MUSEO ORIENTALISTA DE MARRAKECH
El Museo Orientalista de Marrakech, con su terraza que ofrece una vista privilegiada de los tejados de la ciudad y de la cordillera del Atlas
El siglo XVIII vio nacer la atracción de los artistas europeos por el exótico Oriente. Prosper Merilhat, Eugène Fromentin y Dufy, entre otros, se propusieron descubrir estas fantasías. Eugène Delacroix, por su parte, fue invitado a formar parte de la suite del conde de Mornay, enviado especial del sultán Moulay Abd-er-Rahman. En el siglo XIX, el orientalismo alcanzó su máximo esplendor: las escenas de la vida, la guerra, el harén y los paisajes eran los temas preferidos. El Museo Orientalista de Marrakech recorre este fértil periodo y dedica una sala a cada uno de estos leitmotiv. Una característica especial es la presentación de los objetos pintados en los cuadros como eco de los mismos. Un texto sobre la historia de Marruecos completa el conjunto. Este museo nació bajo el impulso de Nabil El Mallouki (propietario del Macma). Se encuentra en una pequeña joya de riad en el corazón de la medina y sus zocos. El edificio, que data de finales del siglo XVII, fue en su día el hogar de una gran familia de notables. Muestra ejemplos de las culturas saadí y alauita. En la primera planta, un techo bellamente decorado nos recuerda la fina línea que separa el arte de la artesanía. La terraza ofrece una vista privilegiada de los tejados de la ciudad y de las montañas del Atlas. Aquí se sirve una deliciosa limonada, que se agradece en el sofocante calor del verano. Y a la hora de la oración, no pierda de vista el minarete de la mezquita saadí de Al Ousta, que está a sólo 100 metros en línea recta