Guía de viaje Rabil

Hasta el siglo XIX, Rabil era la principal ciudad de la isla de Boa Vista. Esta típica aldea, situada en el interior de la parte centro-occidental de Boa Vista, a las puertas del sublime desierto de Viana, cuenta actualmente con unos 2.500 habitantes. En el extremo sur de Rabil se encuentra un edificio reconocible por su color terracota, la Escola de Olaria, una escuela de cerámica inaugurada en 1960. Cerámica en la que se conserva el arte de moldear la arcilla a mano en Boa Vista, con técnicas antiguas conocidas y desarrolladas por los trabajadores de la aldea de Rabil. En la actualidad, los artesanos fabrican y venden diversos objetos, como jarrones, macetas y tortugas y animales estilizados. Su horario de apertura es irregular, por lo que si encuentras la puerta cerrada, lo mejor es pedir a alguien del barrio que te deje entrar. Antiguamente, la fábrica de ladrillos de Rabil era el lugar donde se fabricaban los azulejos que se exportaban a los lejanos Brasil y Portugal. Hoy en día, tras su restauración, la fábrica sólo produce recuerdos turísticos, que querrá comprar, aunque sólo sea para apoyar el esfuerzo y ayudar un poco a los artesanos. Desde entonces, Rabil se ha dedicado a la agricultura, produciendo maíz, judías, verduras, dátiles y cocos, gracias a su ribeira, un curso de agua estacional, pero también a la cría de cabras. La laguna de Rabil, un humedal en torno a su desembocadura, es importante para la conservación de las aves. El lugar alberga una gran población de gorriones y varias especies de aves zancudas, entre ellas la espátula blanca. Las casas del pueblo son muy coloridas e inspirarán a los fotógrafos aficionados y a los entusiastas de los viajes en las redes sociales. En el pueblo se encuentra la Igreja de São Roque, la iglesia más antigua de la isla, construida en 1801. Su aspecto es muy sencillo y consta de dos torres cuadradas que enmarcan una nave blanca. Es aquí donde se celebran las fiestas patronales de Santa Cruz los días 3 y 4 de mayo: misa, procesión y... ¡matanza de gallos! Sin olvidar la música, la coladeira y los tambores. Con el desarrollo del turismo en los últimos años, la economía se ha centrado más en los servicios: el aeropuerto internacional Arístides Pereira está a un tiro de piedra, un dinámico proveedor de empleos y comercio