CUEVA DE ARDALES
A pocos kilómetros del centro de la ciudad, la cueva de Ardales fue descubierta en 1821 gracias a un pequeño terremoto que despejó su entrada. Las cavidades, excavadas por las aguas termales, forman un laberinto de 1.500 m de longitud que fue explorado por el abate Breuil en 1918. Se han encontrado rastros de hábitat a unos 100 metros de la boca, pero es probable que esta cueva sólo se utilizara como campamento temporal durante los períodos de caza. Se han encontrado grabados y pinturas por toda la cueva, incluso en los lugares más oscuros. Las estalagmitas huecas y llenas de combustible, generalmente hechas de cera de abeja, grasa animal y aceite de oliva, se utilizaban para iluminar los pasadizos. Para las zonas inaccesibles, también se han encontrado trozos de cuerda atrapados en la roca. Se han contado un total de 107 dibujos datados en los Gravettianos y Solutreanos, y más de un centenar de símbolos. Entre las representaciones más importantes: un gran ciervo de patas rojas, coloreado por una mezcla de resina y arcilla, y una silueta que podría ser la de una mujer, así como muchas manos en negativo. Hecho notable: la mayoría de los grabados no se hicieron con una herramienta, sino con la punta de un dedo.
Es más una visita cultural que turística. Equípese con zapatos de muy buena adherencia, las pendientes son empinadas. Punto de partida de las visitas: el Centro Prehistórico, un edificio naranja (av. de Málaga, 1).