esta iglesia construida en el siglo XVI pertenecía al monasterio de las monjas dominicas que vivieron en el país hasta principios del siglo XIX. La fachada de esta sólida construcción es de estilo plateresco con elementos barrocos. Las dos primeras poetisas del Nuevo Mundo, sor Leonor de Ovando y Elvira de Mendoza, vivieron aquí.

Está decorado en su centro con un busto de Juan Pablo Duarte. Aquí tuvieron lugar algunos ahorcamientos famosos, incluyendo el de la cacica Anacaona, reina de Jaragua, acusada por Nicolás de Ovando de ser la causante de un levantamiento. Esta ejecución fue seguida en 1586 por el ahorcamiento de varios religiosos cuando Francis Drake saqueó la ciudad. La plaza también fue escenario de corridas de toros y fiestas religiosas populares.

La iglesia y el convento fueron construidos alrededor de 1510 por los misioneros de la orden de Santo Domingo bajo la dirección del monje Pedro de Córdoba. El 28 de octubre de 1538, el convento se convirtió en la sede original de la primera universidad del Nuevo Mundo con la autorización del papa Pablo II. Tomó el nombre de Santo Tomás de Aquino y hoy se conoce como la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Fue allí donde se pronunció el famoso sermón del hermano Antonio de Montesino («Soy la voz que clama en el desierto»), en el que se pedía un trato más humano para los indígenas. En el interior de la iglesia, de cruz latina y estilo barroco, se pueden ver hermosos retablos. De las cinco capillas laterales con que cuenta el templo, destacan la capilla del Zodíaco, a la derecha del altar mayor, y la capilla del Rosario, ricamente decorada en estilo plateresco.

El convento fue construido en 1522 e inicialmente estaba dedicado a Santa Ana. Fue el primero de la orden de las clarisas en Santo Domingo y el Nuevo Mundo, antes de su partida a La Habana en 1796. La iglesia alberga la tumba de don Rodrigo Pimentel, patrón del convento. Según la leyenda, era un hombre pragmático que usaba el convento para alojar a sus amantes. Hoy, el edificio está desacralizado y es la sede de una escuela.

Este edificio de dos plantas fue construido en 1554 por el duque de Rivera, cuyo escudo domina la puerta de la entrada principal. La casa debe su nombre a un extraño personaje que vivía en ella y que constantemente cubría su rostro con una máscara. Las leyendas dicen que era el hermano gemelo de un rey español o un leproso desfigurado.

Como todos los edificios coloniales, fue construido en el siglo XVI, en 1540. Se trata de un buen ejemplo de la arquitectura civil de ese período. Su portal de estilo plateresco con cinco medallones es magnífico. Ahora alberga el Museo Numismático, que se puede obviar.

Solo quedan las ruinas de la iglesia construida en el siglo XVI, que fue destruida por un ciclón en 1591 y luego reconstruida. Es famosa por haber sido erigida en las canteras de piedra que se utilizaron para construir los monumentos de la época colonial. Aquí fue bautizado Juan Pablo Duarte. En el interior descubrirá unos hermosos retablos de estilo barroco. Desde el jardín se puede disfrutar de una hermosa vista panorámica de la ciudad colonial.

La casa natal de uno de los tres padres de la patria se ha transformado en un museo dedicado al héroe de la Guerra de la Independencia contra el ocupante haitiano. Aparte del interés histórico del lugar y algunos muebles, la casa en sí no es nada notable. Juan Pablo Duarte nació el 26 de enero de 1813 en esta casa de proporciones modestas, con una sola planta y un patio florido. Proveniente de una familia acomodada de comerciantes españoles dueños de una ferretería, desarrolló un alma patriótica desde muy joven. Se unió a la Guardia Nacional de Haití para adquirir conocimientos militares. Allí es donde planeó la formación de la Trinitaria. Participó en la Reforma y en el nuevo gobierno haitiano resultante. Tras ser perseguido por las autoridades haitianas, se embarcó hacia Venezuela, desde donde continuó la lucha por la independencia. Duarte murió en el exilio en Caracas en 1876. En 1884 sus restos fueron trasladados a Santo Domingo y desde 1944 está enterrado en la Puerta del Conde o Altar de la Patria.

Es la primera casa construida en piedra en Santo Domingo y fue erigida en 1503 por orden de don Francisco de Garay, compañero de Colón en su primer viaje y el primer notario de la isla, antes de convertirse en gobernador de Jamaica. Don Diego Colón y su esposa doña María de Toledo vivieron en esta casa durante la construcción del Alcázar. Allí nacieron sus dos hijas, Felipa y María. También fue en esta casa donde en 1586 las damas de la corte decidieron ofrecer sus joyas como pago por el rescate exigido por Francis Drake, el pirata inglés, para liberar la ciudad.
La casa debe su nombre al cordón de la orden franciscana tallado en la fachada, un ornamento muy utilizado en la arquitectura española del siglo XVI. En la segunda planta aparecen dos escudos: el escudo real y el del propietario original. El arco superior está decorado con las típicas perlas del período gótico de los Reyes Católicos. Dentro hay un hermoso patio y una magnífica colección de muebles de la época colonial. El edificio se ha convertido ahora en un centro cultural patrocinado por el Banco Popular Dominicano.

