LA CRAVENCO
Debe su nombre a su ubicación. En pleno corazón de la Crau, antigua llanura aluvional de Durance, el Molino de Cravenco, literalmente "hija de Crau" en Provenzal, posee una región excepcional. Son casi 600 oleicultores los que aportan sus aceitunas cada temporada. Es decir, cerca de 800 toneladas. Entre ellas, 600 toneladas se destinan a la elaboración del aceite de oliva: de la DOP Valle de los Baux de Provence, AOC Provence, un aceite de Francia con frutales verdes, así como aceites aromatizados con limón, naranja o clementina. Y, más original: aceites aromatizados con hinojo, trufa de Dordoña y, más original, café o heno de la Crau DOC. Por último, el aceite DOP Valle de los Baux-de-Provence bio, que se distingue por la inyección de picolina que le confiere una ardencia más pronunciada. La otra producción emblemática de Cravenco, y su primera vocación, es la confitería. Las aceitunas de mesa se dividen en siete variedades: la collecina, la picholina, la lucca, la botella illan, la tanque y las famosas aceitunas rotas (salonénica) y aceitunas negras (grossane) de las Baux-de-Provence. La técnica de deshumanización de las aceitunas está perfectamente controlada desde 1963: hay que calcular unos 9 meses de preparación. Las aceitunas, como los aceites, ya han seducido a Japón, la República Checa, Alemania, Suiza o Austria. Así como muchos de los habitantes del sector que no dudan en cruzar la puerta de esta institución local.