CEMENTERIO DE BARCOS
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Suba hasta el monumento al mar de Aral: una aleta cuyos lados muestran su evolución desde 1960 hasta nuestros días. Desde esta altura, se puede contemplar lo que antaño fue un mar. En su fondo desecado se está formando ahora el nuevo desierto de sal de Aralkum. Con una superficie de más de 40.000 km², ya no es posible ver este mar reducido a un mero charco, a doscientos kilómetros de Muynak.
Los pecios, antaño dispersos por este desierto infinito, se reunieron y alinearon en 2008 al pie del monumento, donde salpican las dunas con manchas de óxido. En realidad, queda muy poco de los pesqueros que antaño surcaban el mar de Aral: canibalizados para apuntalar los tejados y las vallas de las casas, sus esqueletos de acero en descomposición presentan un espectáculo tan trágico como poético. La propia arena está sembrada de granos de óxido, trozos de chapa roídos, cuerdas, latas viejas, etc.
Bajando del monumento y atravesando la ciudad, se llega a la antigua fábrica de conservas, donde todo ha permanecido inalterado desde su cierre en 1993 debido a la escasez de pescado. El tiempo se ha detenido: máquinas oxidadas hasta los huesos, latas vacías esperando a ser llenadas, instrucciones de seguridad colgadas en las paredes. Es una sensación extraña, como si la catástrofe hubiera ocurrido no hace tanto, que el mar se hubiera retirado de repente y la cadena de producción simplemente se hubiera quedado en reposo. Un escenario de ciencia ficción o, más bien, de película de terror.
¿Lo sabías? Esta reseña ha sido escrita por nuestros autores profesionales.
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Opiniones de los miembros sobre CEMENTERIO DE BARCOS
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