Es una larga e imponente cadena de edificios blancos, todos contiguos. Esta enfilada se realizó a principios del siglo XVI para albergar la administración de aduanas y el arsenal. El conjunto es una verdadera curiosidad arquitectónica y no hay otro igual en América. La calle Atarazana fue restaurada en 1972 y hoy es la sede de galerías de arte, bares, restaurantes y tiendas.

Fue construida entre 1540 y 1555 y es la única puerta decorada de la ciudad. Daba acceso al puerto y por ella entraban las mercancías y los viajeros en la ciudad amurallada. En la parte trasera se encuentra el fuerte de San Diego, cuya estructura de dos plantas sobresale en las aguas del río Ozama. El fuerte ha sufrido varias destrucciones y reconstrucciones. La calle de Las Damas, que da a la puerta, ofrece una hermosa vista del río y del Alcázar.

Aquí se celebraron los primeros servicios religiosos de la capital, antes de que se construyera la catedral. Luego fue utilizada como una capilla privada por la familia Dávila, una eminente familia de la colonia española. La capilla de ladrillo de una sola nave, coronada por un campanario de tres arcos, data de principios del siglo XVI y fue restaurada en el siglo XIX.

Las tres casas que componen el palacio fueron construidas por Nicolás de Ovando, fundador de la ciudad, durante la primera década del siglo XVI, cuando el gobernador general vivía en Santo Domingo. La fachada alargada y baja es fiel al estilo gótico austero de la época. Las casas fueron anexadas a la casa de los Dávila en el número 57 de la calle cuando fueron restauradas y convertidas en un hotel turístico en 1974 por el gobierno dominicano. Los patios, las fuentes interiores, el mobiliario de época, el portal gótico, único en América, así como la vista del río desde la terraza lo convierten en una verdadera joya y en uno de los edificios más interesantes de la zona colonial. Hoy es el buque insignia del grupo de hoteles Accor. Es de esperar que como visitante de paso pueda echar un vistazo, ya que la estructura clásica del edificio es particularmente notable.

La bandera azul, blanca y roja que ondea en su fachada la hace fácilmente reconocible. Esta casa alberga ahora la Embajada de Francia. Su primer propietario fue Nicolás de Ovando, que sucedió a Bobadilla como gobernador general. Se estableció allí en 1509. La historia dice que aquí es donde Hernán Cortés preparó su expedición para la conquista de México. La casa pertenecía entonces a Hernando de la Vega, un gran aristócrata español que nunca la habitó. Luego fue vendida a Gonzalo Fernández de Oviedo, el famoso cronista de la India. Durante el siglo XIX, este prestigioso edificio se convirtió en la sede de varias administraciones gubernamentales. Renovada en 1917, la casa fue la sede del Banco Nacional de Santo Domingo. En 1932 se creó el registro de tierras y, de 1950 a 1978, fue la Dirección General de Impuestos. En 1978, el gobierno dominicano la prestó a Francia por un período de cincuenta años. Su principal característica arquitectónica es la alineación de las puertas interiores y exteriores en la planta baja. La influencia gótica es perceptible en la disposición de esta construcción sólida sin muchos artificios.

El edificio es la sede del Museo Trampolino, dedicado a los niños. La casa, junto a la fortaleza de Ozama, tiene un hermoso jardín a la sombra de altos árboles y está rodeada por una profunda galería. Funcionó como hospital militar durante un tiempo.
El arzobispo Rodrigo de Bastidas, fundador de la ciudad de Coro, la primera capital de Venezuela, y de Santa Marta en Colombia, se instaló aquí en el siglo XVI. Fue alcalde de la ciudad de Santo Domingo en 1512. Su hijo, que se llamaba igual que él, fue arzobispo de San Juan de Puerto Rico.

Esta oficina de información turística oficial tiene mapas de todo el país. No dude en ir a buscarlos, ya que no necesariamente los conseguirá al reservar su coche de alquiler.

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El Cluster turístico y productivo de la provincia Barahona se creó en 2004 con el objetivo de impulsar el turismo en la región suroeste de la República Dominicana. Tanto es así que, a lo largo de los años, los agentes turísticos de la zona han empezado a colaborar gradualmente entre sí. El grupo ofrece ahora una treintena de hoteles de calidad: quince en la propia Barahona, los demás en la costa, en Paraíso, Los Patos o Polo. Más información en la web de Go Barahona. Una fuente de información que no hay que descuidar para descubrir la zona suroeste.