Música tradicional

En Liguria nos encanta la voz. Y nada lo dice mejor que el trallallero. Forma de canto polifónico típica del interior de Génova, se interpreta sin acompañamiento musical, la armonía surge del contraste y continuo entrecruzamiento de las voces. El término "trallalero" es una onomatopeya, porque la estructura de las canciones se basa en la repetición de sílabas sin sentido, cuyo único interés es su consonancia musical. Cantado sólo por hombres, el trallalero es un arte de la espontaneidad, y no es nada raro ver a cantantes improvisando en grupos sin conocerse -en "jams" llamadas arrecheugeiti- por las calles de Génova, o ver a conjuntos conocidos (como Giovani Canterini di Sant'Olcese) cantándolo aquí y allá.

Esta forma de cantar en coro ha influido en toda la práctica musical tradicional de la región de las Cuatro Provincias -que comprende las provincias de Génova, Pavía, Alessandria y Piacenza-. La cultura de esta zona tiene mucho en común con la genovesa, sobre todo la presencia de instrumentos como la müsa, una gaita típica de la región que se toca con el piffero, un oboe también típico de la zona, y el acordeón. Los instrumentos locales brillan en manos de músicos como Ettore Losini y Stefano Valla, así como de grupos de folk revival muy conocidos en el norte de Italia: Baraban, La Ciapa Rusa, Tendachënt, Tre Martelli y otros.

Asimismo, Liguria alberga los bailes tradicionales típicos de las Cuatro Provincias, en particular los bailes de pareja cerrada, primos de la polca, el vals y la mazurca, interpretados con el paso saltarín típico de la región, que requiere velocidad y un gran sentido de la coordinación.

Música popular

En los años 60, Génova fue escenario de la aparición de una nueva ola de artistas que rompieron con la chanson italiana de su tiempo: la Scuola Genovese ("Escuela genovesa"). Inspirados por escritores de la Generación Beat (Ginsberg, Kerouac, Burroughs) e italianos (como Pavese), el folk americano de Bob Dylan, la filosofía y la efervescencia contracultural de su tiempo, estos cantautores cantaban a su ciudad, Génova, y a su país con una nostalgia agridulce. Más comprometidos, realistas y con un lenguaje más moderno, estos artistas han contribuido a cambiar la perspectiva de la canción italiana, que ya no duda en abordar temas difíciles como la guerra y la pobreza.

El más conocido de estos artistas es sin duda Gino Paoli, líder de la Scuola Genovese y genovés de adopción, que inmortalizó los tejados de Boccadasse con su canción La Gatta (1961). Luigi Tenco, autor de Vedrai, Vedrai (1965), encarnó la Scuola Genovese más refinada e íntima, mientras que el inolvidable Fabrizio De André fue un auténtico Jacques Brel italiano, cuya veintena de álbumes y letras inspiradas son casi literarias. Nacido en la alta burguesía genovesa, paradójicamente se interesaba y cantaba a rebeldes, marginados, intelectuales caídos, héroes sin hazañas y prostitutas, con gran modernidad. Menos contestatario, hay que citar también a Bruno Lauzi, cuyas adaptaciones al italiano de éxitos de Johnny Hallyday, Georges Moustaki, Joe Dassin y Paul Simon merecen ser recordadas.

Desde 1951, San Remo, en Liguria, es la sede del Festival della Canzone Italiana, un festival de la canción italiana que se ha convertido en una auténtica institución nacional.

Música clásica y jazz

Aunque la región no ha desempeñado un papel importante en la historia del género, la música de cámara, las sinfonías y la ópera ocupan un lugar especial en el corazón de los genoveses, sobre todo gracias a un gran orgullo local: Niccolò Paganini (1782-1840). Violinista virtuoso -a menudo descrito como el mejor violinista de todos los tiempos-, Paganini inventó nuevas formas de tocar su instrumento, revolucionando su historia. Dotado de un poderoso magnetismo y una gran capacidad para componer, influyó en otros músicos románticos como Liszt. Sus Caprichos cautivaron a toda Europa y siguen siendo un rito de iniciación para cualquier violinista que desee demostrar su técnica. Es sin duda un modelo a seguir para los músicos de la región, uno de cuyos más famosos es el violonchelista Massimo Amfiteatrof. Apodado el "Caruso de los violonchelistas", brilló en La Scala y grabó numerosas obras para Decca. El Festival Amfiteatrof, llamado así en su honor, reúne cada verano desde 1992 a los grandes nombres de la música clásica italiana y extranjera en la encantadora estación balnearia de Levanto. Con el mismo espíritu, cabe mencionar también el Festival Internacional de Música de Cámara de Cervo, un acontecimiento de fama mundial desde 1964, cuyos conciertos tienen lugar en la evocadora plaza de San Giovanni.

Por último, por supuesto, el Teatro Nazionale Genova (en Génova) es un escenario ideal para la música clásica. Aunque en sus orígenes fue un referente de la prosa y el teatro comprometido, la nueva institución nacional, fruto de la fusión entre el Teatro Stabile y el teatro Archivolto, amplía su oferta al público con una programación ecléctica, que abarca desde los grandes clásicos a la nueva dramaturgia, pasando por la música clásica y los conciertos de jazz.

Hablando de jazz, Génova fue la cuna de una interesante figura de este género musical: Giuseppe Barzizza, conocido como Pippo. Este director se hizo famoso en los años 30 y 40, primero con la Blue Star Orchestra y luego con la Orchestra Cetra, siendo de los primeros en interesarse por el jazz y el swing en Italia. Desde entonces, el jazz es una pasión local. Tiene su propio museo en el Palacio Ducal, por ejemplo, y se pueden escuchar buenos conciertos en el Count Basie Jazz Club de Génova, instalado en antiguas bodegas, o en el Festival Internacional de Jazz de La Spezia, que celebra el género al aire libre por toda la ciudad.