Esta antigua oficina de correos de los años 30 alberga ahora un salón de té, que sirve excelentes pastas: religieuse au beurre salé, milhojas o, en temporada, tartas de fresa y frambuesa, que varían cada año. El Paris-Verdelet, una invención de la casa, con su mousseline de praliné que esconde un chou de caramelo, es imprescindible. También podrá disfrutar de helados caseros o, los domingos y días festivos, tomar un buen brunch o una tarta salada. La decoración es un guiño al pasado. Muy recomendable
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Opiniones de los miembros sobre LE RECOMMANDÉ
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Petit bémol sur les tarifs... 4,1€ la petite part de flan, c'est un peu exagéré.